Por Carolina Bilder
Desde
Madrid
Mientras Estados Unidos continúa
con el despliegue de su maquinaria militar, el gobierno español
de José María Aznar ha reiterado el apoyo incondicional
a las operaciones norteamericanas. En diálogo con Página/12,
el general de artillería en la reserva y analista del Centro de
Investigaciones para la Paz, Alberto Piris, analizó los alcances
y las consecuencias que podrían derivarse de dicha ayuda, y advirtió
respecto del riesgo de la aparición de un prefascismo
en la sociedad si se insiste en igualar a la inmigración con el
terrorismo, tal como sugirió días atrás el ministro
de Relaciones Exteriores de España, Josep Piqué.
¿La participación española se limitará
a un apoyo logístico o incluirá una presencia directa en
las operaciones militares?
En todos estos conflictos que afectan al Oriente Medio y el Sur
Asiático, España entrega casi haciendo una donación,
sin condición alguna, el uso de las bases norteamericanas en Rota
y en Morón, que son dos puntos de paso indispensables en la red
norteamericana para poder atacar en el Oriente Medio. Esa es la participación
descartada, es decir, la concesión del uso ilimitado de las bases
en territorio español. Luego, Estados Unidos no necesita ayuda
militar de casi ningún país, aparte de su especial aliado
británico, y por supuesto no creo que recabe ayuda militar española.
La lucha contra la ETA hace que España tenga una especial
sensibilidad ante el terrorismo. ¿Es posible establecer comparaciones
entre el terrorismo islámico y la ETA?
Creo que el error principal es hablar precisamente de un terrorismo
internacional, como si fuera dirigido por una cabeza y un gobierno. Creo
que no hay un problema terrorista. Existen muchos terrorismos distintos
y cada uno lleva sus propios objetivos y procede de un conflicto diferente
que hay que saber abordar, plantear y regular con procedimientos específicos:
no es lo mismo el terrorismo de IRA, el de ETA, el terrorismo en Filipinas,
en el territorio palestino o el terrorismo islámico. El error fundamental
de una óptica corta, que es la que yo atribuyo a Estados Unidos,
es considerar que todos forman parte de un conglomerado contra el cual
se puede luchar en términos militares. Momentáneamente se
descubren conexiones o ayudas, pero el terrorismo internacional no existe.
Por muchos medios que se dediquen a combatirlo, lo que no se puede ignorar
son los conflictos que lo están originando. En el mundo, en este
momento toda la opinión pública está de acuerdo en
que si el problema entre Palestina e Israel no hubiera existido las dos
torres gemelas de Manhattan seguirían en pie. Entonces hay una
vinculación a conflictos no resueltos, a conflictos mal resueltos,
en los que Estados Unidos ha intervenido desafortunadamente.
¿Usted comparte esa visión que le atribuye a la opinión
pública?
Sí. Yo creo que todo el mundo se da cuenta de que el atentado
de las torres gemelas está estrechamente vinculado al conflicto
que viene ensangrentando a Palestina hace mucho tiempo, y en el que Estados
Unidos ha tomado cartas en favor de Israel, con razón o sin ella,
que está siempre respaldando a Israel. Este es un factor muy importante
que no se puede ignorar.
¿Hasta qué punto la advertencia talibán sobre
las represalias contra los países que apoyen a Estados Unidos puede
generar preocupación y temor en España?
Si el régimen talibán se siente hostigado y amenaza
con represalias, como lo ha hecho, dispone de instrumentos para poder
generar cierto nivel de inseguridad en todo el mundo, no sólo en
España. Pero creo que esto es posiblemente mucho más una
expresión verbal para consumo interior que lo que corresponda a
la realidad puesto que los sistemas de seguridad en estemomento están
bastante activos. Es posible, pero no es probable, que en breve se pueda
producir algo parecido a lo que ha ocurrido en Nueva York y en Washington.
¿Son suficientes los dispositivos de control que se han puesto
en marcha o haría falta modificar algunas leyes de seguridad interior?
Si la mayor potencia del mundo con las mayores medidas de seguridad
ha visto cómo volaban las torres, entonces la seguridad absoluta
es un imposible. Es absurdo, además. Haría imposible la
vida si todos al salir de casa tuviéramos que identificarnos. No
se podría vivir la vida que aspiramos a vivir. Hay que tener una
cierta inseguridad con la que tenemos que aprender a convivir, si queremos
vivir en democracia.
España es la puerta por el sur a Europa desde el Magreb,
de donde ingresan muchos emigrantes que ahora temen verse identificados
con el terrorismo.
Efectivamente España es una de las puertas del sur de Europa
junto con Italia y Grecia, pero no tiene nada que ver la inmigración
con el terrorismo. Este es otro gran problema que en momentos de confusión
se tiende a mezclar. Una cosa es la inmigración del que quiere
encontrar trabajo en Europa y busca un porvenir mejor, y otra cosa es
que se infiltre un terrorista. No se puede mezclar. Ahora estamos corriendo
el riesgo de que un prefascismo nos invada, de que digamos hay que
reducir las libertades democráticas, hay que controlar a los que
vienen de afuera. Este es el riesgo del terrorismo, y en el fondo
es un efecto que buscan los terroristas. Lo que no podemos hacer es mezclarlo
todo en un solo saco y comenzar a crear una sensación de miedo
entre la población que no conduce a nada bueno.
¿Le sorprendió la afirmación del ministro Josep
Piqué, quien calificó como muy probable que las mafias de
las redes de inmigrantes faciliten también el tránsito de
terroristas?
A esa afirmación se le podría contestar de la siguiente
manera: a España llegan mafias, pero también llegan multimillonarios
árabes. Cuando llega un multimillonario a establecerse en Marbella,
nadie piensa que es un terrorista. Y sin embargo puede ser un gran comerciante
de armas o un explotador. En cambio, cuando llega un emigrante en una
lancha, de éste se sospecha. El error está en creer que
el rico no va a ser terrorista y que el pobre sí.
¿El conflicto afectará las buenas relaciones que España
mantiene con el Magreb?
España mantiene unas buenas relaciones con el Magreb únicamente
a nivel teórico, puesto que realmente muchos conflictos con el
Magreb no están resueltos. Hemos tenido conflictos económicos
en relación con la pesca, conflictos políticos en relación
con la independencia del Sahara Occidental, y luego también tenemos
el conflicto de la inmigración, donde Marruecos en realidad no
está haciendo lo que debería de hacer. Verbalmente y oficialmente
tenemos unas excelentes relaciones con el Magreb, pero la realidad es
muy distinta y las relaciones pasan por momentos bastante críticos
ya.
Sin embargo España sigue siendo el primer inversor en esa
región.
Claro. España es el primer inversor y por eso cierra los
ojos al régimen magrebí que mantiene a la población
en una situación realmente lamentable en lo que respecta a subdesarrollo,
y también políticamente puesto que no se ha abierto nada
y sigue siendo un pueblo privado de libertades. Se puede temer y suponer
que las tendencias islamistas sean un peligro para el día del mañana,
dado que cuando no hay democracia los pueblos del Islam que se sienten
engañados acaban recurriendo al Corán, al profeta y a la
religión. Ese es un riesgo real que afecta a Europa por su margen
sur.
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