Por Raúl Kollmann e Irina Hauser
Imad Mughniyeh es el nombre
del terrorista que, desde ayer, une a los atentados ocurridos en Nueva
York y Washington con el ataque contra la Embajada de Israel en Buenos
Aires de 1992. Por primera vez, fuentes norteamericanas mencionaron que,
según un informe israelí, Mughniyeh estuvo detrás
del impresionante golpe contra las Torres Gemelas y el Pentágono
y que actuó pagado por la inteligencia de Irak.
Esto podría abrir las puertas a un viejo deseo de los halcones
norteamericanos e israelíes: una operación contra Irak y
el desplazamiento del poder de Saddam Hussein.
Hace casi dos años, en diciembre de 1999, la Corte Suprema argentina
dictó una especie de resolución final en la que le adjudicó
a Mughniyeh la autoría intelectual del atentado contra la Embajada
e incluso tuvo el gesto grandilocuente de pedir su captura. El máximo
tribunal ubicaba al huidizo terrorista trabajando como jefe del Hezbollah,
pero a las órdenes de Irán y no de Irak. De esta manera
esta suerte de profesional de los atentados se convierte ahora en un comodín
al que le achacan todos los ataques, sin que se exhiban hasta el momento
demasiadas pruebas.
¿Y si fue Irak?
En las últimas 48 horas aparecieron en Estados Unidos varias voces
apuntando a Irak. Fuentes israelíes mencionaron que el supuesto
jefe de la operación contra las Torres Gemelas y el Pentágono,
Mohamed Atta, estuvo reunido en un país europeo con funcionarios
de la inteligencia de Saddam Hussein y que fueron los iraquíes
quienes aprobaron y financiaron el múltiple golpe del 11 de septiembre.
Ayer una agencia privada inglesa, dedicada a la seguridad, la defensa
y el antiterrorismo, Janes, publicó un informe israelí
que reafirma ese diagnóstico: sostiene que hubo relación
con Irak y el hombre que habría planificado el golpe no fue otro
que Mughniyeh, un libanés de 48 horas, al que se le adjudican no
menos de 300 muertes. El indicio es que un hombre de Mughniyeh intentó
en abril de 1997 hacer estallar un artefacto explosivo en un avión
de El Al, la línea aérea israelí.
También ayer, el diario Los Angeles Times publicó una conversación
en off the record con funcionarios que intervienen en la pesquisa norteamericana.
Los israelíes advirtieron que había en marcha una
operación vasta y con objetivos muy espectaculares le contaron
las fuentes al Times. Decían que en los últimos meses
estaba en marcha una gran infiltración en territorio norteamericano
y apuntaban a los iraquíes como posibles responsables del ataque.
El diagnóstico tiene, al menos, una imprecisión: los 19
suicidas no se infiltraron en los últimos meses, la gran mayoría
vivía en Estados Unidos desde junio de 2000 e incluso algunos estaban
en el país del norte desde 1988, o sea hace 13 años.
Nueva York, Washington,
Buenos Aires
Después de los atentados en Estados Unidos, creímos
que recibiríamos pronto algún llamado desde allí,
pero nadie se comunicó con nosotros, se lamentó ante
Página/12 un funcionario de la Corte allegado a la pesquisa de
la Embajada. Pero después de todos los palos que nos dieron
a nosotros, la sola mención de Mugniyeh como posible cerebro del
atentado a las Torres y al Pentágono para nosotros es la confirmación
de que nuestra línea de investigación era la correcta,
añadió el hombre del máximo tribunal.
En la pesquisa de la Corte no hay una sola prueba. Nadie vio a Mughniyeh
en Buenos Aires. No hay un solo testigo que diga que vio a fulano de tal,
amigo, colaborador, primo o aunque sea peluquero de Mughniyeh en la Argentina.
En verdad, del atentado contra la Embajada no se sabe quién aportó
los explosivos ni dónde se armó la camioneta-bomba ni quien
la condujo hasta incrustarse contra la delegación diplomática.
La Ford F-100 estuvo guardada en algún lugar durante 30 días:
nadie jamás aportó un dato sobre ese lugar. El individuo
que compró el vehículo con un documento falso a nombre de
Ribeiro Da Luz nunca fue encontrado. Es más, el Ribeiro Da Luz
verdadero tampoco fue encontrado ni se le preguntó si le robaron
el documento. Nunca hubo un detenido ni siquiera un sospechoso de integrar
la conexión local o internacional. Sin embargo, el máximo
tribunal se despachó con la resolución que inculpó
a Mughniyeh. Fue una forma de sacarse el tema de encima.
Ayer, las fuentes de la Corte reconocieron que no encontraron ninguna
prueba, pero que apuntaron al terrorista más conocido, Mughniyeh,
por informes de la CIA y la declaración de dos expertos Ariel
Merari y Bruce Hoffman, que no dijeron que Mughniyeh era culpable sino
que describieron la forma de actuación del Hezbollah.
Noticias del libanés
En el sector más duro del gobierno norteamericano, en especial
el vicepresidente Dick Cheney, el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld
y los hombres del Pentágono, se viene sugiriendo la necesidad de
atacar no sólo a Afganistán sino también a Irak e
incluso al Líbano. Hay que golpear rápido y ampliamente,
no sólo a los terroristas sino a los países que los albergan,
parece ser la consigna. En ese marco, se plantean como objetivo sacar
de en medio definitivamente también a Saddam Hussein. Según
se dice en Washington, quien se opone a toda esa estrategia, al menos
por ahora, es el secretario de Estado, Colin Powell.
Para la franja más belicista y dominante de la administración
Bush la incorporación de Irak y de Mughniyeh como imputados es
un regalo con el moño puesto. También lo es para los israelíes:
la furia norteamericana ya no se dirigiría solamente contra un
Bin Laden alojado muy lejos de las fronteras de Israel, sino hacia el
Hezbollah y los grupos que combaten en El Líbano y las zonas ocupadas.
Para redondear, ayer en la Corte sacaron a flote una nueva teoría,
cuyo origen está en la CIA o en el Mossad: en realidad, Mughniyeh
se alejó de Irán en 1993, cuando el Hezbollah que
responde a Irán se convirtió en un partido parlamentario
en el Líbano. Por eso habría acercado a Bin Laden. Pero
también trabajaría para Irak, como una especie de mercenario
del terror.
Pruebas
A 10 días de las siniestras matanzas de Nueva York y Washington,
el FBI y el gobierno norteamericano han mostrado pocas pruebas y evidencias
sobre quién podría ser verdaderamente responsable de aquellos
ataques. El mundo está ante un grupo nunca visto: la cifra inédita
de 19 suicidas, todos universitarios, en apariencia poco religiosos y
formados en Estados Unidos. El fenómeno requiere de una búsqueda
profunda y seria.
Pero la reacción es la contraria: hasta aparecen los funcionarios
de primer nivel diciendo que las pruebas no son importantes y no
se las vamos a mostrar a los terroristas. Esto significa que no
están buscando llevar ante la justicia a los asesinos, sino hacer
una razzia en la que morirán miles y miles de personas que no tuvieron
nada que ver con el ataque en los Estados Unidos y muchos que, además,
combaten la miseria, la dominación y la opresión que viven
en sus países.
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