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EL FBI CREE QUE UN TERRORISTA ESTUVO DETRAS DEL
ATENTADO A LA EMBAJADA DE ISRAEL Y EL ATAQUE A EE.UU.
Un comodín para explicar todo

A pesar de que en la pesquisa de la Corte Suprema no hay una sola prueba contra un terrorista llamado Imad Mughniyeh, el alto tribunal le adjudicó la planificación de la bomba de 1992, y ahora los investigadores norteamericanos investigan su papel en el martes 11.

Marzo de 1992, bomba contra la embajada de Israel en Buenos Aires. Septiembre
del 2001, ataque a las Torres Gemelas.


Por Raúl Kollmann e Irina Hauser

Imad Mughniyeh es el nombre del terrorista que, desde ayer, une a los atentados ocurridos en Nueva York y Washington con el ataque contra la Embajada de Israel en Buenos Aires de 1992. Por primera vez, fuentes norteamericanas mencionaron que, según un informe israelí, Mughniyeh estuvo detrás del impresionante golpe contra las Torres Gemelas y el Pentágono y que actuó pagado por la inteligencia de Irak.
Esto podría abrir las puertas a un viejo deseo de los halcones norteamericanos e israelíes: una operación contra Irak y el desplazamiento del poder de Saddam Hussein.
Hace casi dos años, en diciembre de 1999, la Corte Suprema argentina dictó una especie de resolución final en la que le adjudicó a Mughniyeh la autoría intelectual del atentado contra la Embajada e incluso tuvo el gesto grandilocuente de pedir su captura. El máximo tribunal ubicaba al huidizo terrorista trabajando como jefe del Hezbollah, pero a las órdenes de Irán y no de Irak. De esta manera esta suerte de profesional de los atentados se convierte ahora en un comodín al que le achacan todos los ataques, sin que se exhiban hasta el momento demasiadas pruebas.

¿Y si fue Irak?

En las últimas 48 horas aparecieron en Estados Unidos varias voces apuntando a Irak. Fuentes israelíes mencionaron que el supuesto jefe de la operación contra las Torres Gemelas y el Pentágono, Mohamed Atta, estuvo reunido en un país europeo con funcionarios de la inteligencia de Saddam Hussein y que fueron los iraquíes quienes aprobaron y financiaron el múltiple golpe del 11 de septiembre.
Ayer una agencia privada inglesa, dedicada a la seguridad, la defensa y el antiterrorismo, Jane’s, publicó un informe israelí que reafirma ese diagnóstico: sostiene que hubo relación con Irak y el hombre que habría planificado el golpe no fue otro que Mughniyeh, un libanés de 48 horas, al que se le adjudican no menos de 300 muertes. El indicio es que un hombre de Mughniyeh intentó en abril de 1997 hacer estallar un artefacto explosivo en un avión de El Al, la línea aérea israelí.
También ayer, el diario Los Angeles Times publicó una conversación en off the record con funcionarios que intervienen en la pesquisa norteamericana. “Los israelíes advirtieron que había en marcha una operación vasta y con objetivos muy espectaculares –le contaron las fuentes al Times–. Decían que en los últimos meses estaba en marcha una gran infiltración en territorio norteamericano y apuntaban a los iraquíes como posibles responsables del ataque.” El diagnóstico tiene, al menos, una imprecisión: los 19 suicidas no se infiltraron en los últimos meses, la gran mayoría vivía en Estados Unidos desde junio de 2000 e incluso algunos estaban en el país del norte desde 1988, o sea hace 13 años.

Nueva York, Washington, Buenos Aires

“Después de los atentados en Estados Unidos, creímos que recibiríamos pronto algún llamado desde allí, pero nadie se comunicó con nosotros”, se lamentó ante Página/12 un funcionario de la Corte allegado a la pesquisa de la Embajada. “Pero después de todos los palos que nos dieron a nosotros, la sola mención de Mugniyeh como posible cerebro del atentado a las Torres y al Pentágono para nosotros es la confirmación de que nuestra línea de investigación era la correcta”, añadió el hombre del máximo tribunal.
En la pesquisa de la Corte no hay una sola prueba. Nadie vio a Mughniyeh en Buenos Aires. No hay un solo testigo que diga que vio a fulano de tal, amigo, colaborador, primo o aunque sea peluquero de Mughniyeh en la Argentina. En verdad, del atentado contra la Embajada no se sabe quién aportó los explosivos ni dónde se armó la camioneta-bomba ni quien la condujo hasta incrustarse contra la delegación diplomática. La Ford F-100 estuvo guardada en algún lugar durante 30 días: nadie jamás aportó un dato sobre ese lugar. El individuo que compró el vehículo con un documento falso a nombre de Ribeiro Da Luz nunca fue encontrado. Es más, el Ribeiro Da Luz verdadero tampoco fue encontrado ni se le preguntó si le robaron el documento. Nunca hubo un detenido ni siquiera un sospechoso de integrar la conexión local o internacional. Sin embargo, el máximo tribunal se despachó con la resolución que inculpó a Mughniyeh. Fue una forma de sacarse el tema de encima.
Ayer, las fuentes de la Corte reconocieron que no encontraron ninguna prueba, pero que apuntaron al terrorista más conocido, Mughniyeh, por “informes de la CIA y la declaración de dos expertos Ariel Merari y Bruce Hoffman, que no dijeron que Mughniyeh era culpable sino que describieron la forma de actuación del Hezbollah”.

Noticias del libanés

En el sector más duro del gobierno norteamericano, en especial el vicepresidente Dick Cheney, el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld y los hombres del Pentágono, se viene sugiriendo la necesidad de atacar no sólo a Afganistán sino también a Irak e incluso al Líbano. “Hay que golpear rápido y ampliamente, no sólo a los terroristas sino a los países que los albergan”, parece ser la consigna. En ese marco, se plantean como objetivo sacar de en medio definitivamente también a Saddam Hussein. Según se dice en Washington, quien se opone a toda esa estrategia, al menos por ahora, es el secretario de Estado, Colin Powell.
Para la franja más belicista y dominante de la administración Bush la incorporación de Irak y de Mughniyeh como imputados es un regalo con el moño puesto. También lo es para los israelíes: la furia norteamericana ya no se dirigiría solamente contra un Bin Laden alojado muy lejos de las fronteras de Israel, sino hacia el Hezbollah y los grupos que combaten en El Líbano y las zonas ocupadas.
Para redondear, ayer en la Corte sacaron a flote una nueva teoría, cuyo origen está en la CIA o en el Mossad: en realidad, Mughniyeh se alejó de Irán en 1993, cuando el Hezbollah –que responde a Irán– se convirtió en un partido parlamentario en el Líbano. Por eso habría acercado a Bin Laden. Pero también trabajaría para Irak, como una especie de mercenario del terror.

Pruebas

A 10 días de las siniestras matanzas de Nueva York y Washington, el FBI y el gobierno norteamericano han mostrado pocas pruebas y evidencias sobre quién podría ser verdaderamente responsable de aquellos ataques. El mundo está ante un grupo nunca visto: la cifra inédita de 19 suicidas, todos universitarios, en apariencia poco religiosos y formados en Estados Unidos. El fenómeno requiere de una búsqueda profunda y seria.
Pero la reacción es la contraria: hasta aparecen los funcionarios de primer nivel diciendo que “las pruebas no son importantes y no se las vamos a mostrar a los terroristas”. Esto significa que no están buscando llevar ante la justicia a los asesinos, sino hacer una razzia en la que morirán miles y miles de personas que no tuvieron nada que ver con el ataque en los Estados Unidos y muchos que, además, combaten la miseria, la dominación y la opresión que viven en sus países.

 

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