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EXPLOTO UNA PETROQUIMICA EN FRANCIA: 18 MUERTOS Y 658 HERIDOS
Primero el fuego y después la nube

El estallido del complejo petroquímico en Toulouse provocó una nube tóxica. Hay 18 muertos y unos 20 desaparecidos.

El estallido generó pánico en Toulouse: sus habitantes creyeron estar ante un atentado. Las autoridades le pidieron
a la gente que se quedara en sus casas, para evitar la nube.

Apenas habían pasado 15 minutos de las 10 de la mañana del primer día de otoño cuando un estallido ensordecedor y una enorme bola de fuego y humo enturbiaron el tibio aire de septiembre en la localidad francesa de Toulouse. La siniestra imagen de los atentados en Estados Unidos revivió durante unos segundos en la mente de los pobladores, pero se disipó rápidamente: no se trataba de un ataque terrorista. Un “inexplicable recalentamiento en un depósito de nitratos” acababa de destruir por completo el complejo petroquímico Atofina, causando la muerte de al menos 18 obreros, además de provocar heridas en otros 658. La policía indicó además que habría entre 15 y 20 personas desaparecidas; y recomendó a los vecinos permanecer en sus casas, por el riesgo que representa la nube tóxica de amoníaco que se habría formado tras la explosión de la planta (ver aparte).
La deflagración en Atofina desencadenó un segundo estallido en uno de los edificios cercanos, perteneciente a la antigua Sociedad Nacional de Pólvora y Explosivos (SNPE), causando también allí decenas de heridos, dos de ellos en gravísimo estado. La onda expansiva de la explosión arrancó puertas de sus marcos e hizo añicos los vidrios de las ventanas en un radio de 15 cuadras; abrió un cráter de 50 metros de diámetro por 100 de profundidad; y tuvo una potencia similar a la de un sismo de 3.2 grados en la escala de Richter, según los expertos.
La empresa Atofina pertenece al grupo Grande Paroisse, subsidiario de la multinacional TotalFinaElf. La planta de Toulouse elaboraba fertilizantes (comercializados bajo la marca AZF), aunque también se producían allí algunos lubricantes, y el combustible para el cohete Ariane. En los depósitos de Atofina se almacenaban, entre otros químicos, 6300 toneladas de amoníaco líquido, 100 toneladas de cloro, 6000 toneladas de amonio y casi 2500 toneladas de metanol. Esos componentes, necesarios para las labores de la planta, conforman ahora el fantasma que, en forma de nube, amenaza a Toulouse y a las poblaciones vecinas.
Pocas horas después de la explosión, el presidente francés, Jacques Chirac, y el primer ministro, Lionel Jospin, visitaron el lugar de la tragedia. Chirac –que a principios de semana estuvo en Estados Unidos, para llevar su apoyo tras los atentados del 11 de septiembre– descartó que se haya tratado de un ataque terrorista, aunque los peritos que trabajan en la zona demoraron varias horas en detectar la causa del accidente. Jospin, oriundo de Toulouse, se mostró conmovido con el hecho, y recomendó a sus antiguos vecinos respetar todas las indicaciones que den las autoridades de seguridad.
Thierry Desmarest, directivo de TotalFinaElf, consideró desde el lugar donde ocurrió el accidente que “la explosión constituye un drama espantoso. La visión del lugar arrasado es una imagen consternante, casi de horror. Mis primeros pensamientos están con las víctimas y sus familias”. Desmarest recalcó que la planta petroquímica de Atofina era objeto “de los controles más estrictos” en materia de seguridad, y de una vigilancia “permanente”.
Los expertos que investigan el origen de la explosión señalaron ayer por la tarde que el factor detonante sería “un inexplicable recalentamiento ocurrido en uno de los depósitos de nitrato de la planta”. El fiscal Michel Breard, que coordina la investigación, indicó que “se apunta a saber por qué la explosión se originó a partir de un punto caliente en un área de almacenamiento de nitratos”, ya que técnicamente eso no debería ocurrir.
En tanto, los habitantes de esta región del suroeste de Francia han quedado doblemente encerrados: en primer lugar, porque las autoridades han dispuesto el cierre de las rutas que entran y salen de Toulouse, y se han suspendido los vuelos hacia esa localidad. Y por otra parte, a causa de la nube tóxica formada tras la explosión –compuesta por emanaciones de amoníaco gaseoso–, las autoridades recomendaron que la gente se quede encerrada en su casa y que intente usar lo menos que pueda la red de aguacorriente. Varios edificios de la zona –entre ellos, una escuela– fueron desalojados, por temor a que la onda expansiva haya dañado sus estructuras y que se derrumben. Al cierre de esta edición, el saldo provisorio del accidente eran 18 muertos, 658 heridos y entre 15 y 20 desaparecidos, aunque no se descarta que las cifras se eleven.

 

Efectos del amoníaco

La nube tóxica de amoníaco que sobrevuela Toulouse tras la explosión en la planta de Atofina puede tener efectos severos sobre la salud de los pobladores de la región, dependiendo del tiempo que tarde en disiparse, y, por lo tanto, del tiempo que los habitantes estén expuestos a estas emanaciones. En primer lugar, el aparato respiratorio del ser humano se irrita fácilmente ante la presencia del amoníaco. Un contacto prolongado puede derivar en la formación de edemas pulmonares. También suele producir escoriaciones en la piel, porque el amoníaco, al entrar en contacto con la humedad del tejido cutáneo, se transforma en hidróxido de amonio, un producto corrosivo. Por último, en algunos casos se han detectado lesiones en los ojos.

 

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