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ALBERTO PIRIS, GENERAL RETIRADO Y ANALISTA ESPAÑOL
“La seguridad absoluta es un imposible”

En un análisis del mundo que viene tras los atentados del 11, Piris dijo que en democracia cierto grado de inseguridad es inevitable, afirmó que es erróneo hablar de �terrorismo internacional� y alertó contra el riesgo de cerrar las fronteras a los inmigrantes solo porque vienen de afuera.

Por Carolina Bilder
Desde Madrid

Mientras Estados Unidos continúa con el despliegue de su maquinaria militar, el gobierno español de José María Aznar ha reiterado el “apoyo incondicional” a las operaciones norteamericanas. En diálogo con Página/12, el general de artillería en la reserva y analista del Centro de Investigaciones para la Paz, Alberto Piris, analizó los alcances y las consecuencias que podrían derivarse de dicha ayuda, y advirtió respecto del riesgo de la aparición de un “prefascismo” en la sociedad si se insiste en igualar a la inmigración con el terrorismo, tal como sugirió días atrás el ministro de Relaciones Exteriores de España, Josep Piqué.
–¿La participación española se limitará a un apoyo logístico o incluirá una presencia directa en las operaciones militares?
–En todos estos conflictos que afectan al Oriente Medio y el Sur Asiático, España entrega casi haciendo una donación, sin condición alguna, el uso de las bases norteamericanas en Rota y en Morón, que son dos puntos de paso indispensables en la red norteamericana para poder atacar en el Oriente Medio. Esa es la participación descartada, es decir, la concesión del uso ilimitado de las bases en territorio español. Luego, Estados Unidos no necesita ayuda militar de casi ningún país, aparte de su especial aliado británico, y por supuesto no creo que recabe ayuda militar española.
–La lucha contra la ETA hace que España tenga una especial sensibilidad ante el terrorismo. ¿Es posible establecer comparaciones entre el terrorismo islámico y la ETA?
–Creo que el error principal es hablar precisamente de un terrorismo internacional, como si fuera dirigido por una cabeza y un gobierno. Creo que no hay un problema terrorista. Existen muchos terrorismos distintos y cada uno lleva sus propios objetivos y procede de un conflicto diferente que hay que saber abordar, plantear y regular con procedimientos específicos: no es lo mismo el terrorismo de IRA, el de ETA, el terrorismo en Filipinas, en el territorio palestino o el terrorismo islámico. El error fundamental de una óptica corta, que es la que yo atribuyo a Estados Unidos, es considerar que todos forman parte de un conglomerado contra el cual se puede luchar en términos militares. Momentáneamente se descubren conexiones o ayudas, pero el terrorismo internacional no existe. Por muchos medios que se dediquen a combatirlo, lo que no se puede ignorar son los conflictos que lo están originando. En el mundo, en este momento toda la opinión pública está de acuerdo en que si el problema entre Palestina e Israel no hubiera existido las dos torres gemelas de Manhattan seguirían en pie. Entonces hay una vinculación a conflictos no resueltos, a conflictos mal resueltos, en los que Estados Unidos ha intervenido desafortunadamente.
–¿Usted comparte esa visión que le atribuye a la opinión pública?
–Sí. Yo creo que todo el mundo se da cuenta de que el atentado de las torres gemelas está estrechamente vinculado al conflicto que viene ensangrentando a Palestina hace mucho tiempo, y en el que Estados Unidos ha tomado cartas en favor de Israel, con razón o sin ella, que está siempre respaldando a Israel. Este es un factor muy importante que no se puede ignorar.
–¿Hasta qué punto la advertencia talibán sobre las represalias contra los países que apoyen a Estados Unidos puede generar preocupación y temor en España?
–Si el régimen talibán se siente hostigado y amenaza con represalias, como lo ha hecho, dispone de instrumentos para poder generar cierto nivel de inseguridad en todo el mundo, no sólo en España. Pero creo que esto es posiblemente mucho más una expresión verbal para consumo interior que lo que corresponda a la realidad puesto que los sistemas de seguridad en estemomento están bastante activos. Es posible, pero no es probable, que en breve se pueda producir algo parecido a lo que ha ocurrido en Nueva York y en Washington.
–¿Son suficientes los dispositivos de control que se han puesto en marcha o haría falta modificar algunas leyes de seguridad interior?
–Si la mayor potencia del mundo con las mayores medidas de seguridad ha visto cómo volaban las torres, entonces la seguridad absoluta es un imposible. Es absurdo, además. Haría imposible la vida si todos al salir de casa tuviéramos que identificarnos. No se podría vivir la vida que aspiramos a vivir. Hay que tener una cierta inseguridad con la que tenemos que aprender a convivir, si queremos vivir en democracia.
–España es la puerta por el sur a Europa desde el Magreb, de donde ingresan muchos emigrantes que ahora temen verse identificados con el terrorismo.
–Efectivamente España es una de las puertas del sur de Europa junto con Italia y Grecia, pero no tiene nada que ver la inmigración con el terrorismo. Este es otro gran problema que en momentos de confusión se tiende a mezclar. Una cosa es la inmigración del que quiere encontrar trabajo en Europa y busca un porvenir mejor, y otra cosa es que se infiltre un terrorista. No se puede mezclar. Ahora estamos corriendo el riesgo de que un prefascismo nos invada, de que digamos “hay que reducir las libertades democráticas, hay que controlar a los que vienen de afuera”. Este es el riesgo del terrorismo, y en el fondo es un efecto que buscan los terroristas. Lo que no podemos hacer es mezclarlo todo en un solo saco y comenzar a crear una sensación de miedo entre la población que no conduce a nada bueno.
–¿Le sorprendió la afirmación del ministro Josep Piqué, quien calificó como muy probable que las mafias de las redes de inmigrantes faciliten también el tránsito de terroristas?
–A esa afirmación se le podría contestar de la siguiente manera: a España llegan mafias, pero también llegan multimillonarios árabes. Cuando llega un multimillonario a establecerse en Marbella, nadie piensa que es un terrorista. Y sin embargo puede ser un gran comerciante de armas o un explotador. En cambio, cuando llega un emigrante en una lancha, de éste se sospecha. El error está en creer que el rico no va a ser terrorista y que el pobre sí.
–¿El conflicto afectará las buenas relaciones que España mantiene con el Magreb?
–España mantiene unas buenas relaciones con el Magreb únicamente a nivel teórico, puesto que realmente muchos conflictos con el Magreb no están resueltos. Hemos tenido conflictos económicos en relación con la pesca, conflictos políticos en relación con la independencia del Sahara Occidental, y luego también tenemos el conflicto de la inmigración, donde Marruecos en realidad no está haciendo lo que debería de hacer. Verbalmente y oficialmente tenemos unas excelentes relaciones con el Magreb, pero la realidad es muy distinta y las relaciones pasan por momentos bastante críticos ya.
–Sin embargo España sigue siendo el primer inversor en esa región.
–Claro. España es el primer inversor y por eso cierra los ojos al régimen magrebí que mantiene a la población en una situación realmente lamentable en lo que respecta a subdesarrollo, y también políticamente puesto que no se ha abierto nada y sigue siendo un pueblo privado de libertades. Se puede temer y suponer que las tendencias islamistas sean un peligro para el día del mañana, dado que cuando no hay democracia los pueblos del Islam que se sienten engañados acaban recurriendo al Corán, al profeta y a la religión. Ese es un riesgo real que afecta a Europa por su margen sur.

 

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