Por Eduardo Febbro
Desde
París
Vigilados, espiados, estrechamente
escoltados en sus desplazamientos, los medios islamistas moderados
y radicales son objeto de un cuidado especial en todos los países
de Europa. En Francia, desde la ola de atentados desencadenada por los
terroristas del argelino Frente Islámico de Salvación (FIS)
y el GIA, el contraespionaje francés sigue paso a paso los movimientos
de los individuos ligados a la llamada esfera radical. La
atención es tanto más constante cuanto que, en el curso
de la investigación sobre esos atentados, los medios policiales
descubrieron que el retrato y los métodos del terrorista mediooriental
tipo se parecía en muy poco a la realidad. Estudiantes, gente de
los suburbios, habitantes de las ciudades dormitorio ubicadas en los márgenes
de las grandes ciudades y modestos empleados o propietarios de almacenes
constituían lo esencial de ese ejército de las sombras
presente sobre todo en Francia, Alemania, Bélgica y también
en Gran Bretaña, Holanda e Italia.
Una fuente cercana a las investigaciones antiterroristas comenta que los
atentados perpetrados por el FIS y el GIA nos enseñaron a trabajar
de otra manera. Las redes terroristas actuales son muy distintas a la
de los años 80. Antes, lo esencial provenía del exterior,
es decir de las informaciones recabadas en los países calientes.
Ahora, sin desestimar la información exterior, el trabajo local
es un elemento determinante en la prevención de los atentados.
Los servicios especiales cambiaron profundamente su manera de trabajar
para adaptarse a esa nueva identidad del terrorismo internacional.
Los ejes más portadores son las labores de proximidad y la cooperación
con los países vecinos a través del intercambio de informaciones
obtenidas mediante esas operaciones de espionaje doméstico.
En la última semana, incluso antes de los atentados de Manhattan
y Washington, esas operaciones permitieron desactivar varias redes
durmientes instaladas en Francia, Alemania y Bélgica. Según
comenta un miembro del contraespionaje francés, la estrategia
actual consiste en neutralizar a todos los islamistas internacionalistas
que llaman la atención de los servicios porque estuvieron formados
en Afganistán, enviados a Bosnia-Herzegovina o a Chechenia y militan
en el seno de la Jihad Islámica Internacional.
Un día antes de los atentados en Estados Unidos y en base a informaciones
recogidas en medios islamistas, el contraespionaje francés remitió
a los jueces antiterroristas franceses un dossier para investigar eventuales
atentados en Francia contra los intereses norteamericanos. El jueves pasado,
ese dato obtenido en París dio lugar en Bruselas al arresto de
dos tunecinos. Ambos tenían ametralladoras Uzi y una lista
general de objetivos norteamericanos situados en Europa. Los especialistas
constatan que no todos los grupos radicales trabajan forzosamente con
el millonario de origen saudita Osama bin Laden. Como recuerda un agente
ligado a las investigaciones, se trata por lo general de mujaidines
itinerantes y radicales entrenados en los campos de Bin Laden pero que
no pertenecen necesariamente a su organización. Van de un lado
a otro y terminan instalándose en Europa bajo la identidad de inocentes
estudiantes.
La implantación de las redes terroristas en el suelo mismo de los
países del Viejo Continente obligó a los servicios especiales
a compartir las informaciones que antes estaban dispersas entre las distintas
estructuras. La actividad de la red Bin Laden es tal que, en Francia,
desde hace dos organismos como la DTS, RG y la DGSE pusieron en
común las informaciones sobre las redes de Bin Laden para hablar
con una sola voz con los anglosajones y los otros países concernidos.
Los observadores hablan hoyde cooperación de la sombra contra
el ejército de las sombras. Otro ejemplo de la eficacia de
ese trabajo cotidiano y en profundidad es la desactivación,
en diciembre del 2000, de un atentado preparado por uno de los grupos
de Bin Laden contra la catedral de la ciudad francesa de Estrasburgo.
Gracias al espionaje y al seguimiento de una red, los alemanes habían
obtenido en Frankfurt la información sobre el atentado. Luego la
transmitieron a los franceses que detuvieron a tiempo el operativo. Por
esa razón, desde el año pasado, Bin Laden está inculpado
por la justicia francesa.
Siempre me dio la impresión de ser un musulmán simpático
y que trabajaba mucho, dice Ditmar Machule, el profesor alemán
que dirigió la tesis de urbanismo preparada en la universidad de
Hamburgo por Mohamed Atta, uno de los terroristas a bordo del Boeing que
se estrelló contra una de la primera torre de Manhattan. Si
tuviera que definir el nuevo rostro del islamismo radical e internacionalista
sería el de una persona pacífica, perfectamente integrada
al medio que frecuenta, que jamás presenta signos de oposición,
sintetiza un especialista de los servicios encargado del tema Medio Oriente.
Tres de los implicados en los atentados de EE.UU. residieron o estudiaron
en Alemania. Aunque todavía no se los pueda objetivamente
ligar al grupo de Bin Laden, la implantación local de los islamistas
radicales, su mesura y la manera en cómo pasan desapercibidos refuerza
la convicción de que, para luchar contra esas redes, es preciso
trabajar con el oído pegado al piso y hacer constantemente una
labor de relación ante la más mínima sospecha,
adelanta un miembro de los servicios franceses. Ya no se trata más
como antes del supuesto enviado especial de un país
de Medio Oriente que viajaba a Occidente con una misión breve y
precisa. Las redes señala el mismo policía
juegan la carta de la instalación territorial a mediano plazo o,
todavía mucho más difícil de detectar, el reclutamiento
en Europa dentro de los sectores musulmanes pobres y marginalizados.
Hasta hace unos años, los grupos radicales trabajaban por su propia
cuenta sin conexión con los demás. Según afirman
los especialistas en terrorismo, actualmente, el efecto Bin Laden condujo
a una suerte de federación entre esas organizaciones. Eso
torna mucho más difícil su desmantelamiento y su identificación.
Con ese objetivo se reunieron el lunes en Bruselas jueces antiterroristas
y policías de Francia, Alemania, Holanda y Bélgica. Se trata
de compartir las informaciones y acelerar la cooperación internacional
en materia de lucha antiterrorista. Esta, aunque ha dado éxitos
concretos, dista de estar a la altura de las necesidades. Al cabo de la
reunión los jueces revelaron la existencia de una red de
mujaidines islamistas radicales que opera en Europa. Por ahora,
los jueces afirmaron que existen pruebas de que dicha red esté
ligada a la estructura de Bin Laden. El viernes, la Unión Europea
tendrá su cumbre antiterrorista, pedida de urgencia por Bélgica,
que ocupa este semestre la presidencia rotativa.
EL
APOYO DE JACQUES CHIRAC A GEORGE W. BUSH
En conflicto sí, en guerra no
Francia se solidariza con las
víctimas, pero parte de su opinión pública desconfía
de una respuesta rápida y devastadora, según demuestra el
amplio debate abierto por el Gobierno y los medios de comunicación.
Este equipaje de solidaridad con reservas es el que se llevó a
Washington el presidente, Jacques Chirac, quien por el azar de un calendario
pautado previamente fue el primer mandatario europeo que se entrevistó
con Bush tras los atentados. Fue claro: no se trata de una guerra
y Francia prefiere la palabra conflicto.
Chirac ratificó a George W. Bush la disponibilidad de Francia
para discutir todos los medios para que la lucha (contra el terrorismo)
sea eficaz. En una conferencia de prensa conjunta en la Casa Blanca,
Chirac calificó al terrorismo de mal absoluto y ratificó
que su país es totalmente solidario con Estados Unidos,
ya que erradicar al terror es un objetivo vital.
Los ministros franceses de Defensa y de Exteriores, Alain Richard y Hubert
Védrine, multiplicaron las advertencias contra la tentación
de una cruzada. Para Védrine, los terroristas esperan
una réplica masiva, indiscriminada, que desate una ola de
dolor y de odio sin precedentes entre el conjunto del mundo árabe
y musulmán contra el mundo occidental en su conjunto. Más
desconfiado aún, el ministro de Defensa, Alain Richard, sostiene
que una respuesta eficaz al terrorismo debe ser multilateral,
implicando a Rusia y a los Estados árabes. Y añade: El
espíritu de todos los responsables debe volverse hacia lo que pueda
reducir el peligro terrorista de manera duradera, y no simplemente hacia
una acción de castigo.
Un impresionante cortejo de presidentes, primeros ministros y responsables
de asuntos extranjeros visitaban Washington desde ayer. La quincena de
visitantes, provenientes de Europa, Asia y Oriente Medio, incluía,
además de Chirac, al premier británico Tony Blair, y a los
ministros de Relaciones Exteriores de Rusia, Igor Ivanov; de China, Jiaxuan
Tang; y de Arabia Saudita, príncipe Saud al Faisal. Este martes
también el secretario de Estado, Colin Powell, recibió a
su colega de Corea del Sur, Han Seung-Soo, uno de los principales aliados
de Washington en Asia, quien prometió colaboración total.
Varios de los países donde la fe musulmana es mayoritaria o excluyente,
o los vecinos de Afganistán temen los eventuales efectos desestabilizadores,
internos y regionales, de una campaña militar punitiva de amplitud.
El tema estará en primer plano en los encuentros con la presidenta
de Indonesia, Megawati Soekarnoputri, quien dirige el país con
mayor población musulmana del mundo y quien ya ayer estaba en Washington,
y con el príncipe saudita Saud al-Faisal, un fuerte aliado de Washington,
pero que ha reconocido al régimen talibán y que además
alberga en su territorio los principales sitios sagrados del Islam.
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