Por Silvina Friera

Entusiasmado por el movimiento teatral que está viviendo la ciudad, Rubén Szuchmacher, director artístico del Festival del Centro Cultural Rojas, dependiente de la Universidad de Buenos Aires, se sumerge en la seductora vorágine de la cuarta edición de esta muestra, que comenzó el jueves pasado y que finaliza el próximo 30 de septiembre. “El teatro es un fenómeno de hibridez en sí mismo, que se nutre de la literatura, la música y las artes visuales. Cada época ha ido regulando esta relación. Durante mucho tiempo hubo una dictadura del texto, hoy están los tres elementos más ecuánimemente distribuidos. En este momento hay un fenómeno de multiplicidad, de propuestas simultáneas con ciertas ideas de vanguardia”, explica Szuchmacher en entrevista con Página/12. En el Rojas 4 se estrenarán dos espectáculos de danza: Encarnadas, dirigida por Darío Rodríguez, y Visitas, con coreografía y dirección de Talante Dúo. En el rubro teatral se podrá ver Mira que dios te mira, creación colectiva de Estamos Perdiendo Altura, Doméstico, de Guillermo Cacace, y Cuando se machuca el cerdo, de Luis Biasotto (ver recuadro).
Para Szuchmacher el festival del Rojas surgió por la necesidad de aglutinar una cantidad de propuestas artísticas que estaban dispersas. “Originalmente duraba cuatro meses. Para un país como el nuestro, una muestra tan prolongada era insostenible. La gente busca rápidamente la novedad y después se le pasa. El año pasado lo redujimos a un mes. Era una idea más europea que Argentina”, reflexiona el actor, docente y director teatral, que participa en el III Festival Internacional con su montaje de La biblioteca de Babel, basado en el cuento de Jorge Luis Borges, con actuaciones de Ingrid Pelicori y Horacio Roca (sábado 22 y 29 a las 20.30 en Carlos Calvo 4319). “El Rojas se fue transformando en un espacio que dio a conocer a artistas nuevos, que no tenían posibilidades de mostrarse o de obtener subsidios en otras instituciones por falta de antecedentes”, subraya Szuchmacher. El Rojas invitó a dos espectáculos. En esta ocasión ambos son de La Plata: La frontera o tan ávidos de amor como de sangre, de Patricia Ríos, y 7 cabritos (Pléyades), de José “Pollo” Canevaro. El Rojas participa simultáneamente del III Festival Internacional de Buenos Aires con varias reposiciones de obras que nacieron en el marco de las sucesivas muestras del Rojas, como Socavón, de Luis Cano, Sólo vine a ver el jardín, de Rita Cosentino, sobre textos de Alejandra Pizarnik y el Proyecto Museos V, coordinado por Vivi Tellas, con la participación de obras de Alejandro Tantanian, Beatriz Catani y Luciano Suardi.
–¿En el Rojas prevalece lo joven?
–Me resisto a usar esa palabra. Prefiero decir lo nuevo porque un artista de 40 años –que no lo conoce nadie– no es joven. Rechazo la expresión “joven” porque inmediatamente aparece asociada a la idea de que hay un arte joven. Corresponde hablar del porvenir. La oferta teatral de Buenos Aires es enorme, recibimos 150 proyectos por año para coproducirlos.
–¿Tienen un hilo conductor?
–No hay nada que las una. Las temáticas son totalmente distintas. Tal vez dentro de 10 años se pueda evaluar si subyace una tendencia, ahora no me preocupa. Este año está de moda el chancho. En el internacional hay una obra uruguaya que se llama El Cerdo y en el Rojas Cuando se machuca el Cerdo. Hay una gran diversidad. Las reposiciones, una manera de historiar nuestro festival, son obras que pueden resultar no muy novedosas ahora, pero lo fueron hace cuatro años.
–¿Cuál es la principal característica de la muestra del Rojas?
–El riesgo: darle 800 pesos a cada elenco a modo de coproducción, para que estrenen la obra. Siento un gran orgullo porque de 20 espectáculos programados en el festival internacional, 4 pasaron por el Rojas.
–¿Qué piensa de la forma en que se seleccionaron las obras de Buenos Aires que participan del encuentro Internacional?
–Se trató de armar una programación que privilegiara a los artistas que no fueron convocados en el festival anterior. Por eso La biblioteca de Babel tuvo que ser invitada por la Dirección General del Libro. Yo no produzco para los festivales, creo para la comunidad. A veces me comentan de propuestas que se alteran para calzar en los festivales. Es una lógica que no practico, hago espectáculos de dos o de 30 artistas, el número no está en función de los requisitos de un encuentro teatral.
–¿Por qué en Europa, el actor y el teatro argentino son tan reconocidos?
–Por esa desesperación que hace que los artistas produzcan teatro más allá de que se caiga todo a pedazos. Lo que más les atrae del teatro argentino es la independencia. En sociedades subvencionadas, la imprevisibilidad de los artistas argentinos sorprende. El argentino es más creativo. “Bueno, lo atamos con alambre”, es una frase que también funciona en el teatro.

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