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El septiembre de Orlando Letelier

Infinito estrena hoy un documental sobre el asesinato en Washington del ex canciller de Allende, cuando Bush padre era jefe de la CIA.

Pinochet, Allende, Pedro
Espinoza (de la DINA) y Letelier.
Los nexos entre la CIA y la dictadura chilena están comprobados.

Por Mariana Enriquez

Antes de que el Pentágono sufriera el ataque terrorista del martes 11, la muerte de Orlando Letelier era el mayor atentado jamás registrado en Washington: el ex canciller chileno y su secretaria Ronni Karpen-Moffit murieron después de que una bomba estallara en su auto, el 21 de septiembre de 1976, a pocas cuadras de la Casa Blanca. En aquel momento, George Bush era el jefe de la CIA, y atribuyó el crimen a un “ajuste de cuentas” entre izquierdistas. La trama, por supuesto, era otra, y es esa trama la que trata de ordenar “Atentado en Washington: ¿Quién mató al canciller Letelier?”, el documental producido por Cuatro Cabezas, con guión y producción periodística de Rolando Graña, que Infinito pondrá en el aire este sábado a las 22.
El documental elige el recuento cronológico para narrar lo que comenzó en 1970 con la llegada de Salvador Allende al poder en Chile, y el éxito de militares chilenos y el gobierno estadounidense para desestabilizarlo y evitar una “Cuba sudamericana”. A partir de allí, revela con testimonios y los documentos desclasificados de la CIA cómo se fue preparando el escenario, primero con el crimen del general René Scheneider (un militar constitucionalista y democrático), sucedido por Carlos Prats (que renunció once días antes del golpe y un año más tarde fue asesinado en Buenos Aires) para ser reemplazado por Augusto Pinochet. Imágenes de archivo muestran además protestas sociales que, según se comprobó, fueron apoyadas por la CIA, e imágenes del golpe y el bombardeo a la Casa de la Moneda.
Orlando Letelier era importante en el gobierno constitucional de Allende. Había sido embajador en EE.UU, ministro del Interior, ministro de Relaciones Internacionales y ministro de Defensa en el momento del golpe. Ese día fue arrestado y enviado a las isla Dawson, cerca de la Antártida. Pero gracias a presiones internacionales fue puesto en libertad y deportado a Venezuela, desde donde llegó a Estados Unidos. Prats, mientras tanto, moría en un atentado ejecutado el 30 de septiembre de 1974. La jueza federal Servini de Cubría aparece en el documental explicando la responsabilidad de este Departamento, además de la participación en el atentado de Michael Townley, un agente de la CIA. Fue Servini de Cubría quien el año pasado juzgó al agente de la DINA Enrique Arancibia Clavel y lo condenó por el crimen de Prats.
La trama se traslada entonces a Washington, no sin antes referirse al Plan Cóndor, alianza de los servicios de Inteligencia de Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay y Bolivia para la guerra sucia. En el contexto de este plan, agentes de la DINA (con pasaportes paraguayos autorizados por Stroessner tras un pedido especial de Pinochet) entraron a EE. UU. y asesinaron a Letelier, que estaba denunciando los crímenes contra la humanidad de Pinochet, quien llegó a quitarle la ciudadanía chilena. “Nací, soy y moriré chileno”, dijo entonces Letelier, “Pinochet nació fascista y traidor y así vivirá, morirá y será recordado.” En ese momento, Henry Kissinger era el encargado de la diplomacia estadounidense y se había reunido con Pinochet en Chile. Además de agentes de la DINA, participó Michael Townley, de la CIA.
El documental, exhaustivo y detallado, no se detiene allí y revela más aristas del complejo complot, incluso los destinos de los implicados (Townley está en libertad, por ejemplo). La reconstrucción cuenta con entrevistas a periodistas como Mónica González, Isabel Morel (viuda de Letelier), Fabiola Letelier (hermana y abogada defensora), Alejandro Incháurregui (del Equipo de Antropología Forense Argentino), Peter Kornbluh (del National Security Archive, que impulsa la desclasificación de documentos de la CIA y el Departamento de Estado) y Sofía Prats, hija del general. La edición es vertiginosa, con música entre marcial e industrial, que contribuye al clima de complot y violencia. En una trama tan compleja, el estilo podría ser confuso, pero el especial se las arregla para lograr claridad. Y obtiene momentos conmovedores, como cuando Morel recuerda la equivocada confianza de su esposo cuando recibió la noticia de que ya no era ciudadano chileno, días antes de su asesinato. “Orlando no tenía miedo. ‘Por este año me salvo’, dijo. ‘Pinochet sólo mata en septiembre’.”

 

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