Por Carolina Bilder
Desde
Madrid
Aunque alejada del escenario
de los atentados, en la capital española se sienten también
los primeros síntomas de la catástrofe. A las primeras medidas
puestas en marcha por los organismos de seguridad del Estado para reforzar
los dispositivos de control y vigilancia en las fronteras y los aeropuertos,
se sumaron las iniciativas de los pilotos españoles: rechazaron
la posibilidad de que la policía custodie los vuelos con armas
pero propusieron un catálogo de medidas de seguridad adicionales,
como reducir el equipaje de mano y controlar al personal de tierra de
los aeropuertos. Algunas empresas privadas, en cambio, directamente prohibieron
viajar a sus ejecutivos hasta nuevo aviso. Pero los más afectados
son los ciudadanos árabes y, por extensión, los propios
inmigrantes que viven en España. Trámites relativamente
sencillos, como la obtención de una visa para ingresar a otro país,
se han vuelto engorrosos, mientras salen a la luz algunos casos de intolerancia
hacia lo árabe en hechos aislados, como la negativa de algunos
turistas a compartir el mismo vuelo con señores que visten de turbante.
La geografía de la ciudad se vuelve a dibujar en las embajadas
extranjeras, las mezquitas y los templos judíos, que llevan ahora
una fuerte custodia policial. Apenas se conocieron los ataques terroristas
en Nueva York y Washington, la policía española estacionó
sus tanques en la puerta de la sede de la embajada de Estados Unidos.
Fuentes consultadas por Página/12 en la Guardia Civil, la Policía
Nacional y el Ministerio del Interior, reconocieron que los organismos
de Seguridad pusieron en marcha un primer paquete de medidas. Por
el momento hemos reforzado los controles en las fronteras, hay más
aparatos de detección de objetos en los aeropuertos y se registran
rigurosamente todos los pasaportes, admitió un portavoz del
Ministerio del Interior. En el aeropuerto de Barajas, donde la policía
retiró hasta los maceteros porque los considera propicios para
esconder bombas, los pasajeros advierten que efectivamente los dispositivos
de seguridad son más rigurosos. Aunque están los que
se quejan de que las medidas son insuficientes, a mí me han revisado
todo el equipaje cuando anteriormente podía retirar el mío,
o el de cualquier otro pasajero, sin atravesar ningún control,
comenta un recién llegado.
La estratégica posición de España como frontera sur
de penetración a Europa desde el Magreb, sumada a una tradición
islámica de muchos siglos dominada por los árabes, y a que
ahora afronta un creciente flujo de la migración desde Marruecos,
encendió el alerta en los pasos fronterizos, donde los ferrys que
unen España con los países norteafricanos transportan diariamente
a centenares de personas. Es cierto que ahora se tiene un poco más
en cuenta a los ciudadanos de unos países que otros en función
de su procedencia admite un vocero de la Guardia Civil, pero
por el momento no evaluamos restricciones a la inmigración.
Las medidas de seguridad, sin embargo, alteraron la rutina de los residentes
musulmanes que viven en España. No sólo sienten el temor
de que se comience a estigmatizarlos simplemente por llevar un nombre
árabe o vestir con atuendos diferentes a los occidentales, sino
que trámites sencillos como la obtención de una visa de
ingreso son ahora demorados más de quince días por las verificaciones
que deben hacerse. Antes de otorgarles el visado tenemos la orden
de realizar una consulta a la Cancillería del país de que
se trate para averiguar sus antecedentes, explicó a este
diario un empleado de una embajada sudamericana.
Algunas empresas decidieron intervenir por su cuenta. Un ejecutivo de
una importante multinacional, que atiende negocios en varios paíseseuropeos,
contó que la empresa les prohibió abordar vuelos hasta nuevo
aviso porque considera que existe un alto riesgo.
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