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DE LA RUA ECHO AL FREPASISTA FLORES POR SUS DECLARACIONES
Primer caído argentino en la guerra

El secretario de Desarrollo Sustentable había dicho que el Gobierno �no debe formar parte de un ejército de cowboys�, en referencia a la fuerza de retaliación que prepara EE.UU. El Presidente le pidió su renuncia, que el frepasista presentará hoy.

Rafael Flores acababa de asumir en el ministerio que conduce su copartidario Juampi Cafiero.

El presidente Fernando de la Rúa destituyó anoche al secretario de Desarrollo Sustentable y Política Ambiental, el frepasista Rafael Flores, por haber opinado que el Gobierno “no debe formar parte de un ejército de cowboys”, en referencia a la fuerza multinacional que pretende conformar Estados Unidos para responder a los ataques terroristas del martes pasado. La rapidez de la decisión –tomada apenas unas horas después de conocida la declaración de Flores difundida sólo por una agencia de noticias– es una clara señal del interés del Gobierno en mostrar una actitud de alineamiento absoluto con Estados Unidos. “Están tan sensibilizados por esta situación que eso les impide pensar con dignidad”, dijo Flores a Página/12 ayer a última hora.
El santacruceño Flores no llegó a estar ni un mes en su cargo. Había asumido el 27 de agosto pasado en reemplazo de Oscar Massei, quien renunció para presentarse como primer candidato a senador en Neuquén. Como Flores no había renunciado sino que sólo había pedido licencia a su banca de diputado, ahora reasumirá en la próxima sesión.
Había dos versiones acerca de cómo le habían llegado las declaraciones del ahora ex funcionario al Presidente. Una era que el equipo de comunicación fue el que dio la voz de alerta al leer el cable de la agencia NA que reproducía un tramo de un debate radial en el que había tomado parte Flores. La otra versión, que era la que circulaba en el Ministerio de Desarrollo Social del cual depende la secretaría, sostenía que la embajada de Estados Unidos se había comunicado con la Cancillería pidiendo explicaciones por esas declaraciones. Y que el canciller Adalberto Rodríguez Giavarini, enojado, fue quien llamó al Presidente.
Las dos declaraciones problemáticas fueron:
- “No debemos formar parte de un ejército de cowboys”.
- “La irracionalidad del actual orden económico fue lo que provocó la irracionalidad del atentado. No tengo dudas de que el atentado es irracional pero plantear esto como una guerra planetaria entre el bien y el mal es un error”.
Luego de la reunión de gabinete, el Presidente se había mostrado muy conforme por la “uniformidad” que habían mostrado sus funcionarios cuando les preguntó por su posición ante el conflicto. Pero, más tarde, los dichos de Flores echaron por los aires la uniformidad, y para el Presidente resultó suficiente para decidir su salida. De la Rúa llamó al ministro Juan Pablo Cafiero ordenándole que le pidiera la renuncia a Flores, disposición que cumplió minutos después. Según se informaba en la Rosada, la destitución se debía a que había pronunciado “declaraciones inconvenientes e incompatibles con la estrategia que fija el Gobierno”.
El hecho sirve para ilustrar la importancia que la primera plana de la Rosada le otorga al alineamiento sin fisuras con la posición norteamericana. Ningún entredicho de los muchos que hubo en el Gobierno en estos dos años de gestión provocó un tan rápido desenlace. Ni las posturas disímiles mostradas por los frepasistas y los radicales alfonsinistas en torno a la votación contra Cuba en las Naciones Unidas generó una reacción de este tenor. Ni tampoco aquel recordado desembarco de Juampi Cafiero en General Mosconi para atender los reclamos de los piqueteros que el Gobierno trataba de descalificar de todas las maneras posibles provocó más que enojos escondidos.
“Es lamentable, yo ni siquiera me siento mal. Dije lo que pensaba. Un periodista me preguntó mi opinión y se la di. No tenía instrucción en contrario”, explicaba anoche un sorprendido Flores. “Le voy a presentar la renuncia porque no quiere sentarme ni un minuto más en ese sillón”, agregó. En rigor, la renuncia –que presentará hoy a primera hora– no surge de una decisión propia sino que fue una disposición presidencial que el ministro Cafiero acató. Obviamente que anoche todavía no circulaba el nombre del posible reemplazante aunque el Frepaso insistirá en reclamar el lugar, algo que el Gobierno no pensaba poner en duda. En la Rosada, aseguraban que el Presidente había hecho bien en tomar una determinación tan rápido. “La posición del Gobierno estuvo muy clara desde el principio. Flores, aunque no pertenezca a un área que tenga que ver con las relaciones exteriores, tiene que darse cuenta de qué es lo que puede decir. Ayer pasó todos los límites, casi que justificó el atentado”, explicaba enojado un funcionario.

 

Análisis sobre la guerra, en el Gabinete

El presidente Fernando de la Rúa abrió la reunión de gabinete de ayer anunciándoles a sus ministros que Argentina “no será neutral” ante el conflicto bélico abierto con el atentado del martes pasado al Pentágono y las Torres Gemelas. Como justificativo, utilizó el argumento favorito del Gobierno: remarcó que Argentina fue dos veces víctima del terrorismo. Pero, luego, agregó que antes de tomar cualquier decisión respetará los caminos institucionales por lo que se evitará que “injustificadamente Argentina quede expuesta a situaciones de riesgo imprevisibles”.
El conflicto provocado por los ataques terroristas fue el tema que consumió más tiempo de gabinete. Luego de hablar, De la Rúa le pidió opinión a todos sus ministros y los jefes de los bloques legislativos. Según los voceros de la Rosada, de esa forma había conseguido “uniformidad” de opinión entre todos los funcionarios. No obstante, hubo diferencias. Por ejemplo, el jefe del bloque de diputados de la Alianza, Darío Alessandro, le anticipó al Presidente que el Frepaso no estaba de acuerdo con el envío de tropas a la fuerza multinacional que encabezará Estados Unidos. “Fue más bien un análisis en voz alta acerca de cómo veía la situación cada uno y de cómo pensaba que continuaría”, explicó uno de los ministros. El ataque terrorista también tiñó la parte económica de la reunión. El ministro de Economía, Domingo Cavallo, explicó cómo buscaría incentivar las exportaciones para que el país pudiera sacar algún rédito en el nuevo escenario mundial.
En un comunicado posterior el Gobierno buscó dar precisiones sobre la posibilidad de sumarse con tropas al conflicto. El escrito llevó la firma del Presidente pero en su redacción participó el equipo de comunicación. Allí el Gobierno explicó que apoyaba “decididamente las acciones que se lleven a cabo con el propósito de erradicar este flagelo mundial” pero que no estaba planteada la posibilidad del envío de tropas. Y que incluso hablar de ese tema en este momento sólo serviría para llevar más confusión dado que “todavía no existe precisión acerca de cuáles serán los alcances de la acción impulsada por Estados Unidos y el resto de la comunidad internacional”. Luego De la Rúa dijo que “han cambiado los escenarios clásicos, que ya fueron y hoy no se dan. Hoy el campo de batalla no es de ataque sino de defensa. Cada uno en su sitio brindando información, cuidando las fronteras, evitando la repetición de los hechos”.

 

OPINION
Por Enrique M. Martínez

Dominar o liderar

En toda organización humana hay un compromiso en la conducción. Para cumplir los objetivos que se fijen, o se domina a los miembros de la institución o se los lidera.
Dominar implica que la conducción fija las reglas: instruye a sus subordinados a ejecutarlas, mide los recursos de manera autónoma y hasta define cómo asignar los frutos del esfuerzo común.
El liderazgo, en cambio, necesita de la mirada de los otros. Es validado por el consenso colectivo, que asigna al líder la responsabilidad de conducir y los atributos deseados para ese rol.
Un liderazgo construido con solvencia es más trascendente y sustentable que cualquier esquema de dominación. Por eso, desde que el mundo existe, los intentos de dominación han querido disfrazarse de liderazgo. Y sólo han tenido éxito transitoriamente.
Estados Unidos como potencia hegemónica mundial, hace tiempo que está frente a esta disyuntiva. Presiona, condiciona, domina, en suma, a decena de países y a la vez disemina su cultura por el mundo, convirtiéndose en un imán para las clases más ilustradas de estos mismos países, con lo que dibuja la cáscara del liderazgo. Nos atrae y nos agrede. Nos convoca y nos humilla. Es un equilibrio inestable, muy inestable, que queda brutalmente en evidencia cuando miles de seres humanos, en el corazón del imperio, se evaporan por una violencia sin rostro, que en esencia surge desde dentro del propio sistema.
El tránsito de la dominación, cualquier sea el disfraz detrás del cual se la esté escondiendo, a un liderazgo auténtico, es imprescindible para todos. Para el pueblo americano, si es que ha de vivir en paz. Para nuestros pueblos, si hemos de recuperar la dignidad y con ella, nuestra esperanza.
El liderazgo a ejercer está casi en los antípodas de la cacería antiterrorista que George Bush prepara, que dividirá al mundo y antes que eso a los propios Estados Unidos. El reclamo presente es, en cambio, aterrizar de la retórica a la justicia y la igualdad de oportunidades, en cada lugar y en cada momento. También en nuestro país, tan castigado por la dominación de afuera y de adentro: por los discursos vacíos de acción, por la capacidad de temblar con el horror satelital y la incapacidad de confrontarlo con la lenta agonía del tejido social argentino.

* Secretario de Empleo.

 

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