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El mundo del deporte ya no es 
el mismo en los Estados Unidos

El béisbol y el fútbol americano, los principales deportes yanquis, suspendieron sus programas.


Minuto de silencio.
En Irán�Bahrein.


Juego suspendido.
Sin béisbol en Chicago.

Por Pablo de Jesús
Desde Washington

Cuando aviones comerciales convertidos en kamikazes impactaron contra las Torres Gemelas del World Trade Center y el Pentágono, el deporte en Estados Unidos dejó de ser como era, porque el mundo cambió su percepción acerca de lo que es seguro o peligroso. Jornadas completas de competencias de todo tipo fueron canceladas por temor a que las grandes concentraciones de personas sean objetivos de los terroristas. Instituciones inamovibles como las Grandes Ligas de Béisbol y la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL) vieron derrumbarse, como los rascacielos neoyorquinos, la rigidez de un calendario adoptado más por costumbre e historia que por cuestiones prácticas.
El béisbol pospuso una semana de actividades y ahora, por primera vez en 98 años de historia, una Serie Mundial de béisbol finalizará en noviembre. Peloteros en busca de marcas podrían ver esfumadas sus esperanzas de pasar a los libros de historia. Desde su casa en San Francisco, el beisbolista Barry Bonds asegura que más importante que derribar el record de 70 jonrones de Mark McGwire en una campaña, ahora �la gente quiere saber lo que piensan sus líderes, quiere saber lo que va a hacer su presidente. Nosotros los beisbolistas nos debemos al público�.
El legendario Cal Ripken Jr, quien tenía previsto el jueves el último partido de su gloriosa carrera, reveló que ya no se siente motivado a nada. �Muchas cosas ahora parecen insignificantes. El béisbol es nuestra vida, es divertido, es entretenimiento y los juegos sirven para que la gente confraternice, pero ahora todo eso parece insignificante�, añadió.
Hasta los �niños terrible�� de la NFL dejaron de golpearse un día y demostraron que, además de masa muscular, tienen seso, cuando su sindicato de jugadores se opuso a que se llevaran a cabo los partidos previstos para el fin de semana siguiente a los atentados. Tan sólo un equipo de la NFL genera ganancias de 127 millones de dólares por temporada. La suspensión de los 16 juegos del fin de semana les reportará una pérdida del 5 por ciento de esos ingresos, según los entendidos. Los jugadores, como todo el pueblo, tienen temor a trasladarse en aviones y ser víctimas de aeropiratas suicidas. �La última cosa que queremos hacer es tomar un avión e ir a California ahora�, dijo Vinny Testaverde, el mariscal de campo de los New York Jets.
Desde ahora los estadios ya no serán más remanso de entretenimiento. Cada espectador tendrá un ojo en el terreno y otro en el cielo, y mirará con recelo las caras de su vecino de palco. Fanáticos y deportistas se sentirán como señuelos indefensos, el temor se sentará en las tribunas, y acompañará las miradas recelosas de los atletas cuando firmen autógrafos. �En un estadio con 65 mil personas, usted se sentirá como un pato al que todos quieren disparar. Esa es una de las ideas que van a estar dándonos vueltas en la cabeza�, confesó el centro de los Jets, Kevin Mawae.
Los desmanes de los hooligans, las bajas pasiones de los fanáticos sin bandera, las peleas entre competidores al calor del partido, todo pasó ahora a un segundo orden. En ese cuadro la televisión podría convertirse en el futuro terreno de juego, y la sala de la casa en el palco privado de cada americano. Internet sería, en tal hipótesis, el medio ideal para firmar autógrafos y los souvenirs se encargarían por correo. Sin dudas, desde el llamado �martes negro�, el mundo del deporte ya no el mismo.

 

 

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