OPINION
Compromiso
con la realidad
Por
Washington Uranga
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La
concentración realizada por una diversidad de iglesias cristianas
en el centro de Buenos Aires el pasado sábado no sólo
ratificó el desarrollo y la significativa presencia que estas
comunidades tienen en la vida del país, sino que consolidó
también una línea discursiva y pastoral de compromiso
con la realidad nacional. En el documento difundido en el encuentro,
titulado Dios quiere una nación diferente, se afirma
que la situación que afrontamos desde hace mucho tiempo,
hoy particularmente agravada, no es fruto de un destino adverso, sino
la consecuencia de haber hecho lo que no debíamos, dejado de
hacer lo que debíamos y tolerado lo intolerable.
El pronunciamiento, resultado de un trabajado consenso de iglesias
y comunidades cristianas con tradiciones e historias diferentes, afirma
también que hoy más que nunca debemos plantearnos
seria y profundamente qué clase de sociedad queremos ser, qué
clase de país queremos construir, para sostener que no
es verdad que el camino que transitamos como nación sea el
único. Otra Argentina es posible. La afirmación
está seguida de una invitación a la construcción
de una sociedad diferente, fundada y sostenida en los principios de
la paz, justicia y solidaridad. Nos motiva la esperanza
de ver nacer una nueva Argentina, dicen los cristianos evangélicos.
En el mismo texto se hizo un llamado a la solidaridad y se sostuvo,
sobre la base de Jesucristo como modelo, que debemos vivir para
el prójimo y estar al lado del débil y del que sufre,
porque Dios quiere una sociedad en la que todas las personas,
con su trabajo, se asocien a su obra creadora, en la que reine
la justicia, no haya que mendigar el derecho y la dignidad humana
sea el valor fundamental de las relaciones sociales.
Por la misma razón, se demanda una igualdad sin discriminaciones
ni exclusiones, igualdad de acceso a la educación
y la salud, igualdad en los esfuerzos económicos
y en la distribución de la riqueza. Por último,
demandan para nuestro país igualdad religiosa,
dejando en evidencia un reclamo muy sentido de los cristianos evangélicos
frente a lo que muchos de ellos consideran son privilegios que el
Estado otorga a la Iglesia Católica. |
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