Por Raúl
Kollmann
El juez Juan José Galeano
reconoció en un escrito que ordenó destruir las cintas de
video en las que filmó declaraciones y testimonios de imputados
en la causa AMIA. El magistrado no dio precisiones: no dijo cuántos
videos se filmaron ni qué testigos o imputados y mucho menos de
qué se trataban los diálogos o testimonios que se registraron.
La propia filmación, sin consentimiento de las personas filmadas,
ya provoca una fuerte polémica judicial y mucha más polémica
levantará el hecho de que se hayan destruido las cintas.
El escrito al que Página/12 tuvo acceso exclusivo está
dirigido al Tribunal Oral Federal número 3, el mismo que conducirá
el juicio oral que empieza el lunes, y obviamente reconoce que se
filmaron algunas entrevistas o declaraciones con el propósito de
contar con un reflejo más fiel o real de lo narrado en las mismas
y efectuar análisis más profundos. La metodología
de filmar sin que el involucrado sepa ya había trascendido después
del escándalo que se produjo cuando apareció, robado del
juzgado de Galeano, un video en el que el magistrado aparecía negociando
con Carlos Telleldín una suma de dinero a cambio de su testimonio.
Ribelli obtuvo la cinta y, según Galeano, trató de extorsionarlo.
En concreto, lo que aparecían negociando el juez y Telleldín
era que éste iba a declarar que le entregó la camioneta
que explotó frente a la AMIA a una patota de policías bonaerenses
encabezados por Juan José Ribelli. Si ese hecho, la entrega de
la camioneta, fue verdadero o falso es lo que se juzgará en el
proceso que se inicia el lunes.
Lo que ahora queda en evidencia es que Galeano filmó otros videos
tal vez unos 20 y que ordenó su destrucción.
Este hecho ya había sido denunciado el año pasado por quien
fuera secretario de Galeano, Claudio Lifchitz, quien además sostuvo
que los videos fueron después usados para doblegar a algunos de
los testigos. En una palabra, que se filmaban diálogos del juez
con personas que iban a verlo, no se les advertía que se los estaba
registrando y después se los intimidaba diciendo que estaban filmados.
En su escrito, Galeano alega también que de los diálogos
quedaba constancia en actas, algo que de ninguna manera está comprobado.
El día en que filmó la negociación con Telleldín,
se hizo constar en actas que el imputado había pedido que se le
mejoraran las condiciones de las visitas a la cárcel.
Pero tal vez lo más serio es que ahora no quedaron evidencias de
esas filmaciones. Lifchitz sostuvo hay una causa abierta en el juzgado
de Claudio Bonadío que Galeano cometió graves irregularidades
en la causa para tapar maniobras de la SIDE y, entre ellas, mencionó
la destrucción de los videos en el domicilio de la familia de uno
de los secretarios, Carlos Velazco, en San Isidro. Ahora, Galeano reconoce
que efectivamente le ordenó a su secretario que destruya los videos,
algo que habrá que ver si no constituye el delito de destrucción
de prueba.
El juez sostuvo en el escrito que ante el escándalo de la aparición
del video en el que aparece su negociación con Telleldín,
tras la supuesta extorsión de Ribelli, consideró que los
videos eran un riesgo para la investigación y en lugar de ponerlos
en un lugar ultra-seguro, ordenó destruirlos. El gran problema
es que ahora ya nadie podrá saber qué contenían en
verdad y si eso era o no importante para saber qué pasó
en la investigación del caso AMIA.
Ex militares, en jaque
Los fiscales Miguel Romero y María Fernández Rodríguez
Orge pidieron penas de entre tres y cuatro años de cárcel
para ocho ex militares acusados de robar armas al Ejército
y de venderlas a delincuentes en una causa derivada de la investigación
del atentado a la AMIA. Los fiscales señalaron a Carlos Coppe,
Ricardo Villarino, Miguel Angel Lobera y Oscar Pérez, Luis
Pelle y Raúl Salamone por su participación en una
asociación ilícita y por tenencia ilegal de armas
de guerra, municiones y explosivos. Luis Rodríguez y Carlos
Manuel Brítez sólo fueron responsabilizados por el
segundo delito. La actividad de esta sociedad era un peligro
para la seguridad pública. Está probado que una compra
de armas controlada -mediante un agente encubierto importa
en manos civiles un poder ofensivo excesivo y destacable por su
peligrosidad, dijo Romero. El ex integrante del Modin Jorge
Pacífico, Luis Alberto Ferreyra y el único civil implicado,
Rubén Mansilla, fueron beneficiados con el pedido de absolución
de los fiscales. Aunque a estos imputados se les dictó falta
de mérito en la causa sobre el ataque a la mutual judía,
su vinculación con la conexión local no
fue descartada por las querellas AMIADAIA.
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Todo
en números
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85
las víctimas
fatales que dejó el atentado.
5
los acusados considerados como partícipes
necesarios del atentado: Juan José Ribelli, Raúl
Edilio Ibarra, Anastasio Leal, Mario Bareiro (todos policías
al momento de producirse el atentado) y el armador de autos con
partes robadas, Carlos Telleldín.
20
el número total de acusados en la causa.
300
los kilos de explosivos colocados en la Traffic
que se incrustó en la AMIA, aunque hay peritos que hablan
de que se usó la mitad de esa cifra.
400.000
los dólares que supuestamente
recibió Telleldín para impli-
car al ex comisario Ribelli.
2.500.000
los pesos que como una presunta herencia
anticipada recibieron los hermanos Ribelli. El juez cree que,
en realidad, ése fue el pago por colaborar con el atentado.
4
los fiscales de la causa: Eamon Mullen, José
Barbaccia, Alberto Nisman y Angel Romero.
3
los jueces del tribunal: Miguel Pons, Guillermo
Gordo y Gerardo Larrambebere. 1500 serán los testigos.
10
la cantidad mínima de meses que se prevé
que durará el juicio.
200
los policías que custodiarán el
proceso judicial.
300
los periodistas extranjeros acreditados para
seguir el juicio.
600.000
los pesos gastados en reacondicionar el subsuelo
de Comodoro Py en el que se desarrollará el juicio.
0
las cámaras de televisión para
ver en directo el proceso, ya que la TV no fue autorizada a transmitir
en vivo.
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