Por Karina Micheletto
¿Cuánto es posible
decir con sólo cuatro instrumentos de viento? A juzgar por el trabajo
que desde hace catorce años viene realizando el grupo Cuatro Vientos,
mucho más de lo que podría imaginarse a priori. Escuchándolos
y viéndolos queda claro que cuatro saxos sobre un escenario
pueden contar historias, describir situaciones puntillosamente, despertar
carcajadas, pintar un mundo. Sobre todo cuando a los arreglos instrumentales
se agregan elementos teatrales y grandes dosis de humor. De eso se trata
Cuatro Vientos, el cuarteto de saxofones que hoy a las 20.30 se presenta
en el ciclo Los Viernes Música, organizado por Página/12,
con entrada gratuita. Ellos son Leo Heras en saxo soprano y clarinete,
Jorge Polauner en saxo tenor y flauta traversa, Julio Martínez
en saxo barítono y Diego Maurizi en saxo alto (recientemente incorporado
al grupo, en reemplazo de Natalio Sued, quien partió a Holanda
a hacer un master).
Cuatro Vientos surgió y se hizo conocido con sus excelentes espectáculos
para chicos (Soplando una historia a los cuatro vientos, El saxo mágico
y, recientemente, Pobrecitos los tramposos, donde adaptaron el cuento
El traje invisible de Hans Christian Andersen, con puesta
de Claudio Gallardou). Pronto incursionaron en otro tipo de propuestas,
cuando advirtieron que, entre el público, los padres se divertían
tanto o más que los hijos. Así surgió el espectáculo
Alma de saxofón, plasmado también en un CD, que contó
con la dirección artística de Daniel Casablanca (integrante
de Los Macocos). Con él buscamos conectarnos con el sentimiento
de cada género por el que pasamos, darnos el tiempo para sumergirnos
y transmitirlo, no simplemente tocar un tema detrás de otro,
señala Jorge Polauner en entrevista con Página/12. El espectáculo
tuvo varias versiones, entre ellas una con la incorporación de
batería, piano y bajo. Esa trayectoria se traduce hoy en una suma:
Nunca dejamos lo teatral, ni creo que lo hagamos en el futuro, como
tampoco pensamos abandonar el público infantil, explica el
músico.
Vamos variando, agregar por momentos nuevos instrumentos nos permite
meternos en otro tipo de emociones, aunque siempre seguimos haciendo por
lo menos la mitad de los temas solos. En algún sentido es bueno
poder lograr diferentes climas, pero nuestro desafío es otro: queremos
llegar a hacer sonar a toda una banda utilizando sólo cuatro vientos.
Muchas veces nos dicen parece que fueran más de cuatro,
y ahí nos ponemos felices, porque hemos logrado el objetivo.
En sus shows puede haber tango, jazz, música clásica, versiones
de temas de los Beatles, chamamés o milongas, pero todos unidos
por una concepción integral del espectáculo, y por el máximo
aprovechamiento de una variada gama de recursos técnicos. Todos
han pasado por una formación académica, pero Polanuer, por
ejemplo, incursionó en el rock (entre otras cosas, tocó
con Andrés Calamaro y Los Abuelos de la Nada) y en la composición
(el año pasado ganó un premio ACE por Las alegres mujeres
de Shakespeare), Leo Heras formó el terceto de tango Bue, junto
a Edgardo Cardozo y Fernando Galimaby, Julio Martínez también
pasó por el tango, el jazz y la música clásica, al
igual que Diego Maurizi.
¿Qué tipo de prejuicios debieron romper cuando iniciaron
el grupo?
Si bien la nuestra no es una formación tan conocida como
el cuarteto de cuerdas, por ejemplo, es de todos modos una formación
clásica, lo que ocurre es que acá no se conoce tanto. Pero
nosotros nos salimos bastante de lo establecido, hacemos arreglos muy
diferentes, y tuvimos que pasar por todo un período de presentación
de la propuesta. Desde el principio fue un desafío hacer música
con cuatro saxos, encontrando la manera de que no suene todo igual y que
no resulte aburrido. Con el tiempo fuimos acostumbrando a cierto público
que nos viene siguiendo, no somos populares, pero cualquier persona que
toca el saxo nos conoce. Hoy ya es una formación que no resulta
tan extraña, y muchos se largaron a hacer cuartetos. Es más,
alguna vez he leído una crítica que hablaba de un grupo
que tocaba al estilo Cuatro Vientos.
¿Se consideran impulsores de formaciones similares actuales?
Queda mal que lo digamos, pero cuando empezamos sólo había
otro cuarteto, que además era un grupo de estudio que no se presentaba
en público. Nuestro trabajo incidió no sólo en la
formación de cuartetos, sino que a partir de lo nuestro muchos
empezaron a hacer cosas más allá de lo musical: no estar
tan atados a las partituras, usar micrófonos inalámbricos,
largarse a moverse más en el escenario.
¿Cómo se las arregla un grupo así en épocas
de crisis?
La crisis nos afecta como a todos, se caen muchas cosas, nosotros
hacemos funciones en colegios y eventos y ahí se siente, pero somos
músicos y estamos acostumbrados a este tipo de cosas. Desde el
momento en que uno elige vivir de la música sabe que va a pasar
por épocas de vacas flacas y gordas. El asunto es que esto no te
obligue a traicionarte. No nos asusta el ajuste, en momentos como éstos
decimos bueno, habrá que aprovechar para meterse para adentro.
Y ahí nos dedicamos a producir.
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