Por Julio Nudler
Cruzar la línea electoral
del 14 de octubre sin consecuencias desastrosas y demostrar un par de
meses más que se ha podido lograr el déficit cero son las
dos condiciones que, según Economía, permitirán que
cuaje la nueva renegociación de la deuda pública, ya en
plena marcha. En ese caso, el Congreso nacional podría sancionar
un Presupuesto que ya incluye una fuerte reducción en la factura
de intereses que depende de la reprogramación y, por
tanto, descomprimiría las tensiones provocadas por el ajuste. Sin
embargo, el nuevo acuerdo erige aún varios obstáculos ante
la ansiedad del equipo económico, y entre ellos la necesidad de
que el Parlamento consienta embargar la recaudación impositiva
para garantizar el repago de la deuda. Para conseguirlo, Domingo Cavallo
cuenta con el recurso de incluir en el paquete el endeudamiento de las
provincias, volcando así en su favor la influencia de los gobernadores.
Pero es preciso tener en cuenta que el uso de la futura recaudación
como respaldo de un pasivo dolarizado lleva implícito un compromiso
de no devaluar el peso. El mediterráneo se juega en toda esta operación
su destino político, seriamente afectado por los decepcionantes
seis meses transcurridos desde su retorno ministerial. Sin aligerar los
servicios de la deuda y despejar el horizonte de vencimientos no tiene
chances de relanzar la economía. En este caso, su permanencia en
el Gobierno no podría extenderse mucho más.
Más allá de la ingeniería financiera concreta, Economía
intenta convencer a los bancos de que el préstamo que les pide
será parte de la solución (definitivo alejamiento del peligro
de default) y no del problema (más deuda). Como gran argumento
exhibe el severísimo programa fiscal en ejecución. Pero
los analistas de la banca saben que, como mínimo, el problema argentino
también está en su rígido esquema cambiario y su
incapacidad de generar oportunidades de negocio, todo lo cual se traduce
en una recesión de inicio ya inmemorial y final inescrutable. Como
quiera que sea, al día de hoy son éstas las cuestiones cruciales
que plantea la renegociación de la deuda:
- Los 3000 millones de dólares que concedió el Fondo Monetario
para aplicar a algún esquema de reprogramación por definir
no alcanzan a conformar la masa crítica necesaria, nunca inferior
a diez mil millones. Por tanto, la Argentina está intentando conseguir
que cierto número de bancos internacionales le concedan un préstamo
sindicado a largo plazo y a una tasa que, a lo sumo, llegue al 8 por ciento
anual. Deberían mediar para ello garantías de organismos
multilaterales.
- Un esquema posible es que ese crédito sea securitizado por el
país. Es decir, que éste emita papeles contra ese activo
(el préstamo). Este mecanismo permitiría eludir la imposibilidad
de ofrecer a algunos tenedores de títulos avales de los que no
gozan otros, ya que esa práctica no es legalmente admitida.
- Los bonos que están en las carteras de la banca que opera en
la Argentina y de los fondos jubilatorios gerenciados por las AFJP (que
a su vez pertenecen a esos mismos bancos) también se transformarían
en un préstamo bancario a muy largo plazo. Según reveló
Página/12 en su edición de ayer, ese crédito vencería
a los 20 años, pagándose enteramente al final. Esos inversores
institucionales harían un primer gran negocio, ya que el Tesoro
les tomaría los papeles a valor nominal, y no a su depreciada cotización
actual.
En realidad, la operación sólo resultaría también
conveniente para el Estado si recibiera el préstamo a una tasa
sensiblemente inferior a la renta que pagan esos títulos. No es
correcto, en este sentido, considerar que esos bonos rinden un 15 por
ciento, porque este rendimiento se refiere a su valor de mercado. Respecto
de su valor facial pagan rentas que van en promedio del 8 al 9 por ciento
anual, de manera que el préstamo destinado a rescatar los papeles
a valor par debería serle acordado al Gobierno a un costo mucho
más bajo que éste.* Es obvio que a la banca que opera en
esta plaza se le genera un problema de descalce: tiene bonos dolarizados
que remplazará por un crédito en dólares, y su deudor
el Estado argentino pretende garantizarle esa deuda con la
recaudación, que percibe en pesos. Sin embargo, un atajo podría
encontrarse en los tributos que están vinculados a operaciones
en dólares. Es el caso del IVA a la importación, que en
condiciones normales puede producir más de 5000 millones anuales
(aunque siempre en pesos).
- El empeño de la recaudación a favor de los acreedores
provoca las conocidas controversias acerca de las prioridades que debe
tener el gasto público. De todas formas, al admitir el pago de
impuestos nacionales con cupones de los títulos de deuda, el Gobierno
de Fernando de la Rúa ya prendó la recaudación, en
este caso como aval de los intereses del endeudamiento. Pero dado que
los recursos tributarios son mayores que los servicios financieros de
la deuda, queda espacio para respaldar también el capital con los
ingresos de la AFIP. El asesor y candidato cavallista Horacio Tomás
Liendo es el gran impulsor de este mecanismo.
- Una cuestión clave a resolver es cómo cerrar trato simultáneamente
con los acreedores locales y extranjeros, para que estos últimos
no pierdan interés en la renegociación al ver reforzada
la cobrabilidad de sus títulos argentinos por un acuerdo sellado
con los bancos de esta plaza.
- Respecto de éstos, el BCRA les aflojaría el cincho para
que no vean resentida su liquidez al cambiar un activo relativamente líquido,
como son los bonos, por un crédito concedido a muy largo plazo.
La relajación de las normas financieras podría ser justificada
por el menor peligro de una crisis sistémica.
- En un sentido algo parecido, el razonamiento respecto de la banca internacional
de inversión es que hoy tiene muy subrepresentada a la deuda argentina
en la composición de su cartera, considerando el alto riesgo de
default. Pero si se encuentra una ingeniería financiera capaz de
eliminarlo, sería lógico que esa banca participara del crédito
sindicado como una forma de elevar su exposición al riesgo argentino
hasta el nivel que razonablemente le correspondería.
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