Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


El teatro ruso en diez palabras

Maksim Isaev y Pavel Semtchenko están presentando en el festival �The White Cabin�, una obra de carácter visual en la que combinan distintas disciplinas empleando poco texto.

Por Cecilia Hopkins

Actores, directores y a la vez autores del guión de sus espectáculos, Maksim Isaev y Pavel Semtchenko nacieron hace poco más de treinta años en San Petersburgo, la antigua Leningrado, la segunda ciudad más importante de Rusia, después de Moscú, tanto en lo económico como en lo cultural. Ambos estudiaron artes plásticas –se graduaron en la Escuela de Arte de esa ciudad– y se conocieron a mediados de los 80, mientras colaboraban en la puesta de Yes-No, obra del famoso y controvertido director Boris Ponizonvski, mentor del que después sería el Axe, teatro ruso de ingeniería, el grupo que fundó Isaev en 1989, al que luego se sumó Semtchenko. Si bien han colaborado en montajes con otros directores, especialmente en lo relativo al modo de concebir el espacio y la escenografía, desde entonces realizan continuas giras con sus performances, de carácter eminentemente visual, en las que combinan artes plásticas, teatro de marionetas, cine, fotografía y apenas unas pocas palabras.
“En este espectáculo no usamos más de diez”, precisan refiriéndose a The White Cabin (La cabina blanca), la obra que estrenaron el sábado y que volverá a verse mañana en el Teatro de la Ribera (Pedro de Mendoza 1821). Informales y muy risueños, ambos artistas respondieron a la entrevista con Página/12 sentados sobre los almohadones dispuestos en el piso que ofrece la poco convencional sala de conferencias del noveno piso del San Martín, ambientada por la artista plástica Mireya Baglieto. Los directores se miran dubitativos cuando se les pregunta acerca de las influencias que han recibido a lo largo de los ‘90, en función de la apertura vivida en su país hacia otras expresiones culturales. Según especifican casi a coro, no creen haber recibido ninguna inspiración observando el trabajo de otros grupos de teatro locales o extranjeros, incluso dicen ignorar que hay muchas compañías europeas que, como ellos, hacen un teatro que cruza lenguajes diferentes. Es que, según coinciden en afirmar, ninguno de ellos va demasiado al teatro porque no se sienten atraídos por sus convenciones: su fuente de inspiración es la música, el cine y la televisión. “Tampoco somos actores, porque no hemos estudiado para eso –agregan sonriendo–, nosotros somos artistas plásticos.”
–¿Cómo llegaron al teatro, entonces?
Maksim: –En 1984 conocimos a una persona que nos abrió una perspectiva muy importante. Su nombre es Boris Ponizonvski, un director que desde los años 60 era el líder de un círculo de artistas porque hacía una forma de teatro que era vista por actores, plásticos y otra gente del underground. Su actividad era considerada ilegal.
Pavel: –El hablaba de una concepción del teatro que, según decía, nunca llegó a concretar y creo que lo que nosotros hacemos tiene mucho que ver con sus ideas. Fue él quien nos hizo conocer los escritos de Artaud y Grotowski y nos inculcó muchos conceptos que tratamos de seguir.
–¿De allí viene lo que ustedes llaman “teatro óptico”?
Maksim: –El “teatro óptico” es lo que para nosotros significa el teatro: las imágenes construidas por las luces, la música y el video son lo más importante para nuestro teatro. El principal protagonista de nuestro espectáculo es el espacio. Nosotros no somos actores. Somos “operadores” que en la escena ayudan a expresar lo que el espacio contiene. Y el espacio, para nosotros, contiene todo.
Pavel: –Si tuviera que decir qué es para mí The White Cabin, diría que es una hoja en blanco. La estructura de la performance es la misma de una función a la otra pero a veces cambia algún detalle, no demasiado. Como nosotros somos los autores de lo que hacemos podemos cambiar lo que queramos. Cada espectador verá todas estas imágenes de un modo diferente.
Maksim: –A veces la interpretación del público coincide con nuestra visión y a veces no. Para nosotros es lo mismo. Existe un teatro dramático basado en la literatura, un teatro físico basado en el movimiento de los actores. Bueno, ahora existe también el “teatro óptico” (risas).
–¿Qué significa Axe?
Maksim: –No significa nada, en realidad. Es una palabra rusa que en español debería pronunciarse “aje” y no tiene significado o mejor, se podría decir que tiene tantos significados como uno quiera.
–¿Qué cambios más importantes se dieron en el teatro después de la caída de la URSS?
Pavel: –Después de la Revolución de Octubre se crearon muchas y muy importantes escuelas de teatro que siguieron funcionando durante todo el período soviético. Después de la perestroika, algunas de ellas se cerraron. Pero fuera de esto no cambió demasiado el teatro, que fue y sigue siendo muy tradicional, en un sentido amplio. Al menos para nosotros, que casi no tenemos conexión con esa manera de entender el teatro.
Maxim: –Lo que sí cambió es que antes el gobierno ayudaba al teatro, se hacían producciones muy grandes, con escenografías importantes. Ahora hay menos ayuda en ese sentido, del Ministerio de Cultura o de otras instituciones relacionadas con la cultura. También hubo un cambio en los temas porque antes el teatro estaba muy limitado por la censura y se hablaba de un modo metafórico para eludir problemas.

 

 

PRINCIPAL