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OPINION
El infierno tan temido

Por Enrique Zuleta Puceiro *

El golpe sufrido por los argentinos es desde muchos puntos de vista tan profundo como el de los propios sobrevivientes. Es comprensible: la fascinación hipnótica por los rascacielos y el ritmo febril de Manhattan sustituyeron hace ya más de veinte años en nuestro imaginario social al glamour de París, la hospitalidad acogedora de Madrid o la transparencia vibrante de Barcelona. Ninguna ciudad ha penetrado tanto como Nueva York en las fantasías, los proyectos y las expectativas de una sociedad frustrada, quebrada en sus resortes vitales, a la que el futuro parece habérsele disuelto entre las manos.
De allí muchas de las sensaciones recogidas por la encuesta de Ibope OPSM. La sensación básica es una mezcla de miedo, horror y terror. El dolor, la preocupación por el futuro y el desconcierto ocupan un lugar secundario y la rabia y la piedad apenas se manifiestan. La casi totalidad de los encuestados en todo el país dicen seguir con interés el despliegue informativo de los medios y las primeras conclusiones destacan por su claridad.
La primera de ellas es la evidencia de que toda sociedad es vulnerable ante el terrorismo. No hay estrategias de seguridad perfecta y ello convierte al mundo en general y la Argentina en particular en blanco probable de nuevos atentados. Dos tercios de los encuestados creen probable un nuevo ataque terrorista en el país e intuyen que la situación será en el futuro mucho peor que en el pasado. La idea de que la Argentina forma parte de un mundo sumido en el miedo y la incertidumbre explica que, a la hora de proponer nuevas orientaciones de política exterior, oscilen entre los extremos del alineamiento �51.8� y grados diversos de distanciamiento �46.2�. 
El sentimiento de neutralidad se refleja en el rechazo abierto toda intervención directa en un posible conflicto bélico. Un 78.4 de la opinión publica estima que el gobierno de Estados Unidos tuvo mucho o al menos alguna responsabilidad en la situación que hoy vive el mundo. La razón es clara: el ataque es visto más como una reacción de venganza ante agravios y derrotas bélicas anteriores que como una manifestación de fundamentalismo religioso o locura irracional e inmotivada. La política internacional estadounidense o la economía política de la globalización aparecen así como factores precipitantes de la crisis, aun cuando sea mínimo el acuerdo con las interpretaciones conspirativas que sugieren algún tipo de responsabilidad directa de sectores del gobierno o de la industria armamentista americana. 
Desgarrados por fuertes contradicciones internas, los argentinos oscilan entre el horror ante el infierno y el paso calculado hacia un costado, entre la evidencia de un mundo que amenaza con precipitarse en un abismo de violencia global y el espacio confortable y ventajero del neutralismo y la �tercera posición� .
Ha bastado que el escalpelo de los encuestadores rasque suavemente la delgada capa de racionalidad en las respuestas para que afloren las contradicciones y el doble discurso de una sociedad inclinada una vez más a la hipocresía del �no te metás� o al siniestro posibilismo del �algo habrán hecho�. 

* Director General de Ibope. 


 

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