Por Claudio Uriarte
Fue la lógica de la
Guerra Fría, pero ahora aplicada contra un enemigo extraordinariamente
más difuso, con el potencial de que Estados Unidos encabece una
coalición sin precedentes de las principales potencias del
orden, para una guerra muy caliente que se desplegará en
60 frentes. O están con nosotros o están con los terroristas,
dijo George W. Bush a las naciones del mundo. Y también: O
traeremos a los terroristas a la Justicia, o haremos justicia con los
terroristas, pero será justicia. Durante su esperado discurso
de ayer de 35 minutos a la sesión extraordinaria de las dos cámaras
del Congreso, el jefe de la Casa Blanca recordó que este tipo de
ocasiones usualmente ocurre sólo una vez por año, en los
discursos sobre el Estado de la Unión, pero que en este caso eso
no era necesario: El pueblo americano ya ha mostrado cuál
es el Estado de la Unión. Es fuerte".
Todo el escenario, las figuras, las preparaciones, la retórica
irradiaron ayer de las pantallas de televisión un mensaje inequívoco:
Norteamérica, y por extensión el mundo, están en
guerra. Dos notables ausencias subrayaban el mensaje: la del vicepresidente
Dick Cheney, verdadera eminencia gris del gobierno y jefe de su línea
dura, y la del Dick Armey, principal figura de la mayoría republicana
en la Cámara de Representantes. Ostensiblemente, ambos fueron privados
de asistir al recinto del Capitolio por razones de seguridad,
y reemplazados en sus lugares usuales por el titular de la Cámara,
el representante Dennis Hastert, y el presidente pro tempore del Senado,
Robert Byrd. El gabinete fue entrando luego de ministro en ministro: Paul
ONeill del Tesoro, Donald Rumsfeld de Defensa, un radiante Colin
Powell, del Departamento de Estado; el general Hugh Shelton, jefe del
Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, los jefes de las cuatro
armas. El presidente fue el último que entró, saludado de
pie por una ensordecedora tormenta de aplausos que se prolongó
por cinco minutos.
Desde el punto de vista del compromiso de Bush, lo que dijo fue un extraordinario
compromiso con la guerra total, algo así como una mezcla de la
promesa de John F. Kennedy de pagar cualquier costo, sufrir cada
carga para luchar contra el comunismo y la retórica heroica
de Winston Churchill en los días más oscuros de la Segunda
Guerra Mundial. También estuvieron los momentos emotivos, como
cuando el presidente hizo saludar con aplausos a la viuda de uno de los
pasajeros muertos, o cuando mostró la placa de un policía
muerto, o, por fin, después de señalar a Gran Bretaña
como nuestro amigo más verdadero, cuando dirigió
la mirada al primer ministro británico Tony Blair presente
en el recinto, junto a la primera dama Laura Bush y le dijo: Gracias
por venir, amigo.
Pero en el discurso, donde Bush señaló sin vacilaciones
a Osama bin Laden y a su red alQaida como los responsables de los
ataques del martes 11 de setiembre a Nueva York y Washington, hubo una
inclusión y una exclusión que fueron significativas. La
inclusión: cuando Bush rindió homenaje a las víctimas
de los ataques contra las torres nombrando las nacionalidades de algunos
de ellos, y pronunció entre los países afectados la palabra
Irán. La exclusión: cuando el presidente dijo
que esta campaña era lo más parecido a las luchas totales
contra las tiranías del pasado siglo XX, nombró al fascismo,
el nazismo, el totalitarismo, pero no al comunismo directamente.
Traducción simultánea: Bush quiere a Irán, Rusia
y China dentro de su gran coalición antiterrorista. Y también
quiere a los países islámicos, una religión a la
que rindió homenaje. Porque la guerra va a ser larguísima
y Afganistán es sólo el primer paso.
El discurso tuvo dos precisiones en este sentido. Una fue elevar a Afganistán
una serie de demandas imposibles de cumplir para evitar ser atacado: la
entrega de bin Laden y de todos los miembros de la red al-Qaida, así
como el desmantelamiento de todos sus campamentos. De todas maneras, Donald
Rumsfeld ya había aclarado previamente que Estados Unidos se reservaba
el derecho de atacar a los países que habían dado asilo
y santuario a los terroristas.
Otra precisión vino cuando Bush indicó que todos los terroristas
son blanco del ataque en los 60 países donde operan.En este sentido,
el New York Times había publicado ayer un trascendido de la interna
de la administración, afirmando que Paul Wolfowitz, segundo de
Rumsfeld, y Lewis Libby, segundo de Cheney, querían la guerra expandida
contra Irak con derrocamiento de Saddam Hussein incluido y
contra los campos de refugiados palestinos en Líbano. Saddam, por
lo menos, no se está arriesgando: ayer fue rápido en ofrecer
a Estados Unidos su ayuda humanitaria, mientras el resto de
naciones que Washington ha sindicado como patrocinantes del terror Libia,
Siria y Corea del Norte además de Irán e Irak corrían
a aspirar a un lugar debajo del paraguas norteamericano.
Bush quiso llevar el espíritu de gue-rra también al interior
de su país. Anunció ladesignación de Tom Ridge como
titular de un nuevo ministerio de Seguridad Interior. Ridge era go-bernador
de Pennsylvania.
Ahora sólo faltan los primeros disparos. Lo que vendrá después,
como el mismo Bush lo dijo ayer, nadie lo sabe por ahora.
Claves
- El presidente norteamericano George Bush habló ayer ante
el Congreso. Repitió que los talibanes deben entregar ya
a Osama bin Laden y dar acceso a Estados Unidos a todos los campamentos
terroristas en Afganistán, lo que en los hechos significa
que Washington atacará al régimen.
- Bush señaló que esta guerra terminará
cuando todos los grupos terroristas del mundo sean derrotados.
Según el New York Times, el vicepresidente Dick Cheney y
el secretario de Defensa Donald Rumsfeld quieren extender las operaciones
al Líbano e Irak.
- Bush anunció que dispuso la creación de un Departamento
de Seguridad Interior (de rango ministerial).
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LOS
ULEMAS CEDIERON ALGO, PERO NO LO SUFICIENTE
Clérigos con rumbo a la Jihad
Por Luke Harding
y Rory McCarthy
Desde
Islamabad y Quetta
El ataque militar contra Afganistán
ya no tiene marcha atrás. Si anteayer los talibanes habían
rechazado las demandas de entrega de Osama bin Laden, ayer Estados Unidos
rechazó a su turno otra posibilidad: que los talibanes traten de
convencer a Bin Laden para que salga del país. El portavoz de la
Casa Blanca, Ari Fleischer, dijo que la propuesta talibán no cumple
con los requerimientos de Estados Unidos. Esta es una cuestión
mucho más amplia que la de permitir a un hombre que abandone voluntariamente
un refugio seguro para irse a otro refugio seguro declaró.
Es tiempo de acción, no de palabras.
El consejo islámico de los talibanes, en el que se reúnen
los clérigos de todo Afganistán, dio ayer su sorprendente
veredicto en Kabul: que se le proponga a Bin Laden abandonar el país
en el tiempo apropiado y según su propia conveniencia.
Pero este compromiso deliberadamente confuso, que será aprobado
por el líder talibán, el mullah Mohammad Omar, es insuficiente
para evitar un ataque norteamericano. Estados Unidos reforzó ayer
su reclamo de que las figuras clave de la organización al-Qaida
de Bin Laden sean entregadas y que sus campos de entrenamiento terrorista
en Afganistán sean eliminados. Hasta ayer no se sabía qué
haría Bin Laden en caso de que se confirme la sentencia de los
clérigos. Algunas fuentes sugirieron ayer dos destinos: la república
rusa de Chechenia, donde los rebeldes islámicos luchan contra el
ejército ruso, y la región fronteriza con Pakistán,
donde prácticamente no rige ninguna ley.
En su comunicado de ayer, luego de una reunión de dos días,
los clérigos dijeron que tomaron una decisión para terminar
con el tumulto actual. El alto consejo de los honorables
ulemas (clérigos) recomienda al Emirato Islámico de Afganistán
que persuada a Bin Laden para que abandone el país cuando sea posible,
dice el edicto. También ordenó una jihad contra Estados
Unidos, en caso de que este país ataque Afganistán. Pero
funcionarios talibanes admitieron ayer que pasará mucho tiempo
antes de que Bin Laden deje Afganistán. El ministro de Educación,
Amir Khan Muttaqi, dijo que Osama bin Laden tiene muchos enemigos.
No es que sale a la calle, toma un taxi y se va para otro lado. Nuestra
esperanza es que Estados Unidos recapacite sobre la decisión de
los ulemas y que el problema sea resuelto. La guerra y la fuerza no son
las únicas soluciones.
Esto marca un dramático cambio de actitud dentro del régimen
extremista, y sugiere que el liderazgo talibán comprende la escala
de la amenaza militar norteamericana. Bin Laden llegó a Afganistán
en 1996, donde fue considerado un invitado por los talibanes.
Sólo ahora parecen darse cuenta de que es una responsabilidad.
El régimen talibán renovó ayer su oferta de llevar
a Bin Laden a un país islámico neutral para afrontar un
juicio, si es que hay prueba de sus crímenes. Washington desestimó
otra vez el plan de los talibanes. Mientras Estados Unidos ya lanzó
su Operación Justicia Infinita y envió aviones y barcos
de guerra en dirección a Afganistán, funcionarios talibanes
llamaron a la Administración Bush a dialogar. Dijeron que
no hay tiempo para diálogos. Ya decidieron que atacarán
Afganistán, declaró Suhail Shaheen, el segundo de
la embajada talibán en Pakistán. La ex Unión
Soviética nos dijo lo mismo, e incluso con más arrogancia.
Si Estados Unidos ataca, habrá un tiempo en que deberán
dialogar nuevamente.
En Pakistán, las protestas tomaron otra vez las calles. En Peshawar,
un día después de que el presidente militar Pervez Musharraf
urgiera a los paquistaníes a apoyar su decisión de ofrecer
asistencia a Estados Unidos, los manifestantes quemaban muñecos
de George Bush y gritaban Larga vida a Osama bin Laden. Miles
de refugiados todavía merodean cerca de la frontera entre Afganistán
y Pakistán. Cerca de 15000 lograron pasar la frontera la semana
pasada, según organizaciones humanitarias. Pakistán cerró
sus fronteras con Afganistán y comenzó a deportar refugiados
quebuscaban entrar por las montañas. En Kabul, informes de algunos
testigos indican que el orden ya se rompió en Afganistán
y que oficiales de seguridad talibanes están saqueando edificios
y disparando a la gente que huye en el desierto que rodea la ciudad.
El
plan es derrocar al Talibán y
promover una revolución monárquica
Dos grandes aviones norteamericanos de transporte
Hércules aterrizaron secretamente el martes en Tashkent, capital
de la ex república soviética de Uzbekistán, mientras Washington
prepara una amplísima alianza con un primer objetivo: echar a
los talibanes del poder.
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Por
Ian Traynor y Gary Younge
Desde
Tajikistán y Washington
El gobierno estadounidense
está presionando a sus aliados europeos para que acepten una campaña
militar en pos del derrocamiento del régimen talibán en
Afganistán y de su reemplazo con una administración de ínterin
bajo los auspicios de las Naciones Unidas. Cables diplomáticos
de la embajada en Washington de un aliado clave de la OTAN, a los que
tuvo acceso este diario, informan que Estados Unidos está sumamente
interesado en escuchar los puntos de vista aliados sobre el Afganistán
post-talibán después de la liberación del país.
El cable de la embajada revela que la administración estadounidense
se inclina a echar a los talibanes del poder por el santuario que le han
ofrecido a Osama bin Laden, señalado por la Casa Blanca como el
principal sospechoso por las atrocidades del 11 de setiembre en Nueva
York y Washington.
Según también pudo saber este diario, dos grandes aviones
norteamericanos de transporte Hércules aterrizaron el martes en
Tashkent, capital de la ex república soviética de Uzbekistán,
repletos de equipos de reconocimiento para ser emplazados en la frontera
norte de Afganistán. El aterrizaje secreto representó un
cambio radical, ya que parece ser el heraldo del emplazamiento de escuadrones
de combatientes norteamericanos en el inmensa pista de aterrizaje y despegue
aéreo de Termez, directamente sobre la frontera. Esta concentración
de fuerzas causaría la ira de Rusia, que ve a las repúblicas
de Asia Central como a su patio trasero.
El Pentágono prosiguió ayer su puesta en pie de guerra,
con órdenes de que hasta 130 bombarderos pesados, cazas, aviones
de reabastecimiento aéreo de combustible y otras aeronaves de combate
sean emplazadas en Medio Oriente y Asia Central. Dos bombarderos B-52
partieron ayer de la base aérea de Barksdale en Louisiana, para
unirse a los cazabombarderos F-15E, cazas F-16, bombarderos de largo alcance
B-1 y aviones de reconocimiento, comando y control Awacs E-3 que partieron
el miércoles. La Marina también ha enviado un portaaviones
adicional a la región de Medio Oriente, lo que junto con el emplazamiento
aéreo podría llevar a 500 el número de aviones de
guerra norteamericanos en las áreas del Medio Oriente, el Golfo
Pérsico y el Océano Indico.
El primer ministro británico Tony Blair, que se encontraba anoche
en Washington para reunirse con Bush, sugirió que los ataques militares
dentro de Afganistán, con blanco en los campos de entrenamiento
de Bin Laden, podrían ocurrir en cuestión de días.
Esa gente, si pudiera, accedería a capacidades químicas,
biológicas y nucleares. No tenemos otra opción que actuar,
dijo.
La estrategia estadounidense para deponer al régimen talibán
no se basa sólo en la planificación militar. Otra parte
del programa parece incluir el apoyo a la campaña del exiliado
monarca de Afganistán, el rey Zahir Shah de 86 años, para
volver al poder alentando al ejército guerrillero de la Alianza
del Norte a encolumnarse detrás suyo. Documentos diplomáticos
vistos por este diario muestran que Washington está financiando
y organizando el viaje de varias figuras de la Alianza del Norte para
conferenciar con el exiliado monarca, de quien se espera que llame a una
revolución. El rey planea llamar a todas las tribus afganas
a levantarse contra los talibanes, reveló el cable diplomático
ayer, citando el consejo de la administración estadounidense.
Los planes estadounidenses para derrocar al régimen talibán
surgieron a la luz cuando un importante político europeo en Washington
fue informado por la administración estadounidense de que quería
conocer los puntos de vista de su gobierno sobre cómo debe ser
regido Afganistán después que los talibanes sean derrotados,
y que se necesitaban consultas más frecuentes. Los
norteamericanos también hablaron de un rol para la ONU en la nueva
administración interina para Afganistán y para
la Organización de Cooperación y Seguridad Económica
en Asia Central, sin mencionar a la OTAN. Washington normalmente es escéptico
respecto a la ONU y a la OSCE,pero ahora les ve un papel clave en el intento
de construir una coalición tan amplia como sea posible detrás
de la inminente campaña. Los europeos, Rusia y hasta China pueden
ser atraídos por la inusual inclusividad de EE.UU., dijeron fuentes
diplomáticas. Es un cambio importante de política
norteamericana, dijo una de ellas.
La misión espía en Uzbekistán también está
rodeada de riesgos políticos. Los dos Hércules no podrán
volar sobre Irán, pero Turkmenistán, el tercer ex estado
soviético que bordea Afganistán, entregó su permiso.
Sin embargo, los diplomáticos dijeron que los turkmenistanos estaban
menos interesados en garantizar derechos de sobrevuelo a las aeronaves
norteamericanas de combate en dirección a la frontera afgana.
RUSIA
MOVIO UNA DIVISION DE TANQUES A LA FRONTERA AFGANA
Invasión soviética, el regreso
Por
Ian Traynor
Desde
Dushanbe, Tajikistán
El Kremlin está
desplegando tropas, tanques y equipamiento militar en la frontera de Tajikistán
con Afganistán, anticipándose al ataque norteamericano sobre
el régimen talibán. Además de los 10.000 guardias
de frontera bajo órdenes rusas que vigilan la frontera de este
ex Estado soviético con Afganistán, Moscú envió
tanques y varios miles de tropas de elite a la zona de la frontera durante
la semana pasada, según los tajikos, la oposición afgana
y fuentes de Europa occidental en la capital del país, Dushanbe.
El aeropuerto de esta ciudad estuvo cerrado durante varias horas en estos
últimos días para permitir la llegada de los vuelos rusos
con hombres y equipamiento. Un grupo de tanques fue visto en dirección
a la frontera el pasado fin de semana.
El miércoles, el jefe del ejército ruso, general Anatoly
Kvashnin, llegó a Dushanbe para reunirse con los comandantes de
la División 201 de Infantería Motorizada, que consta de
15.000 hombres, mucho de los cuales ya se trasladaron de Dushanbe a la
frontera con Afganistán. Estas fuerzas fueron puestas en alerta
máxima. También se supone que los rusos movilizaron su anticuado
equipo de vigilancia hasta allí. Un diplomático occidental
que estuvo en parte de los 400 kilómetros de frontera que comparte
Tajikistán con Afganistán dijo que el equipamiento ruso
estaba en un estado lamentable. El jefe del Consejo de Seguridad del Kremlin,
Vladimir Rushailo, viajó ayer hasta esta frontera para inspeccionar
las fuerzas rusas, acompañado por el presidente tajiko, Emomali
Rahmonov.
El diario Izvestia de Moscú dijo que la información reunida
por la estación de espionaje equipada con fibras ópticas
en Tajikistán puede ser compartida con Estados Unidos. La
compra de esta información será inevitablemente uno de los
temas de la negociación entre Rusia y Estados Unidos, publicó
el diario. A diferencia de Uzbekistán y Turkmenistán, las
otras ex repúblicas soviéticas que tienen frontera con Afganistán,
Tajikistán es considerada un satélite de Rusia. El ministro
de Defensa ruso, Sergei Ivanov, ordenó a las tropas en la frontera
tajika y en Dushanbe que se pusieran en estado de alerta al poco tiempo
de los ataques contra Nueva York y Washington. La mayor parte del territorio
afgano del otro lado de la frontera tajika está controlado por
la Alianza del Norte antitalibán, apoyada por Rusia, Irán
e India. La División 201 también tiene unidades de apoyo
aéreas, lo que alimenta las especulaciones de que el despliegue
ruso puede unirse al ataque de EE.UU.
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