Por
Claudio Zlotnik
Y
un día Wall Street volvió. Antes de que suene la campana
hubo dos minutos de silencio. Luego todos cantaron, algunos con lágrimas
en los ojos, God bless America (Dios bendiga a Estados Unidos).
La apertura de negocios fue gatillada por los que en el recinto consideran
héroes de Nueva York, bomberos, policías y miembros
de los servicios de emergencia, que trabajan en la remoción de
escombros y en el socorro a las víctimas del atentado terrorista.
Antes, hubo llamadas al patriotismo de los inversores para evitar la debacle
de las cotizaciones. Pero, bien se sabe, en el corazón del capitalismo
business are business. Los operadores tienen sentimientos,
aunque luego no se note tanto. Y pasado el momento de la sentida emoción,
se abrió el juego. Ni la sorpresiva y agresiva política
de baja de tasa de interés por parte de la Reserva Federal (banca
central estadounidense), en una inédita coordinación con
el Banco Central Europeo, pudo evitar la mayor caída en puntos
del índice Dow Jones. El derrumbe de 684,8 puntos, que equivale
a un retroceso de 7,1 por ciento, es el primer saldo del impacto en el
mundo financiero del atentado a las Torres Gemelas y al Pentágono.
A su vez, el Nasdaq cayó 6,8 por ciento. Para algunos analistas,
el cordón de asistencia monetaria de las potencias económicas
amortiguó ese derrape, pese a la fuerte caída registrada
ayer, que varios estimaban que iba a ser más pronunciada. Otros
sostienen, en cambio, que hay que ver cómo evolucionan en los próximos
días la principal bolsa mundial para saber si Wall Street se encamina
hacia un crac o si la crisis puede ser manejada por la sociedad Alan Greenspan-Paul
ONeill, titular de la FED y secretario del Tesoro de Estados Unidos,
respectivamente.
El hecho de que la caída en Wall Street se haya ubicado dentro
de lo previsible posibilitó mejoras tanto en los recintos de América
Latina con la excepción de México, que bajó
3,9 por ciento y en Europa. El índice MerVal, por caso, subió
0,6 por ciento. Y las principales bolsas europeas, que la semana pasada
cayeron 13 por ciento en promedio, ayer avanzaron entre 2,7 (París,
Madrid) y 3 por ciento (Londres).
El regreso de los operadores a sus puestos no fue sencillo. La Bolsa se
encuentra a tan sólo 300 metros de donde se levantaban las Torres
Gemelas, y clausurada la estación de subtes más cercana
para llegar al recinto los corredores vieron en vivo y en directo la zona
devastada. Y respiraron el humo y el polvo que salen de las ruinas de
lo que hasta hace una semana fue el Distrito Financiero y hoy es un grupo
de edificios quemados y maltrechos, testigos del desastre.
Minutos antes de que reabrieran los negocios después de cuatro
días de receso, el mayor desde la Primera Guerra Mundial, la Reserva
Federal anunció la rebaja de la tasa en medio punto, dejándola
en 3 por ciento anual, en el nivel más bajo desde setiembre de
1992. Este fue el octavo retoque bajista hecho por Greenspan en lo que
va del año. A inicios de 2001, la tasa se encontraba en el 5,75
por ciento, casi el doble de lo que está ahora. Tres horas después
del anuncio de la FED, el Banco Central Europeo (BCE) hizo lo propio también
una rebaja de la tasa de medio punto, hasta el 3,75 por ciento.
Otros bancos centrales, como el canadiense y el suizo, imitaron la acción.
Tras los atentados terroristas, la incertidumbre que rodea a la
economía estadounidense y mundial creció, justificó
el directorio del BCE. Con la rebaja aplicada por la FED, la tasa real
en Estados Unidos es decir, descontando la inflación
será prácticamente igual a cero.
Hasta último minuto, los financistas se prepararon para lo peor.
Minutos antes del inicio de la rueda los corredores recibieron el recordatorio
de que las operaciones se suspenderían hasta el día siguiente
en caso de una caída superior al 30 por ciento. Pero las medidas
tomadas en los últimos días por las autoridades evitaron
un mal mayor.
u En primer lugar figura la rebaja de la tasa de interés concertada
entre la FED y el BCE.
u Además, se permitió que las empresas pudieran recomprar
acciones propias sin necesidad de avisar con antelación, lo que
habitualmente demora la operación. Un total de 75 compañías
salieron al mercado a defender el valor de sus papeles.
u La SEC, el ente regulador del mercado, exhortó a los fondos de
inversiones a no sacar provecho de la tragedia.
u Por último, el acuerdo entre la FED y distintos bancos centrales
de Europa para inyectar liquidez en los respectivos sistemas financieros,
por un total de 90.000 millones de dólares, en caso de corrida.
Es muy probable que los esfuerzos para evitar un derrape de los mercados
no alcancen para sostener a la economía. Al menos eso es lo que
creen los principales analistas de Wall Street, a pesar de los buenos
augurios del secretario del Tesoro, O Neill. Hay que comprar
acciones. Nuestra economía se va a recuperar bien, estimó
el funcionario no bien se inició la rueda. En todo caso, la duda
principal de los financistas refiere a si la caída de las acciones
se limitó a lo de ayer o si, por el contrario, continuará.
Miguel Bein, ex secretario de Programación Económica, señaló
categórico a Página/12 que lo peor ya pasó.
Ya se sabía que la economía estadounidense caería
en recesión y los precios actuales dan cuenta de ello. No hay que
esperar un desplome. En una línea similar se expresó
la famosa analista de Goldman Sachs, Abby Joseph Cohen: La economía
estadounidense enfrentará una etapa de dificultades temporales,
pero continúa siendo sólida, dijo, dando cuenta de
su optimismo por la evolución de los mercados. No obstante, hay
analistas en Wall Street que piensan que Greenspan volverá a bajar
la tasa antes de fin de año.
Frente a este panorama complicado, la Argentina utilizará el plan
de Déficit Cero como única arma para salir de la crisis.
Clausurado el crédito externo, Domingo Cavallo debería cruzar
los dedos para que, en medio del caos, ONeill no olvide su promesa
de liderar una reestructuración de la deuda argentina que sea capaz
de hacer viable a la economía y devuelva la confianza a los inversores
internacionales.
Riesgo
país ataca de nuevo
La
nueva baja de la tasa por parte de la Reserva Federal implicará
un ahorro de 150 millones de dólares anuales para la Argentina.
El monto surge de los 46.500 millones de la deuda que está
colocada a tasa de interés variable (flotante) y por
la cual corresponde un ahorro de 232 millones que se compensa
en parte con la menor rentabilidad de los 16.000 millones que el Banco
Central tiene depositados en el exterior.
El economista Miguel Bein, a su vez, confía en que habrá
otro beneficio por el abaratamiento en el costo del dinero: la mayor
afluencia de capitales. No importa que el contexto no acompañe.
Hay inversores con apetito por las altas rentabilidades que ofrecen
los mercados emergentes como el argentino, señaló
el ex funcionario a este diario.
Lejano a este panorama, y después de cuatro jornadas sin calcularse,
el riesgo país pegó un salto de 174 puntos, y se ubicó
en los 1652. Ayer, los títulos públicos terminaron con
caídas de 1 por ciento en promedio. Aunque con reducido volumen
de negocios ya que los principales intermediarios neoyorquinos no
volvieron a operar después de los atentados.
Por su parte, Carlos Arbía, economista de la consultora Exante,
apuntó que la baja de la tasa sólo servirá
para pagar menos intereses. Para la Argentina, el mercado crediticio
sigue cerrado.
Por último, Ricardo Cavanagh, analista de la sociedad de Bolsa
Raymond James, señaló a Página/12 que en las
próximas jornadas seguirá la incertidumbre de
los financistas y habrá mucha volatilidad. |
Un
ataque especulativo
Los
reguladores bursátiles de Europa y Asia han empezado a investigar
si los organizadores de los atentados en Estados Unidos especularon
con acciones y bonos antes de ordenar atacar las Torres Gemelas y
el Pentágono. Esos reguladores dijeron que estudian los patrones
de las operaciones para detectar señales de que alguna persona
con conocimiento de lo que iba a pasar hubiera hecho la apuesta de
que los ataques harían caer las acciones. Son más fuertes
los indicios de que, ante el cierre de la Bolsa de Nueva York desde
el martes hasta el viernes de la semana pasada, las personas que podrían
haber estado al tanto de los ataques hayan vendido posiciones de corto
plazo en los mercados de Europa y Asia. Así, se pudieron beneficiar
de las caídas de las acciones, sin siquiera ser dueños
de esos papeles. En muchas ocasiones hay inversores que venden acciones
que piden prestadas, y las recompran a un precio más bajo.
Son las mismas operaciones que varios brokers han realizado con bonos
argentinos apostando al default y, por lo tanto, muchos han presionado
para que Argentina caiga en cesación de pagos. |
ESPECULAN
CON LA GUERRA Y CONTRA COMPAÑIAS AEREAS
El
regreso a la normalidad
Por
Raúl Dellatorre
El
regreso a la normalidad de Wall Street la mostró con
una de sus peores caras: la de la especulación sin atenuantes,
más allá del dolor. Correspondiéndose con el anuncio
del presidente George W. Bush, estamos en guerra, los inversores
no esperaron muchos minutos después del campanazo que reinició
las operaciones en la principal plaza bursátil del mundo para volcarse
sobre los títulos de empresas especializadas en fabricación
de misiles y armamento en general, y de otras vinculadas a material de
combate y comunicación para la defensa y la seguridad. La mudanza
de portafolios se produjo en contra de las compañías de
aviación comercial, en particular, que vieron desplomarse el valor
de sus activos. Detrás de esta acción llegó el otro
atentado, el que tiene por víctimas a los trabajadores de estas
empresas: las principales compañías aéreas anunciaron
recortes en sus gastos, abandono de rutas y despidos de personal que involucrarían,
en lo inmediato, a no menos de 25.000 personas.
Así funciona el mercado libre. La primera jornada de
operaciones en Wall Street, tras el obligado paréntesis de la semana
pasada, dio por resultado caídas del orden del 20 al 50 por ciento
en el valor de las acciones de las cinco principales compañías
aéreas de Estados Unidos, una tendencia que sin embargo afectó
no sólo a las empresas de ese origen. American y United, que pagaron
además con aeronaves propias el costo del megaatentado de la semana
pasada, vieron descender sus acciones en torno al 40 por ciento, y en
igual porcentaje se vio afectada Delta Airlines. En el otro extremo, Raytheon,
fabricante de los misiles Patriot y de bombas guiadas por láser,
ganaba un 26 por ciento. Analistas de inversiones, como SG Gowen, aconsejaron
a sus clientes acrecentar de manera sustancial la atención
otorgada al sector de la defensa: un eufemismo que significa ahora,
el negocio es la guerra.
Otras compañías proveedoras de la industria bélica,
pero también ligadas a la actividad aerocomercial, no lograban
subirse al tren alcista. Boeing, uno de los nombres fuertes en materiales
de defensa, sufrió una baja del 12 por ciento, en tanto que la
cotización de United Technologies (UTC), que fabrica los motores
de aviones Pratt y Whitney, debió ser suspendida ante el brusco
descenso.
La pérdida de capitalización bursátil (valor de activos
en bolsa) de la industria del transporte aéreo estadounidense alcanzó,
en pocas horas, a seis mil millones de dólares. Un panorama de
menores ventas, reducciones de estructuras y rutas, y hasta cesaciones
de pagos, se extiende como una sombra sobre las compañías
aéreas. Se estima que la pérdida sufrida por las aerolíneas
estadounidenses alcanzó a 300 millones de dólares por cada
día que permanecieron paralizadas. La venta de pasajes, a raíz
del temor generalizado después del triple atentado, se redujo en
un 74 por ciento, conforme a los cálculos de la propia industria.
Por otra parte, las empresas ya hacen números sobre cuánto
se incrementarán sus costos por las medidas de seguridad adicionales
que requerirán las autoridades de transporte con vistas a prevenir
nuevos copamientos de aeronaves.
Según recordaban ayer algunos análisis provenientes del
exterior, todo esto ocurre en un año ya anunciado como muy malo
para las aerolíneas, puesto que se calculaba, antes del atentado,
que la industria en general registrarían pérdidas de hasta
3000 millones de dólares en el 2001. Con posterioridad al atentado,
prácticamente todas las aerolíneas han anunciado que reducirán
cerca de un 20 por ciento sus frecuencias de vuelo para ajustarse al nuevo
escenario de una escasa demanda de pasajes aéreos. Continental
fue la primera línea aérea en anunciar una reducción
de su personal de hasta 12.000 personas, medida que se espera se repita
entre las demás compañías. La empresa anunció,
asimismo, que no logrará cumplir con los compromisos financieros
de 70 millones de dólares de deuda por compra de aviones, lo que
hace temer una reacción en cadena. US Airways,en tanto, anunció
que despedirá a 11.000 empleados y reducirá su capacidad
de vuelo el 23 por ciento a raíz de los perjuicios derivados de
los atentados registrados el martes pasado en Nueva York y Washington.
La empresa confirmó además que próximamente algunas
de sus subsidiarias, como Allegheny Airlines, Piedmont, Potomac Air y
PSA Airlines, también anunciarán despidos y recorte de vuelos.
El último recurso al que recurrirán las compañías
para evitar la debacle será la ayuda oficial: la Asociación
de Transporte Aéreo anunció ayer que solicitará una
ayuda de 24 mil millones de dólares para estabilizar las finanzas
de las compañías. Esto no es un paquete de ayuda,
estamos hablando de supervivencia, señaló uno de sus
directivos. Pese a la negativa del Congreso en tratar el tema, el secretario
del Tesoro, Paul ONeill, le dio una mejor acogida. No podemos
dejar que ese sector sea totalmente devastado por este tipo de eventos:
veremos si es necesaria una ayuda financiera federal directa, señaló,
poco después que el propio presidente Bush reclamó a sus
funcionarios la elaboración de un extenso plan de asistencia
financiera para las aerolíneas estadounidenses.
|