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“Son los mismos medios y objetivos que en Vietnam”

En medio de la histeria
de guerra, el movimiento pacifista norteamericano empieza a plantear una contradicción. Un enviado de Página/12 dialogó en Nueva York con una de sus líderes principales.

Las protestas antiguerra empiezan a aparecer en las grandes ciudades norteamericanas.

Por Gabriel A. Uriarte
Enviado especial a Nueva York

Sarah Flounders ya lo vio todo antes, sólo que no en Estados Unidos. “Yo estuve en Kosovo, Sudán, Irak: vi los efectos de los bombardeos norteamericanos sobre la población civil, las viviendas, hospitales y pueblos destruidos y los muertos entre las ruinas. Ahora esto llegó a Estados Unidos.” Codirectora de la coalición Centro de Acción Internacional, fundada por Ramsey Clark, es la principal organizadora de las crecientes protestas en Nueva York contra la represalia militar por el atentado del 11 de septiembre. En su sede en la calle 14, detrás de una puerta de hierro reforzado cerrada con llave, Flounders dialogó con Página/12 acerca de cómo cientos de miles de opositores en Estados Unidos están luchando para detener lo que no duda en llamar “un segundo Vietnam”.
–¿Cuál es su posición acerca de la inminente represalia militar contra Osama bin Laden y los talibanes?
–Estamos totalmente en contra. Lo que Estados Unidos está haciendo es amenazar a uno de los países mas destruidos sobre el planeta. No hay forma de atacar a la organización de Osama bin Laden: sólo tienen que ocultarse en alguna cueva. Incluso el gobierno norteamericano admite tácitamente que sólo se podrán atacar objetivos civiles. Debemos recordar que lo que destruyó Afganistán fueron los miles de millones de dólares que la CIA volcó a los talibanes durante la invasión soviética. Creo que el primer paso para resolver el problema del terrorismo es analizar lo que la CIA ha estado haciendo durante las últimas décadas.
–Pero, ¿qué es lo que el gobierno norteamericano debería hacer ahora mismo contra este problema?
–Creo que el gobierno y los medios están planteando un falso dilema. Si no bombardeamos, ¿entonces qué hacemos? Hemos bombardeado y causado enorme destrucción en Afganistán por años sin resolver el problema. Todo lo contrario, lo único que se logró fue poner en peligro al pueblo norteamericano, a los miles de trabajadores que murieron en el World Trade Center. Quiero enfatizar que sentimos gran pesar por las víctimas, que incluyeron a muchos de nuestros familiares y amigos. Pero esto no puede impedirnos ver que el atentado fue un resultado directo de los intentos norteamericanos por recolonizar el mundo.
–Aun si esto es cierto, repito, ¿cuál debe ser la respuesta inmediata?
–Mire, los únicos que se benefician con la represalia son los fabricantes de armamentos. Bush ya anunció que les va a dar 40.000 millones de dólares encima de la enorme cantidad que ya se gasta en defensa.
–¿Hay una manera no militar para enfrentar a Osama bin Laden y los talibanes?
–Los talibanes no existirían sin el apoyo norteamericano. Recién el mes pasado estaban recibiendo dinero desde Estados Unidos para la erradicación de drogas. Los talibanes no cuentan con ningún apoyo entre el pueblo afgano. Dependen de la destrucción que causaron las guerras, la hambruna, y también los bombardeos aéreos norteamericanos.
–¿Está diciendo que los talibanes se mantienen en el poder gracias a la Fuerza Aérea estadounidense?
–Estados Unidos siempre busca destruir los movimientos progresistas en todo el mundo apoyando a los grupos más reaccionarios y feudales, como los talibanes. Ahora dicen que hay que bombardear a la población civil afgana aun si no se puede alcanzar a Bin Laden. O sea, causar más destrucción y más sufrimiento en un pueblo donde un tercio ya son refugiados. Esto sólo reforzará a los talibanes, y los únicos ganadores en Estados Unidos serán las corporaciones del complejo militar industrial. Y también Bush, un presidente que no ganó ni en el colegio electoral ni el voto popular.
–¿Cree que Bush ya goza de un apoyo casi completo en la opinión pública norteamericana?
–Eso es lo que quieren transmitir los medios, pero compare este ataque con Pearl Harbor. Después de Pearl Harbor las oficinas de reclutamiento estaban atestadas; ahora están desiertas, no va nadie.
–¿No hay otras formas de medir el grado de apoyo popular a la represalia?
–Uno ve muchas banderas norteamericanas en las calles, pero la mayoría están en las tiendas y ropas de gente de apariencia árabe. Es una precaución para no ser atacados por turbas reaccionarias. Obviamente, cuando la televisión les pregunta si “están a favor de Estados Unidos”, contestan que sí. Pero eso no quiere decir que apoyen los bombardeos.
–¿Cree que es una campaña deliberada para crear una imagen de apoyo a la represalia?
–Los medios quieren fabricar una histeria de guerra para ocultar a quienes realmente se benefician con esta guerra. ¿De dónde salen los 40.000 millones de dólares que votó el Congreso? Del fondo de jubilaciones, una garantía básica para los trabajadores norteamericanos que todos los políticos decían que jamas se habían tocado. Se quiere crear un ambiente de racismo, de amenaza. Hemos recibido muchas denuncias sobre amenazas e intimidación contra árabes y otras minorías.
–¿Ustedes fueron amenazados?
–Sí. Recuerde, además, que el atentado permitió posponer la cumbre del 29 de septiembre del Banco Mundial y el FMI en Washington, donde era seguro que habría cientos de miles de manifestantes.
–¿Cuál cree que es el nivel de rechazo en Estados Unidos a la opción militar?
–No le puedo decir exactamente, pero nuestras marchas en Nueva York atraen cada vez más gente y nuestro sitio en Internet está entre el 1 por ciento más visitado. Por eso esperamos que miles asistirán a nuestra marcha en Union Square el sábado contra la guerra.
–¿Qué cree que debe hacerse?
–El primer paso es entender que Estados Unidos ha lanzado una ofensiva en todo el mundo por medios militares y económicos. Ataca los movimientos progresistas en Afganistán, Palestina, Colombia y tantos otros países. Y al hacerlo genera la furia que se manifiesta en ataques como el del 11 de septiembre.
–Entonces, ¿el “establishment” norteamericano fue el verdadero ganador del ataque?
–A corto plazo sí. Los movimientos antiglobalización como el nuestro fueron debilitados por la reacción hacia el atentado, mientras que las corporaciones armamentistas están ganando miles de millones. Pero a largo plazo sólo se intensificará la resistencia contra la globalización.
–¿Cree que la represalia será el punto de partida para un nuevo Vietnam lanzado por este complejo militar industrial?
–Sí. Creo que los objetivos del gobierno y los métodos que utilizan para alcanzarlos son prácticamente los mismos que en Vietnam.

 


 

LA MARCHA PACIFISTA QUE SE VIENE
Una oportunidad a la paz

El Centro de Acción Internacional ya convocó para el próximo 29 de septiembre a una marcha y manifestaciones nacionales a la Casa Blanca en Washington D.C., extendiendo el llamado al mundo a concientizarse en favor de impedir que “el presidente George Bush y la OTAN lleven a cabo una nueva y más amplia guerra en Medio Oriente y en otras regiones. Tras la matanza de miles de ciudadanos civiles el 11 de septiembre, la administración de Bush está tomando un camino muy siniestro”, según dice en su sitio en Internet. La convocatoria de A.N.S.W.E.R International tiene el fin de solicitar adeptos a una manifestación que trascienda las fronteras norteamericanas y aúna a organizaciones en contra del racismo y la guerra.
En principio la cita estaba pensada para manifestarse en contra de “la política reaccionaria y doméstica y en el extranjero de la administración de Bush y en contra del FMI y del Banco Mundial”, pero en vista de los ataques del martes, la marcha se centrará en darle respuestas a la amenaza de una nueva guerra. “En una declaración sumamente inquietante representantes de la administración de Bush han reclamado ‘poner fin a estados’, lo que constituye una amenaza sin precedentes”, advierten los miembros de este centro fundado por el jurista y defensor de los derechos humanos Ramsey Clark.

 

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