Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


Los obispos no quieren capillas ni ceremonias en los barrios privados

El cardenal Bergoglio y los obispos del Gran Buenos Aires se manifestaron en contra de celebrar casamientos y bautismos en countries, práctica que se considera �cada vez más frecuente�.

Dios no vive en un country: esto, que siempre se sospechó, ha pasado a ser una realidad concreta desde que, en un documento dado a conocer ayer, los obispos del área metropolitana se manifestaron contra el hecho de que en los barrios privados funcionen capillas, cuyo acceso, limitado a los habitantes del country, “no permite manifestar el sentido profundo de la unidad y no beneficia a toda la comunidad cristiana”. El obispo Jorge Casaretto fue más explícito al manifestar ante este diario que “no se debe privatizar la religión”. El documento no es de cumplimiento obligatorio para los obispos firmantes, y en él no está incluida la zona de Pilar, donde es mayor la cantidad de barrios privados.
El documento se llama “La parroquia, lugar propio para celebrar los sacramentos”, y lo suscriben todos los obispos de la provincia eclesiástica que comprende las diócesis de la Ciudad de Buenos Aires y su conurbano. Los firmantes son el cardenal Jorge Bergoglio (Buenos Aires) y los obispos Justo Laguna (Morón), Jorge Casaretto (San Isidro), Jorge Meinvielle (San Justo), José Luis Mollaghan (San Miguel), Agustín Radrizzani (Lomas de Zamora), Rubén Frassia (Avellaneda-Lanús), Raúl Rossi (San Martín), Fernando Bargalló (Merlo-Moreno) y Juan Suárez (Gregorio de Laferrère).
Los obispos apuntan a evitar situaciones de “exclusión”, ya que “la asamblea litúrgica debe ser un factor de unidad que acoge sin excepciones a todos los hombres, a pesar de las diferencias existentes entre ellos. En ella no hay distinción de sexo, de origen, de cultura. Mucho menos pueden hacerse preferencias entre las personas”.
Por eso “las prácticas ordinarias deberán hacerse en los templos parroquiales o en las capillas públicas y abiertas”, próximas a los barrios privados.
La oportunidad del documento surgió ante el pedido, “cada vez más frecuente”, de que un sacerdote celebre un bautismo, un matrimonio o la eucaristía “dentro de los límites del mismo barrio, en una casa o en un lugar más amplio destinado a reunir más cantidad de gente”.
Así, las que deberían ser “celebraciones abiertas para todos” se transforman en actos reservados “para quienes son invitados especialmente para la ocasión o son vecinos de ese barrio”. Esta limitación “no permite manifestar el sentido profundo de la unidad y no beneficia a toda la comunidad cristiana”.
Jorge Casaretto –obispo de San Isidro y presidente de la entidad eclesial de bien público Cáritas– explicó a este diario que “desde que los barrios privados aparecen como novedad urbana, en muchos casos se presenta la petición de construir templos en su perímetro o, aún no habiendo capilla, celebrar en casas o salones bautismos y matrimonios”.
En San Isidro no está permitida la instalación de capillas en los barrios privados, que son unos 40 en la diócesis, y ya hace dos años Casaretto había solicitado a los habitantes de countries que para los sacramentos utilizaran sólo las iglesias con libre acceso en cada parroquia. “Todos lo aceptaron así –destacó el obispo–. En muchos casos, en vez de construir su propio templo, contribuyeron a ampliar la iglesia parroquial, para que pudiera albergar el incrementado número de fieles, y también se unieron con los antiguos feligreses para emprender actividades en beneficio de la zona.” Según Casaretto, lo que así se evita es “privatizar lo religioso, cosa que no es conveniente ni corresponde”.
En otras diócesis, en cambio, sí funcionan capillas en los countries, por ejemplo en Pilar, donde se hallan la mayoría de los barrios privados y cuyo obispo, Rafael Rey, no está entre los firmantes de la declaración.
En algunos casos, la capilla antecede al barrio privado, formando parte de la estancia en cuyo predio se edificó el country. “Pero las capillas de las estancias estaban abiertas para los peones, los puesteros, para todos los que vivían y trabajaban en aquellos grandes establecimientos”, observó Casaretto. Según el obispo, la declaración se inscribe (tardíamente) “en la línea establecida por el Concilio Ecuménico Vaticano II, que restringe la celebración de sacramentos en el ámbito privado”.
En rigor, el documento de los obispos no obliga institucionalmente a sus firmantes, ya que “toda decisión de esta naturaleza queda librada a lo que en definitiva determine cada obispo –precisó Casaretto–: el documento expresa un deseo, una norma general que siempre admite excepciones según lo se que autorice en cada diócesis”.

 

 

PRINCIPAL