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Cruzada
Por Antonio Dal Masetto

Uno se niega tanto a ver la realidad nacional que cuando finalmente ocurre algo bueno se entera por gente que viene de afuera. Tomando un café con Giovanni Etrusco, periodista de la RAI, me vengo a desayunar que el presi emprendió una cruzada para revertir el clima de desánimo en que está sumida la población. Emitió un decreto de necesidad y urgencia estableciendo la confianza irrestricta en todo lo nuestro y la obligatoriedad del elogio de los bienes del país, pertenezcan al reino animal, vegetal o mineral. Se instituyó una Semana de la Fe y el presi en persona salió a ponerle el pecho a la cosa.
–Por empezar –me informa Giovanni Etrusco–, invitó a la población a reunirse en la puerta de un banco local e hizo un depósito de sus ahorros en un plazo fijo a 180 días. Una suma sustanciosa. Se colocaron monitores en la calle para que todos vieran la operación. La afortunada cajera elegida por sorteo estaba emocionada y tuvo que contar cuatro veces el dinero. El presi salió del banco agitando en alto el comprobante del depósito y dijo: “Confiemos en lo nuestro y recuperemos los tradicionales y altos valores cívicos”.
–Se la jugó con ese plazo fijo, coraje no le falta –comento.
–El segundo paso fue visitar una de las hamburgueserías del payaso Ronald y se manducó dos hamburguesas de pollo y dos big, con papas fritas y helado de crema iridiscente. En la calle había una multitud pendiente del desenlace de la comilona. Varios hacían apuestas a qué salía por sus propios medios o en camilla. El presi se paró en la puerta, se limpió la boca con una servilleta de papel y dijo: “La desconfianza es nuestra enemiga, nada de lo que está asentado sobre el bendito suelo argentino puede albergar peligro para sus habitantes”.
–Otra apuesta de primera. Si pasa las cuarenta y ocho horas sin novedades, después no lo para nadie.
–Siguiendo con la propuesta de la confianza ambiental y alimentaria, visitó la costanera. El edecán de turno armó una caña de pescar y después de lanzar la línea desplegó una parrilla portátil y prendió el fuego. Mientras tanto el primer magistrado se pegó unas cuantas brazadas en el Río de la Plata y cuando salió ya lo estaba esperando un sabroso bagre amarillo a las brasas con mucho limón. El presi comió con buen apetito y dijo: “El pueblo de la Nación debe confiar en los productos que la madre naturaleza nos brinda, la pureza del agua de sus ríos y la calidad de los peces que en ellos habitan”.
–Si realmente se comió un bagre, estoy tentado de empezar a aplaudir.
–Después, para neutralizar de vez por todas los rumores que siempre regresan acerca de la inseguridad y la falta de controles en los ascensores, el presi subió y bajó por todos los ascensores del microcentro durante ocho horas, sin interrupciones, con un almuerzo frugal en movimiento. La multitud silenciosa siguió sus movimientos como se miran con los ojos grandes de asombro las piruetas de un avión en el cielo. Al terminar el presi dijo: “Es indispensable recuperar los valores cívicos y devolverle la confianza a los argentinos, porque un pueblo de gente temerosa es fácil víctima de la derrota”.
–Creo que este hombre me está empezando a ganar la voluntad.
–La quinta demostración estuvo dedicada al elogio del aire puro. El presi se trasladó hasta el nacimiento del Riachuelo y, con equipo deportivo, se dedicó a hacer ejercicios respiratorios y yoga. Dijo: “El aire de la patria es puro y sano en cualquier rincón de su geografía, por lo tanto invito a mis compatriotas a que me acompañen y no le escatimen nariz a nuestro aire”. La mayoría de la gente había ido con máscaras, barbijos y broches en la nariz, tiraron todo al demonio y aplaudieron.
–Ahí ganó otra buena pulseada.
–Para los próximos días tiene programado ir a tomar agua a Avellaneda. Dirá que el agua enriquecida con metales pesados es óptima para la fuerza de voluntad, el aplomo y el coraje cívico. Después vendrán una serie de asados de camaradería en el corazón de los focos de aftosa. Y finalmente, para alentar la confianza y la iniciativa de los lugareños, una serie de meriendas de trabajo en los bolsones de desocupación.
–Es una tarea enorme, después de estas demostraciones se acabaron los detractores.
–Algunos disconformes siempre quedan. Los del sindicato de artistas de variedades se están quejando. Los malabaristas, los domadores, los payasos, los contorsionistas, los trapecistas, los ilusionistas, los lanzadores de cuchillos, los tragasables, los tragafuego, todos se quejan. Dicen que el presi les está robando los espectadores, que lo suyo es competencia desleal y que además ni siquiera está afiliado al sindicato.

 

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