Por Marcelo Justo
desde
Londres
La historia de Afganistán
está plagada de invasiones extranjeras. En todos los casos desde
Alejandro Magno hasta la Unión Soviética, pasando por el
Imperio Británico en el siglo XIX los afganos han contado
con la invalorable ayuda de su geografía montañosa para
expulsar a los invasores. El general británico Julian Thompson,
comandante de la tercera brigada durante la guerra de las Malvinas y actual
profesor de Historia de la Guerra en Kings College, es consciente
de las complicaciones que plantea un operativo militar. En diálogo
con Página/12 evaluó las posibilidades de éxito de
una campaña en Afganistán, estimó que la lucha antiterrorista
tomará dos décadas y, lo más asombroso, sobre todo
a ojos argentinos, no descartó la realización de operaciones
clandestinas, estrategia que incluiría el uso de la desaparición
como metodología represiva.
¿Qué tipo de operación militar llevaría
usted a cabo en Afganistán?
Reduciría al mínimo las operaciones aéreas
y los misiles que son imprecisos e indiscriminados y que sólo servirían
para castigar a una población civil duramente golpeada por su propio
gobierno. A mi juicio, habría que emplear una fuerza especial de
operaciones para atacar los centros neurálgicos de Osama Bin Laden
y objetivos militares de los talibanes.
¿Qué es una fuerza especial en términos militares?
Es una fuerza que se emplea en operativos de corta duración
con objetivos muy concretos en un tiempo definido. Son tropas terrestres
que pueden operar de dos maneras: combatiendo o dirigiendo el ataque que
realizan otros efectivos, como las fuerzas aéreas. Es muy diferente
a una fuerza terrestre que se plantee una invasión y que requiere
una logística mucho más complicada. Una fuerza especial
como la que propongo requeriría miles de efectivos. Una fuerza
como la que luchó en la guerra del Golfo tenía medio millón
de soldados.
¿Qué problemas enfrentaría?
Afganistán es uno de los más países más
impenetrables y montañosos que hay en el planeta. Está rodeado
de naciones islámicas: Irán, Pakistán, los ex miembros
de la Unión Soviética Turkmenistán, Uzbekistán
y Tajikistán. Los países amigos más cercanos son
Turquía y Rusia. De modo que se requiere una meticulosa preparación
previa. Esto es un problema porque hay una fuerte presión de la
opinión pública estadounidense para que se haga algo. Militarmente,
sería aconsejable esperar, quizás hasta el año próximo,
para poder planear bien la misión y también para que el
enemigo no sepa cuándo viene el ataque, con lo que crecerían
las posibilidades de desgastarlo. Una operación montada con paciencia
podría ampliar las posibilidades de crear una alianza amplia y
de afinar al máximo un elemento clave de la estrategia: la inteligencia.
Esta es fundamental para saber donde está el enemigo y qué
tipo de fuerzas puede oponer, que son los grandes enigmas de esta campaña.
Una operación apurada puede ser contraproducente.
El presidente George W. Bush ha dicho que el enemigo es el terrorismo
y los países que lo amparan. Se supone que el movimiento de Bin
Laden, el al-Qaida, tiene organizaciones amigas en casi 22 países.
¿Es posible una campaña militar de esta envergadura o se
trata de un exceso retórico de Bush?
Una guerra contra el terrorismo es una estrategia a largo plazo.
Es una guerra que se gana con muy buena inteligencia y extrema paciencia
y perseverancia. Diciendo a los gobiernos: Si ustedes defienden
a estosgrupos, se pondrán en la línea de fuego. En
esta guerra no hay alternativas, salvo rendirse. Yo creo que va a durar
como mínimo 20 años.
Un ataque contra Afganistán generará represalias contra
Occidente. Después de lo sucedido el martes de la semana pasada,
¿es posible imaginar ataques contra instalaciones nucleares en
Estados Unidos o Europa?
Cualquier objetivo financiero o militar estará bien arriba
en la lista de los grupos terroristas. No me cabe duda de que vamos a
experimentar nuevos shocks. Esto va a requerir medidas extraordinarias
de seguridad. Por ejemplo: si un avión se encuentra cerca de una
instalación nuclear tendrá que ser derribado.
¿Qué otros medios se pueden emplear además
del militar?
Sanciones, boicot, bloqueo. Hay una serie de medidas que se han
utilizado en el pasado. Pero para lidiar con esta gente también
hay otras posibilidades, como la utilización de métodos
clandestinos.
¿Métodos clandestinos?
Como la desaparición. No digo que se va a hacer eso. Digo
que es una posibilidad. Obviamente despertaría mucha polémica.
Otra estrategia es la prohibición de organizaciones que predican
este tipo de violencia en Occidente. No se puede permitir la existencia
de grupos que incitan a estrellar aviones contra edificios civiles desde
las páginas de Internet. La ley deberá cambiar para tomar
en cuenta que estamos en una situación de emergencia. En una guerra
se encierra a la gente que puede causar daño.
¿No hay que solucionar temas políticos, como la cuestión
palestina, o económicos, como la pobreza, que están en la
base de todos estos problemas?
Totalmente de acuerdo. La situación actual es un resultado
directo de lo que ocurrió en 1948 con la creación del Estado
judío. Esa es la causa: para darle un hogar a un pueblo, se le
quitó la tierra a los otros. Creo que habrá que persuadir
a Israel a que haga concesiones. Esa debería ser la estrategia
a largo plazo: encontrar una salida al conflicto palestino- israelí.
No cabe duda de que el alineamiento estadounidense con Israel ha conducido
a esta situación. Aunque nada justifica lo que se hizo la semana
pasada
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