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Casi dos docenas de expedientes
que pueden reenviarlo a prisión

Quedan abiertos más de 20 procesos contra el ex funcionario. Bastarían dos condenas para que deba cumplir prisión efectiva.

León Arslanian, el actual abogado del ex interventor del PAMI.
Ayer tuvo un fallo positivo, pero le queda mucho trabajo pendiente.

Por Adriana Meyer

Las sombras de los barrotes no lo abandonan. Zafó de la causa más pesada, la que lo llevó a la cárcel. A ella había ingresado pidiendo una Biblia. Ayer salió agradeciendo a Dios y bendiciendo a sus abogados. Pero Víctor Alderete seguirá concurriendo a los tribunales de Comodoro Py. El juez federal Gabriel Cavallo lo convocó a declaración indagatoria en la causa referida a la compra directa de audífonos para hipoacúsicos a un valor que duplicaría el de mercado. Además, tiene una veintena de procesos abiertos en los que ya cosechó cuatro procesamientos. Aunque en ninguno está acusado por delitos cuya gravedad implique pena de prisión, el ex funcionario menemista podría volver a ser procesado por asociación ilícita si en alguna de las causas la Justicia toma en cuenta la existencia de las otras veinte. Página/12 pudo saber que el juez Rodolfo Canicoba Corral no se mostraría dispuesto a hacerlo, pero otro magistrado puede estarlo. La otra hipótesis que llevaría a Alderete de nuevo tras las rejas es la de la acumulación de dos sentencias condenatorias en sendos juicios orales.
En la primera resolución de la Cámara Federal, que ratificó la prisión preventiva del ex presidente del PAMI, el camarista Martín Irurzun había destacado que “el juez a cargo de la instrucción de este delito (asociación ilícita) debe tener en cuenta todas las investigaciones tramitadas en el fuero”, las que “deberán ser actualizadas y analizadas”. Una fuente cercana a la sala II de la Cámara Federal porteña explicó que el espíritu de la resolución de ayer es que “vuelvan a investigar mejor los hechos”, y no se expidió sobre cuestiones doctrinarias relacionadas a la asociación ilícita. Aunque fue muy clara en decir que con los elementos recogidos por el ex juez Adolfo Bagnasco “no hay mérito” para procesar a los imputados ni por ese delito ni por administración fraudulenta.
Quienes conocen a fondo los expedientes que incriminan a Alderete especularon ante Página/12 que la decisión de los camaristas no cierra las puertas para que la denuncia original de la Oficina Anticorrupción pueda derivar en un nuevo procesamiento por asociación ilícita. Y razonaron que “el juez puede hacerlo si cumple con lo que indicó Irurzun”, cuando votó contra la liberación de Alderete. Las fuentes aclararon que esto no implica generar una megacausa contra el ex funcionario sino “evaluar” en conjunto todas las acusaciones en su contra como un todo, que derivaría inevitablemente en una imputación como jefe de la banda que defraudó al Estado a través de su gestión en el PAMI. Sin embargo, este diario pudo saber que los investigadores comandados por el juez Canicoba Corral descartan la posibilidad de volver a encarcelarlo, y apuestan a un nuevo procesamiento pero por un delito excarcelable.
Hace dos años, el abogado Ricardo Monner Sans denunció el pago de un sobreprecio de 18 millones de pesos en la compra de audífonos para sus afiliados, durante la gestión de Alderete. Ahora el juez Cavallo lo llamó a prestar declaración indagatoria por el delito de fraude a la administración pública para el 26 de septiembre, junto a quienes integraban su directorio y a los responsables de la empresa Matter Medical. Pero esta es sólo una de las numerosas causas que aún lo atan a los tribunales (ver aparte). A su vez, él inició acciones por calumnias e injurias contra Monner Sans, Horacio Embón, Alicia Oliveira, Marcelo Tinelli y contra los ex interventores del PAMI, Cecilia Felgueras, Angel Tonietto y Horacio Rodríguez Larreta.

 

Las causas más importantes

Sobre un total de 23 causas, éstas sobresalen en importancia:
- Medicystem. La Cámara Federal ratificó su procesamiento por administración fraudulenta en la contratación de esa empresa para el servicio de kinesiología y fisiatría por 1 millón de pesos mensuales.
- Cajas. El mismo tribunal confirmó su procesamiento por “sustracción y ocultamiento” de documentos del PAMI que se llevó a Morón.
- ISSB. El ex juez Bagnasco lo procesó por incumplimiento de los deberes de funcionario público y malversación de caudales, en la causa sobre el vaciamiento del Instituto de Servicios Sociales Bancarios.
- Virtual privatización del PAMI. A partir de información publicada por Página/12 y de la denuncia de la empresa AMI, el ex juez Literas investigó irregularidades en la licitación convocada para adjudicar el gerenciamiento de todos los servicios de salud de la obra social.
- Cámara oculta. La Cámara Federal confirmó su procesamiento por omisión de denuncia. Telenoche Investiga registró un pedido de “retornos” al dueño de una clínica. Alderete había sido advertido del hecho antes de la emisión televisiva pero no hizo la denuncia.
- Funeral home. El ex juez federal Gustavo Literas lo investigó por presunto cohecho en la contratación de esa empresa intermediaria.
- Despidos y discriminación. La jueza María Servini de Cubría investiga el despido de trabajadores del PAMI por motivos, aparentemente, gremiales.
- Evasión impositiva por unos 70 mil pesos. Alderete intentó justificar ante una inspección de la DGI un incremento en su patrimonio mediante una escritura que daba cuenta de un préstamo inexistente.

 

OPINION
Por Luis Bruschtein

Faltan leyes más duras

Hay una máxima escrita en el frontispicio del Partenón argentino –si es que lo hubiera– que dice: “La coima es un delito pero una comisión millonaria es un buen negocio”. Apoyándose en este pensamiento elevado se erigió en Argentina un capitalismo fuerte y pujante que ha llevado al país a los primeros puestos mundiales en guarismos estratégicos como crecimiento, riesgo–país, endeudamiento externo, tasas de empleo y desempleo y quiebras generalizadas. Argentina es una gran impotencia.
Las leyes, o el funcionamiento de la Justicia, parecen ordenarse alrededor de estos principios básicos que ha decantado la cultura política nacional. O sea: se supone que una comisión millonaria estimula la realización de un negocio más millonario todavía. Y los grandes negocios dinamizan la economía general. Entonces, el que pierde tiempo en licitaciones burocráticas y discute precios, en realidad está poniendo trabas a la economía, es un mal funcionario que además corre el riesgo de ir preso porque, ipso facto, debe soportar la presión de los lobbies de las empresas contratistas.
Por algo debe ser también que muchos periodistas económicos –que en su tiempo libre asesoran a estas contratistas–, así como medios del ámbito financiero, suelen descargar su artillería sobre estos funcionarios discutidores de precios y poco mencionan de los casos de comisiones o grandes coimas. En general, estos medios desconfían de las denuncias de corrupción, pero se quejan del gasto público y exigen todo el tiempo que el gobierno despida empleados y baje los salarios.
Es una forma de ver las cosas, que casualmente coincide con la que tiene la justicia, porque hasta ahora, de todas las grandes denuncias de corrupción, casi no hay condenas en firme. En la mayoría de los casos se considera que las denuncias no fueron suficientemente probadas y en otros les han tenido que agregar la figura de asociación ilícita porque estafar millones al Estado es un delito excarcelable. Como estafador queda libre, pero como jefe de una asociación ilícita para estafar va preso. Las estafas millonarias al Estado no son considerados delitos de envergadura por la ley. Igual que si un banquero estafa a sus ahorristas.
En este momento en que el ex titular del PAMI, Víctor Alderete, recupera su libertad, Emilio Alí, un trabajador desocupado, está cumpliendo cinco años de condena en la cárcel de Batán por haber ingresado a un supermercado para exigir comida. Para la Justicia, Alí es un delincuente más peligroso que los innumerables personajes acusados de corrupción y de estafas millonarias en perjuicio de millones de personas. Ni siquiera tuvieron que aplicarle la figura de “jefe de una asociación ilícita para exigir comida”. Simplemente lo metieron preso cinco años por exigirla.
Resulta claro que si los jueces tienen que aplicar la figura de “jefe de asociación ilícita” para encarcelar a los corruptos, es porque la ley no es estricta con este tipo de delitos. Falta un encuadramiento más severo. La pena para el funcionario corrupto no puede ser excarcelable. Es un delito de tipo social que produce infinitamente más pérdidas que la delincuencia común, incluyendo a los asaltantes de bancos, y además afecta profundamente las instituciones democráticas. No se llega a la corrupción por necesidad, no se hace por hambre o marginación, sino por inmoral y porque no está demasiado claro que ser corrupto sea social, cultural o políticamente incorrecto.

 

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