Por Horacio Cecchi
Cuentan los investigadores
que cuando entraron a su casa, en Villa Ballester, entre la desesperación
y los reflejos apenas atinó a tomar los billetes y arrojarlos al
inodoro. No tuvo tiempo de desprenderse de todo. También aseguran
que la numeración de los casi cinco mil pesos rescatados coincidía
con los billetes del rescate pagado por el empresario Abraham Awada. Suponen
que actuó como entregador. Si es cierto, su trabajo como caddie
del Golf Club San Andrés constituía un lugar clave. Allí
lo llaman Carlitos. Y tiene 22 años. En el golf club,
entretanto, apenas si empezaban a superar el mal trance del secuestro
de Awada cuando la conmoción volvió a aflorar entre los
hoyos y el green.
Lo seguían desde hace dos semanas, cuando lo relacionaron con Miguel
Angel Bettiga, considerado como el cráneo de la banda. En otros
dos allanamientos, hallaron otros cinco mil pesos. De todos modos, fuentes
judiciales prefieren no confirmar aún la responsabilidad del caddie
y sólo hablarán de sospechas hasta pasada la indagatoria.
Tienen sus motivos. Dos de los tres primeros detenidos fueron liberados
por falta de pruebas, y la defensora oficial del tercero pidió
la nulidad de lo actuado por vicios desde el inicio: no hubo nadie presente
de la defensa durante el reconocimiento.
Durante la mañana, 30 policías de la DDI de San Martín
realizaron tres allanamientos en Villa Ballester. Las tres viviendas tienen
una particularidad: se encuentran en un radio de tres cuadras a la redonda.
Uno de los operativos se realizó en 11 de Septiembre al 5200, la
vivienda del caddie del San Andrés. A la vuelta, sobre Lafayette,
se encuentra la casa de una mujer según fuentes policiales,
la novia de Bettiga, también allanada. A tres cuadras, sobre
Caseros, la casa del mismo Bettiga fue incluida en el programa. Las tres
están ubicadas a unas 25 cuadras del club y del lugar de donde
fue secuestrado Awada, aunque está claro que, por sí sola,
la proximidad geográfica no indica nada.
La punta la empezamos a tener hace quince días aseguró
a Página/12 una fuente policial. Investigamos a los empleados
de la familia Awada, a los del club de golf, amistades. Obtuvimos la información
de que uno de los caddies venía ausentándose desde que tuvo
lugar el secuestro. Y analizándolo un poco más, descubrimos
que conocía a la novia de Bettiga. A partir de ahí empezamos
a seguirle los pasos.
Abraham Awada, de 78 años y dueño de una cadena de locales
de venta de ropa femenina, fue secuestrado el 20 de agosto pasado cuando
se retiraba del Golf Club San Andrés, tras jugar unas partidas
de cartas con amigos. Seis días más tarde fue liberado,
después de que su familia pagara un rescate de 300 mil pesos.
Con una orden de allanamiento, ayer se decidió dar el paso. Según
la misma fuente, cuando los policías entraron a la casa del caddie
se ve que quiso sacarse de encima la plata y empezó a tirarla
en el inodoro. Rescatamos 4550 pesos. La numeración coincide con
los billetes pagados por la familia de Awada para su rescate aseguró.
No tiene antecedentes. Lo que pasa es que al pibe le hizo el coco Bettiga,
y lo metió en todo esto. Otros tantos billetes fueron secuestrados
del resto de los operativos, hasta sumar alrededor de 10 mil pesos.
Las sospechas apuntan a la participación del caddie como entregador.
Pero recién hoy, después de la indagatoria, el juez federal
de San Martín Hugo Gurruchaga estará en condiciones de comprobar
las evidencias y definir la situación del detenido. Por el momento,
sólo se trata de sospechas. El caso volvió al secreto de
sumario.
Sin contar la de ayer, el caso Awada registró tres detenciones,
dos mujeres y un hombre, en el barrio Santa Rita, de Boulogne. Inicialmente
habían sido señalados por la Bonaerense como los encargados
de la custodia del empresario. Pero hace pocos días, Gurruchaga
ordenó la libertad de dos de ellos por falta de mérito.
Sólo quedó detenida Ana María Lazo, a quien Awada
reconoció en una foto. El juez le trabó un embargo de 600
mil pesosy la acusó de haber mantenido al empresario cautivo en
su casa durante las primeras 24 horas del secuestro. Pero el lunes pasado,
su abogada, la defensora oficial Carmen de la Vega, pidió la nulidad
de lo actuado, afirmando entre otras cuestiones que el trámite
de reconocimiento se llevó a cabo sin su presencia como representante
de Lazo.
Entretanto, en el San Andrés todo es conmoción. Primero,
porque nadie imaginaba que uno de sus socios sería víctima
de un secuestro extorsivo. Y cuando había pasado el impacto, detuvieron
al caddie, uno de los cincuenta que trabajan en el golf. Carlitos (así
lo apodan) lleva ocho años en el San Andrés, está
en la mejor de las tres categorías y cobra entre 35 y 40 pesos
la ronda, que dura alrededor de cuatro horas. No era el caddie utilizado
habitualmente por Awada. Para nosotros es impensable, aseguró
a este diario un empleado del golf. Es trabajador y honrado. Y tuvo
un acto honorable de encontrar una billetera, con dinero y tarjetas, y
la devolvió.
LO
SECUESTRARON EN SU AUTO PARA ROBARLE EN EL CAJERO
Asalto a un ejecutivo francés
Marc Daefler es un ejecutivo
francés, pero vive en el país y fue víctima de un
delito ya típicamente argentino: mientras estacionaba el auto en
la puerta de su casa fue abordado por tres jóvenes que lo secuestraron,
lo llevaron hasta un cajero automático y allí lo obligaron
a extraer mil pesos. Los ladrones se quedaron con la plata y con el auto
del empresario y escaparon.
El hecho ocurrió el martes a las 21.30, cuando Marc Daefler, un
ciudadano francés de 35 años y director de la región
Norte de un hipermercado de ese origen, llegó a su casa ubicada
en la calle Pedro Goyena al 2300, en las barrancas de San Isidro, en su
auto Volkswagen Passat. Cuando bajó para abrir el garage, fue interceptado
por tres jóvenes de entre 20 y 25 años uno de ellos
armado, quienes lo obligaron a subir al auto. Pese a que en la zona
hay una garita de seguridad privada, nadie se percató de lo que
estaba ocurriendo, ni siquiera en la propia casa de Daefler.
Uno de los ladrones se puso al volante y condujo al grupo hasta el cajero
automático de una sucursal del Banco Galicia sobre la avenida Maipú,
en pleno centro de Vicente López. Allí, el ejecutivo bajó
con los otros dos hombres, que lo obligaron a extraer mil pesos del cajero.
Volvieron a subir al auto y luego de ser paseado por unos minutos fue
liberado ileso. Los asaltantes escaparon en el auto de Daefler, después
de sacarle las tarjetas de crédito, los documentos y su reloj.
Una hora después, el hombre hizo la denuncia en la comisaría
2ª de San Isidro, donde se instruyeron actuaciones por privación
ilegal de la libertad, robo calificado y robo de automotor.
El francés pudo sentirse como un empresario argentino. Los primeros
días de julio, dos altos directivos de grandes empresas sufrieron
golpes similares. El 1º de ese mes, un gerente de sistemas de Pérez
Companc fue abordado, junto a su familia, en la puerta de su casa de Ramos
Mejía por dos hombres armados, fue obligado a recorrer cajeros
automáticos para sacarle dinero y los ladrones llegaron a comprar
ropa deportiva con la tarjeta de crédito de su esposa. Tres días
después le tocó el mal trago a un directivo de una automotriz,
al que cinco hombres lo interceptaron mientras viajaba en su auto junto
a su chofer en la localidad de Pablo Podestá. También lo
obligaron a retirar dinero de un cajero automático, le robaron
todo lo que llevaba encima y se llevaron su auto.
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