Muerte,
centro de la ciudad
Por Michael Moore*
|
Queridos amigos: Se suponía que el martes iba a volar en el vuelo de American Airlines de Los Angeles al aeropuerto Kennedy. Pero me encontré varado en California con un increíble rango de emociones por lo que pasó en la isla donde yo trabajo y vivo, en Nueva York. Mi esposa y yo pasamos las primeras horas del día �después de que nos despertaron llamados telefónicos de nuestros padres� tratando de contactar a nuestra hija en su escuela en Nueva York, y a nuestra amiga JoAnn quien trabaja cerca del World Trade Center. Llamé a JoAnn a su oficina. En el momento en que alguien atendió la primera torre se desplomó y la persona que estaba al teléfono gritó y se escapó, dejándome sin saber si JoAnn estaba viva.
Fue un día horrible, aterrador, doloroso.
El 27 de diciembre de 1985 quedé atrapado en medio de un incidente terrorista en el aeropuerto de Viena, que dejó 30 muertos, allí y en el aeropuerto de Roma. (Los atentados en cada ciudad estaban sincronizados para ocurrir en el mismo momento.) No tengo ganas de discutir los acontecimientos de Nueva York, porque todavía me trae demasiada desesperanza y confusión pensar que estoy vivo por un hecho fortuito, por estar un metro más para acá o para allá.
Estoy a salvo. Seguro. Soy un americano que vive en América. Me gustan mis ilusiones. Atravieso un detector de metales, pongo mi equipaje de mano a través de una máquina de rayos X y sé que todo va a andar bien. Aquí hay una pequeña lista de mis experiencias recientes con la seguridad en aeropuertos:
En Newark, el avión tarda en cargar a toda la gente. La persona que me atiende en el mostrador no encuentra mi asiento. Así que me dice que �siga nomás�... ¡sin el ticket!
En Detroit, me niego a poner en la máquina de rayos X el almuerzo que acabo de comprar, así que le paso al guardia la bolsa a través del espacio que queda entre el detector de metales y la máquina. Le digo: �Es sólo un sandwich�. El me cree y no se molesta en controlar. La bolsa no pasa por ningún artefacto de seguridad.
En La Guardia, después de despachar una valija, decido tomar el vuelo que sale más tarde. El primer avión parte sin mí pero con mi valija, sin que nadie sepa qué hay en ella.
De vuelta a Detroit, me tomo mi tiempo para salir de la nave. En el momento en que termino de bajar las escaleras, el ómnibus que lleva a los pasajeros hasta la terminal ya se fue. Sin mí. Estoy solo en la pista, libre de vagar por donde quiera. Y así lo hago. Al rato, le hago señas a una camioneta y un mecánico me lleva hasta la terminal.
Subí a aviones con cuchillos y máquinas de afeitar. Y una vez mi acompañante de viaje llevó un martillo y un cincel. Nadie nos detuvo. Por supuesto, nunca tuve problemas con todo esto porque las líneas aéreas consideran que mi seguridad es tan importante que alquilan policías a 5,75 dólares la hora para asegurarse de que los malos no se suban a mi avión. Eso es lo que vale mi vida: unos litros de nafta.
¿Parezco demasiado duro? Bueno, meditá sobre esto: un piloto de American Eagle (una empresa de American Airlines) gana unos 1200 dólares por mes. Sí: 1200 dólares para la persona que tiene tu vida en sus manos. Hasta hace poco, la Continental Express pagaba un poco más de 1000 dólares. Hubo un piloto de American Eagle que tenía cuatro hijos y terminó yendo a la seguridad social y se postuló para un empleo de etiquetador de comida... ¡y lo eligieron! ¿Alguno de los de seguridad social maneja mi avión? ¿Es verdad? Sí, lo es. Ahórrenme la charla sobre las precauciones que toman las aerolíneas y las fuerzas armadas. Ellos, como en todos los negocios, se preocupan sólo por una cosa: el margen de beneficios.
¿Cuatro equipos de entre 3 y 5 personas pudieron atravesar la seguridad aérea en la misma mañana en tres aeropuertos distintos y llevar a cabo este acto atroz? Mi única respuesta es: ¿eso es todo? Los expertos están con diarrea, y expelen eso de la �amenaza terrorista� y del tipo más aterrador del planeta, Osama bin Laden. Quién sabe, tal vez lo hizo, pero eso no cierra el tema. ¿Quieren que crea que este tipo que duerme en una carpa en el desierto entrenó pilotos para que vuelen nuestros más modernos y sofisticados Jumbos con tal precisión que le dieron a tres objetivos sin que nadie se pregunte por qué esos aviones estaban tan alejados de sus rutas?
¿O me piden que crea que justo había cuatro fanáticos religiosos y políticos que resulta que sabían pilotear esos aviones y que resulta que querían suicidarse? Tal vez se pueda encontrar un piloto de Jumbo que quiera morir por la causa ¿pero cuatro? No sé... Lo que sí sé es que ya escuché de todo acerca de este tal bin Laden excepto esto: ¡Nosotros creamos ese monstruo! ¿Dónde aprendió terrorismo? ¡En la CIA! Cuando la Unión Soviética ocupó Afganistán, la CIA lo entrenó a él y a sus muchachos para perpetrar actos de terrorismo contra las fuerzas soviéticas. ¡Y funcionó! Los soviéticos dieron media vuelta y se fueron corriendo. Bin Laden está agradecido por lo que le enseñamos y pensó que tal vez sería divertido usar esas mismas técnicas contra nosotros.
Nosotros aborrecemos el terrorismo, a menos que seamos nosotros los terroristas. Pagamos y entrenamos y armamos a un grupo de terroristas en Nicaragua en los años 80, que mató a más de 30.000 civiles. Eso fue nuestro trabajo. El tuyo y el mío. ¡Treinta mil civiles asesinados y quién mierda se acuerda de ellos! Nosotros financiamos un montón de regímenes opresivos que han asesinado a cantidades de gente inocente, y nunca dejamos que ese sufrimiento humano interrumpiera nuestros días ni por un momento. Hemos hecho huérfanos a tantos chicos, decenas de miles en todo el mundo, con el terrorismo pagado por nuestros impuestos (en Chile, Vietnam, Gaza, Salvador...) que supongo que no deberíamos sorprendernos porque esos huérfanos crecen y se golpean la cabeza por el horror que ayudamos a causar.
Sí, nuestras recientes bombas domésticas terroristas no estuvieron manejadas por un tipo desde el desierto, sino más bien por nuestros propios ciudadanos: un par de ex militares que odiaban al gobierno. Desde el primer minuto de los hechos de Nueva York no escuché que nadie sugiriera esa posibilidad. ¿Por qué? Tal vez porque los árabes son mejores enemigos. Un ingrediente clave para hacer que los americanos se sacudan con frenesí contra un nuevo enemigo es la tan importante identidad racial. Es mucho más fácil hacernos odiar cuando el objeto de nuestro odio no se parece a nosotros. Los congresistas y senadores se pasaron el día pidiendo más plata para los militares. Un senador llegó a decir en la CNN que no quería ni oír hablar de más dinero para educación o salud. Que nuestra prioridad debería ser una sola: la autodefensa.
¿Alguna vez llegaremos al punto en que nos demos cuenta de que estaremos más seguros cuando el resto del mundo no viva en una pobreza tan grande, mientras nosotros podemos tener bonitos zapatos?
Esta noche muchas familias fueron devastadas. Esto, simplemente, no está bien. No merecen morir. Si alguien hizo esto para vengarse de Bush, entonces lo hizo asesinando a ¡miles de personas que no lo votaron! Boston, Nueva York, Washington y los destinos californianos de los aviones que se estrellaron fueron todos lugares que votaron contra Bush. ¿Por qué matarlos? ¿Por qué matar a nadie? Qué locura... Llevemos luto, lloremos a los muertos, y cuando sea apropiado examinemos nuestra contribución al inseguro mundo en el que vivimos. No tiene que ser así...
*Periodista norteamericano, productor del programa "La cruel verdad".
|