Por Alejandra Dandan
El derecho a la erección
será su mejor slogan de campaña. Aunque no piensa convertirse
en candidato, Víctor Pérez consiguió con su historia
lo que hasta aquí ningún político había logrado:
los hombres sin recursos que demuestren con una receta médica la
necesidad del Viagra, podrán tenerlo gratis. La decisión
fue tomada por los fabricantes locales de la poderosa píldora,
que leyeron en Página/12 el caso del sin techo que obtuvo un fallo
judicial que obligaba al gobierno porteño a proveerle el Sildenafil
la versión local del Viagra recetado por su médico.
Ayer, Pérez -ahora casi un prohombre del género, fue
hasta el laboratorio de Pfizer SRL para recibir la primera dosis de la
medicina. Eso sí, no habrá excesos posibles: Pérez
tendrá la dosis mensualmente y después de presentar la receta
de su médico.
Hace cinco días Página/12 presentaba la historia de su victoria
y también de su larga carrera de derrotas. Mencionaba a Víctor
Pérez, como V.P. uno de los sin techo urbanos que a través
de una causa judicial había conseguido la orden para que el gobierno
le comprara Viagra. Allí mismo se contaba que, a pesar del fallo,
las entregas no se habían regularizado. Ese dato despertó
ahora la inquietud de los fabricantes que consideran el caso Pérez
como un hito en la historia de la popularísima píldora erectil.
Consideran que el tratamiento de la disfunción erectil como patología
sienta un antecedente jurídico hasta ahora inexistente en el país.
El caso Pérez ha logrado modificar en estos meses, varias tradiciones.
Víctor Pérez vive desde el 99 en el Hogar España,
uno de los centros para sin techos del Gobierno de la Ciudad. El año
pasado, después de una operación necesitó las primeras
dosis de medicamentos, todo un cóctel de psicotrópicos que
encargó a los responsables de Promoción Social de la casa.
La entrega de los remedios se demoró y Pérez buscó
en la justicia una alternativa para sus reclamos. Ese canal funcionó:
inmediatamente obtuvo un fallo favorable del primer juez y, más
tarde, una ratificación del Tribunal Superior del fuero.
En marzo, a la frondosa historia clínica del homeless se sumaba
una nueva medicina: el Viagra, algo más incómodo a la hora
del reclamo.
La prescripción fue del médico Nicolás Braguinsky
por entonces director del Centro de Nutrición y Endocrinología
del Hospital Argerich. En una receta indicó Sildenafil y el 27
de junio tuvo que explicárselo a la jueza Fabiana Schafrik que
lo convocaba en tribunales. Prescribí ese medicamento dijo
porque los efectos colaterales de otra de medicina que tomaba el paciente
(Foxetin) producía una disminución en la líbido del
mismo.
La explicación bastó para que la jueza le ordenara al gobierno
porteño la compra de la píldora. La sentencia fue obedecida
durante algunas semanas, pero el botiquín de Pérez volvió
a quedarse sin el medicamento.
Cuando el caso apareció en este diario, los fabricantes se comunicaron
decididos, dijeron, a asegurarle la dosis de Sildenafil en entregas guiadas
por sus propias estadísticas: De acuerdo a nuestros estudios,
un paciente tiene una frecuencia de cuatro relaciones sexuales mensuales:
por lo tanto recibirá cuatro tabletas por mes, explicó
Enrique Comesaña Díaz, team leader del Laboratorio Pfizer.
Para los productores nacionales de la píldora, el caso Pérez
marca, indefectiblemente, un hito: Se suele considerar al sexo como
una cuestión recreacional dice el médico pero
la disfunción erectil es un emergente de otros estados de salud
subyacentes. Por eso, Comseaña Díaz consideró
auspicioso que la Justicia empiece a reparar en estas cosas.
El team leader de Pfizer le contó todo ésto a Víctor
Pérez cuando ayer a la tarde recibió la primera carga de
donaciones. Pero Pérez no será el único. Por una
política empresarial, el laboratorio suele entregar sus productos
a quienes no pueden comprarlos. Y en ese marco, también entregan
Sildenafil. Para conseguir la píldora debe demostrarse una especie
dedoble discapacidad: erectil y económica. Un médico
debe hacer la receta y explicarnos que el paciente no puede de ningún
modo comprarla, dice Comesaña antes de despedirse de Pérez,
a punto de abandonar la sala.
El hombre salió del edificio con la nuevas provisiones.
La pregunta obligada dice este diario: ¿aumenta
la líbido?
Póngale que sí.
EL
MALENTENDIDO QUE CASI TERMINA EN UN PARO
Un tren que quedó en la vía
No era Buster Keaton protagonizando
su película El maquinista de la General, pero las peripecias que
vivió el conductor del tren a Berazategui fueron parecidas. La
cadena de malos entendidos comenzó cuando, el maquinista explicó
que no iba a avanzar más y los pasajeros se indignaron: había
corrido el rumor de que el hombre lo hacía porque había
cumplido su horario. La empresa de trenes decidió, primero, aplicar
una medida disciplinaria contra el trabajador, que casi desemboca en un
paro general de trenes. Finalmente la afrenta fue lavada, los supervisores
reconocieron sus culpas y todo volvió a las vías normales.
La situación comenzó el miércoles por la noche en
la estación de Bosques, cuando el maquinista del tren A608 de la
empresa Trenes Metropolitanos explicó a los pasajeros que iban
a Berazategui que el viaje terminaba ahí. Ante las protestas, el
maquinista dijo que él cumplía órdenes y los pasajeros
estuvieron varados durante más de dos horas hasta que llegó
el tren que los llevaría a destino.
La historia continuó ayer por la mañana, cuando desde la
empresa anunciaron que el trabajador iba a ser suspendido y se le
iniciará un sumario por abandonar su puesto de trabajo. Entonces
apareció en escena el titular del gremio La Fraternidad, Omar Maturano,
que alertó que si el maquinista era suspendido, irían a
un paro, porque él se limitó a cumplir las órdenes
de la empresa de desenganchar la locomotora y volver con el tren vacío.
Así, el maquinista quedó en medio de una lucha de poderes,
hasta que la situación fue aclarada. Un vocero de Trenes Metropolitanos
explicó que se comprobó que el trabajador recibió
una orden errónea del centro de comunicaciones, porque tenían
al mismo tiempo dos accidentes que atender. La orden que tendría
que haber sido para los maquinistas de Quilmes y Longchamps, donde habían
ocurrido los accidentes, se le dio al motorman de Bosques, relató
un vocero de la empresa. La responsabilidad del maquinista quedó
salvada, los dirigentes de La Fraternidad se declararon conformes y la
empresa asumió sus culpas. Pero nadie reparó en los pobres
70 pasajeros que llegaron a sus casas dos horas más tarde.
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