Por Ewen MacAskill, Ian Black e Ian Traynor*
Desde Bruselas y Moscú
Las primeras resquebrajaduras en la flamante coalición de George W. Bush contra el terrorismo empezaron a verse ayer. El tema que divide lo que debería estar unido es la extensión de las acciones militares que se emprendan contra Bin Laden y los países que lo albergan. A sólo dos días de contestar positivamente a la convocatoria de Bush, varios países europeos y Rusia �cuyo apoyo es considerado vital para cualquier ofensiva contra el santuario afgano de Bin Laden� matizaron ayer su respaldo.
Con los que ya manifestaron reservas sólo contrasta el premier británico Tony Blair, quien es inequívoco en aseverar que Gran Bretaña debe comprometerse por entero en las acciones militares norteamericanas. Ayer pudo decirle a una Cámara de los Comunes reunida extraordinariamente: �El asesinato de ciudadanos británicos en Nueva York no es diferente de su asesinato en el corazón de Gran Bretaña. Por lo tanto, no sólo tenemos interés sino también una obligación de participar hasta que aquellos que fueron responsables sean enfrentados con lo que hicieron�.
El punto de vista de Londres es que la acción diplomática por sí sola resulta insuficiente, incluso si la presión sobre el régimen talibán en Afganistán fuera tan adecuada como para lograr que entregaran a Bin Laden, el líder del grupo terrorista al-Qaida. La posición de Blair abre la perspectiva de que Estados Unidos y Gran Bretaña se alineen detrás de una postura de halcones, mientras que otros países europeos clave queden en una posición muy cauta, tal como ocurrió con el ataque a Libia en 1986 y en los repetidos ataques contra Irak desde el fin de la Guerra del Golfo.
El Ministerio de Defensa británico ya está preparando planes de contingencia que guiarán la participación militar de su país. Pero Francia señaló que no apoyaría automáticamente ninguna acción militar. �Nuestra solidaridad humana, política y funcional con los Estados Unidos no nos priva de nuestra soberanía y de la libertad para decidir por nosotros mismos�, mantuvo el primer ministro francés, Lionel Jospin. En contraste con las aseveraciones de Bush de que Estados Unidos estaba en guerra, Jospin dijo: �De ningún modo estamos en guerra contra el Islam o el mundo árabe y musulmán�. Por su parte, Louis Michel, actual canciller belga y titular por este semestre de la presidencia rotativa de la Unión Europea, fue más categórico: �Nosotros no estamos en guerra�.
Alemania se vio forzada a responder a las especulaciones de los medios norteamericanos, que apuestan a que el régimen de Berlín se mantendrá lejos de cualquier acción militar. El ministro de Relaciones Exteriores alemán, Jos- chka Fischer, insistió ayer en que su país estaba comprometido en la lucha contra el terrorismo.
Rusia, que en un comienzo ofreció un apoyo que fue juzgado entusiasta, ayer se mostró muy rígida en proclamar que no participaría en ningún ataque de �revancha� o �represalia�. El ministro de Defensa ruso, Sergei Ivanov, dijo que no había ninguna posibilidad de que Estados Unidos fuera autorizado a lanzar ataques desde la ex república soviética de Tayikistán, límite norte de Afganistán.
Los riesgos potenciales de cualquier acción contra Afganistán fueron subrayados ayer por el comunicado más amenazador de cuantos salieron de la comandancia talibán. En un discurso difundido por la radio, el líder espiritual talibán, Mullah Mohammed Omar, advirtió a los afganos que muy probablemente debían enfrentar un ataque militar, pero los exhortaba a resistir firmes �contra el enemigo�. �La muerte nos espera a todos. Debemos resistir orgullosos como afganos en defensa del Islam�, dijo. �Crean en Dios, porque con Su Gracia los misiles norteamericanos se desviarán y nosotros seguiremos sanos y salvos. No temo a la muerte ni a perder el poder. Entregaría gustoso mi posición, pero no abandonaría nunca al Islam. Venceremos!�
Los rusos dieron precisiones sobre la ubicación de Bin Laden. El general Anatoly Kvashin, el comandante en jefe de línea dura de las FuerzasArmadas, dijo que estaba �en el sur de Afganistán, en las colinas de Kandahar�. Una de las razones por las que varios gobiernos europeos se volvieron más escépticos sobre su participación en una operación militar es que a sus ojos empezó a ganar credibilidad la hipótesis de que ésta pueda tener como objetivo terminar lo que se dejó inconcluso en la Guerra del Golfo de 1991, y derribar al presidente iraquí Saddam Hussein. El subsecretario de Defensa, Paul Wolfowitz, un halcón, insinuó un ataque de estas características cuando aseguró que el desafío es más amplio que Bin Laden. �Uno tiene que decir que no se trata simplemente de capturar gente y hacerles pagar sus culpas sino de hacer desaparecer sus refugios, de aplastar los sistemas de apoyo, y de acabar con los Estados que apoyan al terrorismo.�
* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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