Por Rocío
Ayuso
La vida cultural estadounidense
va recuperando la normalidad, pero se trata de una normalidad muy relativa:
pasada la primera conmoción por los atentados, los medios están
implementando cambios en sus contenidos para no ofender la moral nacional
en momentos de duelo. No podría ni pensar en publicar chistes
de perros y psiquiatras, dice David Remnick, director The New Yorker,
prestigioso semanario conocido por alternar sus análisis de la
sociedad con ironías y comentarios mordaces. Por primera vez en
sus 75 años, el semanario salió a la calle sin esa nota
de humor e ironía, ausentes también en otras formas culturales
que, poco a poco, van recobrando la normalidad. Tras una semana de ausencia
desde los atentados terroristas, el presentador de televisión David
Letterman regresó el martes a los hogares de los estadounidenses.
Sin embargo, su nuevo formato reflejó el pesar de la ciudad que
alberga Late Show, eliminando el monólogo inicial,
lleno de bromas e ironías sobre la actualidad, así como
la lista de las diez cosas más llamativas de la semana. Si
vamos a continuar haciendo el programa, necesito parar. Hemos perdido
5 mil neoyorquinos... algo muy triste, dijo.
Siguiendo los deseos del gobierno estadounidense y del alcalde de Nueva
York, Rudolph Giuliani, las cadenas de TV decidieron incluir en sus programas
deportivos el himno nacional mientras tres canciones de corte patriótico
como American Patriot, God Bless the U.S.A. o
Stars and Stripes Forever se situaron entre las diez más
vendidas en la lista de Amazon.com. Las radios, por su parte, distribuyeron
esta semana diferentes listas con canciones que deben evitarse en estos
momentos, por que pueden ser de mal gusto. Great balls of fire
de Jerry Lee Lewis, Dust in the wind de Kansas, Stairway
to heaven, de Led Zeppelin, New York, New York por Frank
Sinatra, Knockin on heavens door de Bob Dylan
y Puente sobre aguas turbulentas de Simon y Garfunkel figuran
entre los temas desaconsejados. El semiólogo Robert Thompson afirmó
al diario Los Angeles Times que la ironía como forma de comunicación
es adecuada para los tiempos de paz, pero ahora está en duda.
No todos participan de esta opinión y estrellas de radio como Howard
Stern prefirieron la provocación, entrevistando a un supuesto miembro
del Ku-Klux-Klan para preguntarle si podría participar en los esfuerzos
de rescate. Como aseguró Bill Maher, al frente del programa Politically
Incorrect, hay cosas que nos hacen reír. No nos hacen
ser malos. A pesar de su defensa de la ironía y el sarcasmo
que dominan sus programas, donde se comentan los acontecimientos de la
semana, Maher reconoció que esta nueva etapa será un
poco más seria. La seriedad retrasó la vuelta a la
normalidad de otros programas en Comedy Central como la serie Thats
my Bush, comedia centrada en el presidente George W. Bush y la vida
en la Casa Blanca, o el de entrevistas The Daily Show. Los
cambios también cuentan con detractores, como es el caso de Ed
Zwick, realizador de películas como The Siege, quien, de forma
realista, no sabe durante cuánto tiempo los estadounidenses mantendrán
esta renovada corrección política. Nadie debe de ser
nunca censurado, afirmó mientras los estudios continúan
eliminando de sus próximos estrenos cualquier referencia al terrorismo,
a las Torres Gemelas o, incluso, a Nueva York.
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