La devaluación del real,
como la tristeza de Domingo Cavallo, nao tem fim. Ayer, la moneda brasileña
cotizó a 2,76 unidades por dólar, acumulando una devaluación
de casi 40 por ciento en lo que va del año. Semejante ritmo de
depreciación agrava la pérdida de competitividad de la producción
argentina frente al socio mayor del Mercosur. Pero las críticas
de Cavallo a la administración Cardoso, atribuyéndole responsabilidad
por su política cambiaria, son infundadas, ya que el gobierno siguió
en los últimos días subiendo la tasa de interés y
vendiendo reservas del Banco Central en un intento fallido por frenar
la devaluación. Aún así, Cavallo volvió ayer
a subir la apuesta en su pelea con Brasilia, al sugerir la aplicación
de la Convertibilidad para todo el Mercosur, una propuesta que los brasileños
aborrecen, convencidos de que el tipo de cambio fijo es un callejón
sin salida.
La fuga de capitales de Brasil se aceleró en los últimos
días, lo que está provocando una tendencia devaluacionista
del real que nadie sabe cómo detener. Tal salida de capitales se
explica por la creciente incertidumbre internacional, que lleva a los
inversores a refugiarse en activos más seguros (oro, títulos
del Tesoro norteamericano y plazos fijos en los países centrales),
vendiendo colocaciones en los llamados mercados emergentes.
En este contexto, no es mucho lo que pueda hacer la administración
Cardoso para frenar la devaluación. De hecho, según informó
ayer Arminio Fraga, el Banco Central brasileño perdió en
los últimos dos meses casi 3 mil millones de reservas para intentar
frenar la disparada del dólar. Pero desde el 5 de julio pasado
el dólar saltó de 2,47 reales a los 2,71 al cierre de operaciones
de ayer.
A su vez, la tasa de interés de referencia a Brasil pasó
del 16 por ciento anual en diciembre al 19 por ciento durante este mes.
Subir la tasa de interés es uno de los instrumentos de la política
monetaria brasileña para aumentar el costo de oportunidad
de los inversores que pretenden cambiar sus reales por dólares
y llevárselos fuera del país. Sin embargo, a esta altura,
Fraga explicó que el Banco Central no seguirá subiendo la
tasa más allá del 19 por ciento, porque no se pueden
tomar medidas que empujen al país hacia una recesión.
Además, cuanto más sube la tasa de interés, más
pesada se hace la carga de los intereses de la deuda, imputados como gasto
corriente en el presupuesto público.
Sea como fuere, está claro que el gobierno brasileño está
haciendo lo que puede: intentar detener la rápida devaluación
del real que, como informó también Fraga, está provocando
un aumento de la deuda pública indexada en dólares. La estimación
es que por cada un punto porcentual de devaluación del real, la
deuda del sector público crece 0,259 por ciento.
La alternativa que sugirió Cavallo la semana pasada es que Brasil
debería fijar su tipo de cambio. Sin embargo, eso significaría
poner en juego, sin ninguna red de contención, las reservas del
Banco Central, cosa que ni Brasilia ni Washington aceptan. Porque si la
corrida continuara, sería cuestión de tiempo para que la
sangría de las reservas derivara en una devaluación explosiva.
Por otro lado, la devaluación del real no se está trasladando
de manera directa a los precios, lo que mejora la situación de
competitividad de la producción brasileña sin erosionar
los salarios: la inflación proyectada para este año es de
sólo 6,5 por ciento. Nuestra esperanza es que parte de la
devaluación del real se revierta cuando esa situación de
turbulencia pase, dijo Fraga, quien enumeró como causas de
dicha turbulencia no sólo la crisis internacional derivada de los
ataques terroristas sino también la crisis financiera argentina.
Lo que tenemos que hacer ahora es aguantar el chaparrón,
porque después de la tormenta llega la calma, agregó.
Sin embargo, Cavallo no parece ser tan paciente. Y volvió a insistir,
en una entrevista publicada por el diario alemán Handelsblatt,
con aplicar la Convertibilidad para todo el Mercosur. En una fase
inicial, las monedasde Uruguay, Brasil y Paraguay podrían tener
franjas de fluctuación distintas frente al dólar y al euro,
para luego reducirlas hasta coincidir con el nivel del peso argentino,
señaló. Un misil más hacia Brasilia.
Barrera al trigo argentino
El gobierno parece estar dispuesto a responder al cruce con Cavallo
ahí donde más duele. Ayer amenazó con poner
en marcha una nueva normativa para la importación de trigo,
que modifica los parámetros de calidad exigidos hasta ahora,
lo que en la práctica funcionaría como una barrera
paraancelaria a las importaciones argentinas. El anuncio puso en
estado de alerta a la cancillería, ya que Brasil es el principal
mercado para el trigo argentino, hacia donde se dirigen más
del 60 por ciento de las exportaciones. Por otro lado, el ministro
de Desarrollo, Sergio Amaral, dijo hoy que su país debe estrechar
lazos comerciales con Venezuela, Guayana y el Caribe, reflotando
la idea de Brasilia de conformar el Merconorte.
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CAIDA
DEL PIB DEL 0,5 POR CIENTO EN EL 2º TRIMESTRE
Bruta recesión de tres años
Lo que no pudieron Roque Fernández,
al final de su gestión, José Luis Machinea y, mucho menos
Ricardo López Murphy por su paso fugaz, tampoco lo
logró Domingo Cavallo. Cada uno de ellos no pudo mostrar datos
positivos del PBI. En el segundo trimestre del año, período
durante el cual el mediterráneo ya gobernaba en Economía,
el Producto Interno Bruto cayó 0,5 por ciento con respecto a igual
lapso del 2000. En el acumulado del primer semestre, la contracción
fue del 1,3 por ciento. Desde que comenzó la recesión en
el último trimestre de 1998, sólo en la primera mitad del
año pasado el PIB creció en la comparación con el
año anterior, aunque en dosis homeopáticas. Es decir que
de once trimestres, sólo en dos hubo una ligera recuperación.
El resto es lo que constituye una de las peores crisis económicas
de la Argentina.
Tras el descenso de 0,5 por ciento en el período abril-junio, el
PIB en valores anualizados se ubicó en 284.577 millones de pesos.
Para consuelo de Cavallo, la caída fue muy inferior a la del primer
trimestre, cuando tocó -2,1 por ciento. Más conformes estaban
ayer en Economía porque el PIB creció 0,3 por ciento en
el segundo trimestre con respecto al primero, en la versión desestacionalizada.
Pero el tercer trimestre no daría muchos motivos para el entusiasmo,
teniendo en cuenta la intensidad que alcanzó la crisis a partir
de julio. Los datos oficiales sobre la evolución del PIB en esta
etapa se conocerán recién hacia fin de año, pero
es de suponer que no serán nada favorables.
En el segundo trimestre, los sectores productores de servicios sufrieron
una baja del 1 por ciento, manteniendo la tendencia de los seis meses
anteriores. Los servicios conforman la principal actividad económica
del país, con una participación en el PIB del 62,9 por ciento.
Generan 178.962 millones de pesos al año. En tanto, los sectores
productores de bienes tienen una participación del 32,1 por ciento,
con 91.277 millones. La agricultura y ganadería mejoró 5,8
por ciento, y el suministro de electricidad, gas y agua subió 3,6.
En cambio, la construcción tuvo un fuerte declive del 3,7 por ciento
y la industria manufacturera bajó el 1,7. Uno de los datos más
preocupantes de la información preliminar que entregó ayer
el Indec es que la inversión interna sigue en la pendiente, con
un descenso del 6,3 por ciento, luego de que durante el 2000 cayó
el 8,6. Finalmente, el consumo privado retrocedió 2,1 por ciento,
lo mismo que en el primer trimestre.
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