Por Hilda Cabrera
Cuando en 1993 visitó
por primera vez la Argentina, el grupo Ilotopie fundado en 1983
por Bruno Schebelin en una isla del sur de Francia asombró
al público, mostrando a una pareja de novios y su cortejo que,
precedidos por un carro repleto de utensilios caseros, avanzaba conformando
una fantasmal procesión, totalmente pintada de blanco. Esperaban
a los protagonistas cuatro inmensas jaulas, donde finalmente se introdujeron
los actores (cinco en total, sólo que los novios ocupaban una).
Encerrados y puestos en acción, unos y otros emprendieron la tarea
de untarse con sustancias coloreadas que luego espumaban, conformando
una masa inflable que se endurecía como una estalactita. Este material
(espuma de poliuretano) acabó entrampando a esas figuras que actuaban
escenas de la vida cotidiana. Ese trabajo, que mostró esculturas
vivientes y creó embalajes (a modo de simbólicos ataúdes)
para quienes viven presos de la rutina, se llamó La espuma enjaulada,
espectáculo que Ilotopie llevó además en gira nacional.
En este retorno (que no contempla una gira), la compañía
trae a Buenos Aires Les menus plaisirs (expresión que en francés
significa caprichos), cuyo tema central es el placer desmedido.
Se lo podrá ver, y también participar de él, mañana
y el sábado a las 21.30, y el domingo a las 20. El espectáculo,
que tiene una duración aproximada de cuatro horas, se desarrollará
en diferentes espacios del Centro Cultural Recoleta (Junín 1930):
en una de sus explanadas y en el Auditorio.
En una entrevista con Página/12, la actriz Françoise Léger,
directora de Ilotopie (grupo que tiene su sede en Port Saint Louis), adelanta
aspectos de este trabajo que recurre en parte al grand guignol y a elementos
del happening de los años 60. Antes de la entrevista con
Léger, el actor, autor y videasta Pierre Tardif despliega fotos
de las performances de la troupe: las escenificaciones se realizan en
espacios abiertos o no y los colores con que se pintan los actores y actrices
no tienen significado especial. En principio, las secuencias son elaboradas
a partir de investigaciones sobre la cultura urbana contemporánea.
Es así que se refieren tanto a un burócrata que, sentado
ante su escritorio, acciona teléfonos y otros elementos propios
de gente muy ocupada, pero que en esencia no hace nada, como
a una carrera de caracoles, de sólo cuatro minutos,
o un happening, donde una actriz lleva encasquetada una peluca estilo
Madame Pompadour hecha de crema chantilly, o bien otro en el cual una
joven luce un vestido confeccionado con finas rebanadas de carne, que
el público puede comer si lo desea.
En Les menus..., el elenco ironiza sobre los excesos y clichés
de los franceses en materia culinaria y sexual y también en lo
concerniente al psicoanálisis. Por ello, en el Auditorio se desarrollará
una delirante conferencia sobre lacanismo. La invitación a participar
implica esta vez llevar una cebolla. El porqué de este pedido al
público se basa en un clásico culinario: la sopa de cebolla,
plato con el que se agasajará a los asistentes. Integrado por artistas
plásticos, actores, músicos, bailarines y técnicos,
Ilotopie ha recorrido Europa y América intentando trastornar
cada lugar en que se presenta. En esta obra participarán artistas
locales y se espera que el público responda a la convocatoria del
equipo, integrado entre otros por los franceses Pascal Wyrobnik, Lucille
Boisonet, Nicolás Lecat, Judith Thiebaut, Jean-Marc Delaunoy y
Claude Lecat.
Sobre La espuma enjaulada se dijo que representaba la violencia
de los materiales. En Les menus... la propuesta parece ser otra: buscar
el disfrute. ¿Es así?
En aquel espectáculo, los actores eran encerrados y quedaban
rígidos, aunque algunos hacían guiños y ademanes,
porque nos interesa el humor. En Les menus... nuestro deseo es ante todo
el encuentro, primero entre nosotros y los artistas argentinos (actores,
músicos, bailarines y escenógrafos) que completan el elenco,
y después entre los artistas y la gente, y de ésta entre
sí. Nuestra intención es que el espectáculo no se
consuma en sí mismo sino que persista en quienes vinieron a vernos.
¿Modifican la forma de trabajar según las características
del país en que se encuentran?
La propuesta original se mantiene, pero tenemos necesariamente que
adaptarnos al lugar y al espacio con el que contamos para la escenografía.
Las imágenes que buscamos desarrollar son las mismas. Lo que cambia,
aunque no totalmente, es la música.
¿Cuál es en esencia la propuesta?
Armar pequeñas escenografías sobre diversas situaciones,
separándolas unas de otras para que el público pueda circular
entre ellas y encuentre él mismo su propio ritmo. Por eso, estos
trabajos no salen a nuestro gusto cuando se forma una multitud, como nos
sucedió con La espuma enjaulada en Córdoba. Son espectáculos
para no más de mil personas.
¿Los colores con que se pintan los protagonistas guardan
alguna relación con los personajes que interpretan?
No. La performance de colores que mostramos en la calle es diferente
de los espectáculos. En esas performances el color lo elige cada
actor, que toma el que más le gusta, aquel con el cual se siente
mimetizado y le agrada usar habitualmente.
¿Por qué piden llevar una cebolla?
Porque entre los placeres está la comida, y vamos a convidar
con sopa de cebolla, que es un plato rutinario de la cocina francesa.
Los que vengan podrán cortar su cebolla. Para eso disponemos de
dos mesas, una para aquellos a los que les hace llorar y otra para los
que no les causa ese efecto.
¿Qué significa Ilotopie?
Es una mezcla de isla, porque la compañía fue creada
en una isla del sur de Francia, en una zona semejante a un delta, frente
al mar, y utopía, porque en cada espectáculo intentamos
rescatar esa utopía de vivir todos mucho más unidos, de
aceptar las diferencias y evitar las guerras.
¿Ese es también el tema de los últimos trabajos
de la compañía?
Sí, porque en los dos que estamos preparando hablamos del
encierro y del narcisismo, que es como decir de la soledad y el autismo.
¿También allí piden la participación
del público?
A los que aceptan los encerramos de a tres, en pequeños lugares,
pero son sólo dos minutos, que les parecen más a los que
sufren de claustrofobia.
Las
actividades y espectáculos de hoy
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11.00: Lenguajes en la danza inglesa de fines del siglo
XX. Diálogo con la coreógrafa Susana Tambutti. En el
Teatro San Martín, Corrientes 1530, 9º piso. Entrada gratuita.
15.00: La Morocha. Espectáculo de tango. Idea de Iris
Scaccheri. Interpretación y dirección de Cristina Banegas,
acompañada por Edgardo Cardozo. En El Excéntrico de
la 18, Lerma 420. Gratis.
17.00: Living, último paisaje, por La Fronda. Dramaturgia
y dirección de Ciro Zorzoli. En Teatro Callejón, Humahuaca
3759. Gratis.
18.00: Conferencia de prensa de Philip Glass. En Teatro San
Martín, Av. Corrientes 1530, 9º piso.
19.00: Cercano Oriente (la caja). Dirección de Omar
Fantini. En Espacio Contemporáneo del C.C. Recoleta, Junín
1930. Gratis.
20.30: Conocer gente, comer mierda. Por La Carnicería.
Autor y director: Rodrigo García (España). En el Teatro
Sarmiento, Av. Sarmiento 2715 (junto al Zoológico).
21.00: Iets op Bach (Danza). Por Les Ballets C. de la B., dirigido
por Alain Platel (Bélgica). En la Sala Martín Coronado
del Teatro San Martín, Corrientes 1530.
El Mesías (Danza). Coreografía y dirección
de Mauricio Wainrot. En el Teatro Nacional Cervantes, Libertad 815.
Gratis.
Noches brasileñas. Programación con músicos
brasileños y argentinos. (Brasil). En el Teatro Regio, Av.
Córdoba 6056.
22.00: La historia de la oca. (Teatro). Compañía
Les Deux Mondes, dirigida por Daniel Meilleur. (Canadá). En
la Sala Casacuberta del Teatro San Martín, Corrientes 1530.
22.30: Sólo vine a ver el jardín. De Lía
Ferenese y Rita Cosentino, también directora. En el C.C. Rojas,
Corrientes 2038. Gratis. |
�El
sistema es violento en sí�
Por Silvina Friera
El director de la compañía
canadiense Les Deux Mondes (Los del Mundo), Daniel Meilleur, empezó
a creer en el destino la semana pasada. Con 50 años recién
cumplidos, decidió regalarse una semana de vacaciones
en Caracas. Con unos amigos, estuvo en tránsito por el aeropuerto
de Nueva York la noche anterior al atentado. Por las demoras y el
exceso de pasajeros nos habían ofrecido 500 dólares, el
hotel y la comida para que nos quedáramos en Nueva York,
comenta. Aunque la propuesta era tentadora, decidieron continuar con el
rumbo previsto. Nuestros familiares nos llamaron por teléfono
para saber si estábamos vivos. Prendimos la TV y se nos puso la
piel de gallina, recuerda en la entrevista con Página/12.
Meilleur nació en 1951 en una pequeña ciudad canadiense,
Thetford Mines, conocida por sus minas de amianto. Cuando tenía
17 años sintió el cimbronazo de la llegada de una compañía
teatral muy politizada. Me cambió la vida cuenta.
Tenía muchas preguntas y contradicciones sin resolver. Pensaba
que era el único que sentía que la vida era angustiante
y estúpida. El grupo canadiense presenta desde ayer La historia
de la oca (Tale of Teeka), del dramaturgo Michel Marc Bouchard, en el
Teatro San Martín, a las 22, en el marco del III Festival Internacional
de teatro.
Quizás para zanjar esas contradicciones que tanto lo inquietaban,
dejó atrás el paisaje bucólico y previsible de las
minas para lanzarse hacia el vértigo de la gran ciudad
de Montreal. En 1973 fundó la compañía Les Deux Mondes.
Junto a Monique Rioux y Michel Robidoux, estrenaron 18 producciones, entre
las que se destacan Terre promise/terre promessa (basada en la guerra
del Golfo Pérsico), Leitmotiv (inspirada en el conflicto bélico
en los Balcanes y en algunas historias que le contaron los vietnamitas
en viajes que hizo la compañía), entre otros montajes. La
historia de la oca (1988) indaga en la violencia cotidiana que padece
un niño y en la singular amistad que entabla con un ganso.
Hay una preocupación constante de la compañía
por el tema de la violencia. ¿Cómo la percibe ahora después
del atentado a las Torres Gemelas?
Nunca me sentí tan útil como artista porque me di
cuenta de que esta obra se convirtió en algo real. La violencia
es una realidad universal.
¿Qué elementos inspiraron la creación de La
historia...?
Elegimos trabajar sobre la transmisión de la violencia porque
cada uno de nosotros la experimentamos de diferentes formas. No sé
cómo será en la Argentina, pero en Quebec, en Montreal,
en general en Canadá había una suerte de ley del silencio
respecto de lo que pasaba con los chicos dentro de sus hogares. Con esta
obra buscamos romper la cadena de transmisión de la violencia de
generación en generación.
¿Cómo explica esa inquietud por la violencia en la
sociedad canadiense, que aparenta ser más estable que en otros
países?
El sistema capitalista en el que vivimos, donde los fuertes aplastan
a los débiles, es violento en sí mismo. Lo único
que promueve es el individualismo exarcebado y crea violencia en todas
partes: en las calles, en la casa, en las escuelas, en las oficinas. La
violencia no depende de la riqueza o pobreza del país. En cierto
modo, lo que sucedió en Nueva York es una respuesta contra este
sistema.
En anteriores puestas, como Leitmotiv, utilizaron tecnología
multimedia, proyecciones y video. ¿Qué ventajas le brindan
al teatro?
El video significa una revolución en el teatro porque es
una nueva forma de integrar luces animadas con la actuación.
Una sola imagen genera un sensación de viaje en el espectador,
posee un efecto tridimensional que acerca al público a las emociones.
El video da una dimensión nueva, es barato y se puede utilizar
para otros espectáculos.
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