Por Raúl
Kollmann e Irina Hauser
Lo primero es la explosión.
Desde mañana y al menos hasta fin de año, el juicio oral
y público sobre el caso AMIA se concentrará en ese tema
clave, tratando de esclarecer las cosas más elementales que la
catastrófica pesquisa del menemismo dejó sin respuestas
contundentes: si hubo o no un suicida en el atentado, qué carrocería
tenía la camioneta que explotó, si ese vehículo fue
lo único que voló la AMIA o si jugó también
algún papel un volquete dejado en la puerta cinco minutos antes
de la explosión. La extraña trama que une a ese volquete
de una empresa de un empresario de origen árabe con un terreno
de otro empresario de origen árabe y también con Carlos
Telleldín, el delincuente que fue el último propietario
de la Trafic. El tema de la explosión es tan importante que el
Tribunal Oral número 3 que no confía demasiado en
la pesquisa hecha por el juez Juan José Galeano ordenó
hacer una nueva pericia a expertos militares, un trabajo que recién
va a estar listo dentro de dos meses, en pleno juicio oral.
Pocas dudas
En verdad, el debate sobre la explosión debería haber sido
breve, porque a siete años no debería existir la menor duda
sobre cosas primarias como la explosión. Sin embargo, el juicio
empezará mañana con la lectura de la acusación, pero
después se invertirán entre tres y cuatro meses para que
pasen testigos, heridos, especialistas en explosivos, ingenieros, peritos
y mecánicos para aclarar de una vez por toda cómo se cometió
el atentado.
Debería haber pocas dudas:
- La Policía Federal sostuvo que explotó una camioneta Trafic
que se incrustó, de frente, en la AMIA.
- Un perito de la Gendarmería, contratado por la AMIA, Osvaldo
Laborda, llegó a la misma conclusión, aunque discrepó
en la cantidad de explosivos y sobre todo expresó dudas sobre el
tipo de explosivo que se usó.
- El FBI también dijo que la camioneta cargada de explosivos fue
el arma usada en el atentado.
- Los peritos israelíes también coincidieron con ese diagnóstico.
- Los periodistas Néstor Macchiavelli y Raúl García
hicieron explotar una Trafic con supervisión del juzgado
y se verificó que las partes que quedaron después de la
voladura eran muy compatibles con las que se encontraron en la AMIA.
Finalmente, el juez Galeano y los fiscales Eamon Mullen, José Barbaccia
y Alberto Nisman dieron por buena esa versión del atentado.
Algunas dudas
La incógnita mayor sobre la forma de realizar el atentado surgió
a raíz de que prácticamente no se encontraron testigos que
hayan visto pasar la Trafic y, menos aún, la maniobra con la cual
se incrustó en la AMIA. Los investigadores sostienen que quienes
pudieron haberlo visto murieron porque estaban cerca.
- En los primeros días del juicio, deberá contar su versión
Nicolasa Romero, una humilde mujer quien dijo haber visto la camioneta
cuando giró en la esquina de la AMIA.
- También hay un portero, que estaba ubicado a unos 150 metros,
que igualmente dice haber visto la camioneta.
- Sin embargo, también se escuchará a varios testigos que
estaban muy cerca, en la línea de vista de la calle Pasteur, y
aseguran que no vieron ninguna camioneta.
- Entre los restos de la Trafic apareció una bomba de nafta. Los
fabricantes de Renault, CIADEA, dijeron de entrada que por ahí
no pasó combustible, o sea que esa bomba de nafta fue plantada
para desviar lainvestigación. Después, en un segundo informe,
CIADEA vuelve a mencionar el tanque de nafta, pero ya no se pronuncia
tan categóricamente.
- También están los que sostienen que quedaron muy pocos
restos de la Trafic, lo que indicaría que en verdad la camioneta
no existió sino que cómplices de los terroristas arrojaron
dentro de la AMIA el motor que, por el número, llevaba a su último
propietario, Telleldín.
En una palabra, el primer tramo del juicio estará destinado a terminar
con la polémica de la explosión. Por las pericias, el uso
de la Trafic parece incuestionable. Y también parece indudable
desde la lógica: la hipótesis de que alguien quiso plantar
una pista falsa requería hacer explotar una Trafic en algún
descampado, tomar el motor, llevarlo hasta la AMIA después del
atentado y, sin que nadie lo vea hay que considerar que había
un montón de gente, entre ellos servicios de inteligencia de varios
países tirar el motor entre los escombros. Una operación
muy amplia, compleja y en la que se necesitan demasiados cómplices,
alguno de los cuales, inevitablemente, rompería el secreto.
El volquete
Cinco minutos antes del atentado, fue colocado un volquete frente a la
AMIA. Aunque no está totalmente comprobado, parece que llegó
a pedido del arquitecto Andrés Malamud, quien murió en la
explosión y estaba a cargo de una serie de refacciones en el edificio.
La empresa que entregó el volquete es propiedad de Nassib Hadad,
un hombre de origen árabe, que además fue comprador justito
en esa época de amonal, el explosivo que se habría usado
en el atentado.
Por las características del estallido y los daños, todos
los peritos coincidieron en que el explosivo no estuvo en el volquete
sino en la camioneta. Es más, sostienen que la explosión
hubiera tenido otro efecto, mucho más hacia arriba que hacia adentro
de la mutual judía. A ello hay que agregar otra evidencia: los
periodistas García y Machiavelli hicieron también volar
un volquete con 300 kilos de explosivo adentro. Quedó casi como
papel picado, mientras que el volquete ubicado frente a la AMIA terminó
totalmente deformado, pero bastante entero. Las fotos muestran, además,
que no tenía un doble fondo en el que podrían haberse escondido
explosivos.
Datos asombrosos
En la hoja de ruta del camión que colocó ese volquete frente
a la AMIA había otra dirección extraña: Constitución
2657. Allí había un predio vacío y el conductor del
camión dijo que dejó un volquete allí en la mañana
del 18 de julio.
- El vecino de ese baldío es Alberto Kanoore Edul, otro hombre
de origen árabe, que curiosamente llamó al último
titular del motor de la Trafic, Carlos Telleldín, el 10 de julio,
ocho días antes de la explosión. Kanoore Edul nunca pudo
explicar esa llamada. Se trata del hijo de un amigo de Carlos Menem y
ex presidente del Centro Yabrudense, o sea los nacidos en Yabrud, la ciudad
de los Yoma y los Al Kassar.
- El baldío estaba adjudicado en ese momento, mediante un expediente
increíble, a una señora que tiene una recomendación
de un doctor de Presidencia de la Nación. El nombre que figura
escrito a mano es Felix, o sea que probablemente Alito Tfeli,
el médico personal de Carlos Menem. Las contradicciones entre los
tenedores del predio son groseras.
- En la agenda de Kanoore Edul se encontraron los teléfonos de
todos los que entraron en el marco de las sospechas, tanto iraníes
como sirios. Además, asombrosamente, había unos 15 talleres
mecánicos, pese a que Kanoore se dedica al comercio de textiles.
Debe tenerse en cuenta que falta saber dónde, en qué taller
o garage, se armó la camioneta con los explosivos. Para el FBI,
el volquete jugó algún papel en la explosión. Los
norteamericanos sugieren que pudo haber servido para marcar el lugar por
el que debía entrar la camioneta, pero parece poco creíble.
En todo caso, en los primeros meses, el volquete también estará
en la mira.
Una cuestión elemental
En siete años de investigación, no se pudo determinar si
en el atentado contra la AMIA hubo o no un suicida. Es un tema central,
por cuanto deja poco margen para la duda sobre los autores: si hubo suicida,
se trató de un ataque de una organización islámica,
las únicas que consiguen reclutar suicidas. Si no hubo suicida,
el espectro se amplía hacia algunos de los rumores que hoy siguen
circulando: que el atentado fue un vuelto por alguna traición de
Carlos Menem, que tuvo que ver con armas, drogas o lo que sea.
La cuestión del suicida se reduce a contar la cantidad de muertos
que hubo en el atentado. En principio se dijo que 86, pero después
se encontró a un paraguayo que había simulado su muerte
para que su esposa cobrara una indemnización. O sea que las víctimas,
con familia conocida, son 85. En concreto, lo que insólitamente
no pudo determinar la pesquisa tal vez a través de exámenes
de ADN si había un muerto número 86, o sea el suicida.
En los restos encontrados en la AMIA ¿había ADN de 85 personas
o de 86? Esa es la pregunta que no se pudo resolver.
La explosión y los
acusados
Todos estos temas son las que estarán en el centro de la escena
de los primeros meses del juicio. Algunas tendrán poca relación
directa con los acusados. En verdad, la secuencia es la siguiente:
- Telleldín está imputado porque el motor que se encontró
entre los escombros estaba a su nombre.
- El otrora poderoso comisario Juan José Ribelli y otros tres policías
están acusados porque Telleldín dice que les dio a ellos
la camioneta.
O sea que resulta esencial clarificar que el crimen de las 85 víctimas
se cometió con una Trafic, en la que estaba el motor que fue de
Telleldín. Después seguramente en el tramo del juicio
que se hará el año que viene- habrá que evaluar qué
camioneta se usó y si Telleldín y los policías sabían
que se iba a usar para un atentado o un hecho similar.
En la imaginación de los investigadores hay fantasmas y esperanzas.
Uno de los fantasmas es que los acusados se aparezcan con una Trafic y
digan: ustedes dicen que se usó como coche-bomba, pero no
es cierto, acá está. El temor ya fue revelado a Página/12
por más de un funcionario, pero -bien mirado es imposible.
El sueño es que los acusados se peleen entre ellos y de ese enfrentamiento
salga algún dato que sirva para salvar una pesquisa que fue catastrófica
en los primeros años y que refleja milimétricamente la inexistente
voluntad que hubo por parte del menemismo de encontrar a los culpables.
Las
claves del casoLas claves del caso
La
investigación en el banquillo. Menem, la SIDE y las
cortinas de humo. Lo mucho que no se va a juzgar mañana.
Por R.K. e I.H.
Lo que no se va a juzgar
1
En realidad del atentado no se sabe casi nada:
- Quién manejó la camioneta hasta la AMIA.
- Dónde se armó la Trafic con los explosivos.
- Qué terroristas entraron al país y por dónde, para
ejecutar la última parte del atentado. No se sabe tampoco dónde
se alojaron.
- No están individualizados los que colaboraron con los asesinos
en la inteligencia previa al ataque.
- No se sabe qué organización estuvo detrás ni cuáles
son las pruebas -salvo informes de inteligencia que los incriminan.
Todo esto no se va a juzgar a partir de mañana, porque en lo fundamental
la investigación fracasó. Los que estarán en el banquillo
de los acusados son el delincuente Carlos Telleldín y cuatro policías
Juan José Ribelli, Irineo Leal, Raúl Ibarra y Mario
Barreiro porque supuestamente proveyeron la camioneta y sabían,
al menos, que era para que se use en algo muy grave. Al resto de los acusados
se los señala como responsables de delitos menores.
Lo que no se va a juzgar
2
En las últimas semanas, aparecieron datos que corroboran
que existía una especie de alerta sobre la posibilidad de que se
produzca un atentado en la Argentina. Se sabe desde hace años que
hubo una advertencia del brasileño Wilson Dos Santos, actualmente
preso, quien habría dicho en los consulados de Milán de
Argentina, Brasil e Israel que se venía un ataque en Buenos Aires.
Ahora, a pedido de los investigadores, el canciller Adalberto Rodríguez
Giavarini ordenó se revisen los archivos del Ministerio de Relaciones
Exteriores. Según pudo averiguar Página/12 hubo al menos
dos embajadores que enviaron cables de alerta.
El embajador argentino en Egipto, Albino Gómez, le confirmó
a este diario que efectivamente envió varios informes en los que
mencionaba la posibilidad de acción de grupos terroristas que respondían
a Irán y también de Siria. Esta última vertiente
nunca quiso ser investigada ni por el juez Galeano ni por la SIDE y mucho
menos por el gobierno de Carlos Menem. Según trascendió,
el otro embajador que envió advertencias fue Carlos Ortiz de Rosas,
desde Estados Unidos.
En una palabra, lo que no se va a juzgar a partir de mañana es
el fracaso de todas las defensas argentinas, la falta completa de control
en las fronteras, el naufragio del aparato de inteligencia, el desconocimiento
de advertencias y ya es un clásico que justito los
dos policías que debían estar vigilando la AMIA, uno había
ido a un baño en un bar de enfrente y otro estaba arreglando la
radio de un patrullero.
El gobierno ¿será
neutral?
En la Casa Rosada se desesperan para que los acusados sean condenados.
Más de un ministro le confirmó esto a Página/12,
incluso mencionando que esa es la voluntad del presidente Fernando de
la Rúa.
En el Gobierno esto se ve de la siguiente manera: si no hay condenas,
la Argentina quedaría como un país en el que la investigación
fracasó estruendosamente y que hubo que dejar en libertad a los
únicos detenidos en siete años de pesquisa. A los ojos de
De la Rúa, significa un descrédito internacional.
Es curioso. En todas las áreas de Gobierno, la Alianza siempre
denunció la pesada herencia que le dejó el menemismo.
Lo hizo respecto de la recesión, la deuda externa, el desempleo,
la corrupción, las privatizaciones mal hechas y un larguísimo
listado. En cambio, en lapesquisa del caso AMIA no tuvo la misma óptica:
casi nunca criticó la escandalosa actuación del menemismo.
Por primera vez, en la semana que pasó, Nilda Garré, hoy
a cargo de coordinar la llamada Task Force el equipo que continúa
la investigación-se animó a decir que el menemismo
encubrió, una declaración muy fuerte y fundada en
hechos puntuales que le tocó revisar en los últimos meses.
O sea que el Gobierno quiere condenas, pero aparecen los primeros funcionarios
que ven los inmensos agujeros que hay en la causa y le achacan, con cierta
razón, los fracasos a la gestión Menem. Por supuesto que
no faltan los que dicen que tampoco el gobierno de la Alianza avanzó
demasiado, pero también es cierto que la administración
De la Rúa asumió cinco años y medio después
de la masacre.
Los jueces
Quienes han mantenido contactos con Gerardo Larrambebere, Miguel Pons
y Guillermo Gordo están sorprendidos. Los magistrados tienen un
dominio asombroso del expediente y han realizados trabajos muy precisos
de comparación entre lo que dicen las distintas pericias, lo que
sostienen los testigos e incluso las insólitas contradicciones
que se verifican en un mismo testigo.
Por lo que se ha podido ver, los jueces no parecen tener demasiado buena
opinión sobre gran parte de las cosas realizadas en la instrucción
del juez Galeano, que habría dejado sin profundizar y sin concretar
numerosas vertientes de la pesquisa, además de admitir contradicciones
y maniobras de todo tipo.
Los jueces del Tribunal Oral Federal número 3 son considerados
garantistas Gordo tiene una amplia trayectoria en materia de derechos
humanos, o sea que no admitirán pruebas obtenidas violando
los derechos de los imputados. Pero al mismo tiempo tienen historia de
condenas durísimas.
Por ejemplo, más allá de que sean condenados o no como cómplices
del atentado, el ex comisario de la Bonaerense Ribelli aparece en el expediente
protagonizando varias extorsiones y el delincuente Telleldín armando
numerosos vehículos con partes robadas. Eso sólo probablemente
los lleve a condenas muy altas.
Menem, Galeano y la SIDE
en la mira
Todo indica que el juicio pondrá sobre el tapete la actuación
del gobierno menemista, la SIDE y el juez Galeano. En el caso del ex presidente
y su entonces ministro del Interior, Carlos Ruckauf, se verificará
la responsabilidad política en una investigación en la que
trabajó muy poca gente y buena parte de ella trabajando en contra.
En el atentado de Oklahoma, por ejemplo, participaron unos 5.000 agentes
del FBI en la pesquisa. En el de la AMIA, hubo épocas en que investigaban
apenas 15 o 20 efectivos policiales, incluyendo algunos que se encargaron
de sembrar pistas falsas.
Respecto de la SIDE, la acusación puede ser mucho más grave.
Existe la sospecha de que la central de espías venía siguiendo
una célula integrista, algo que se estaba reflejando en una causa
que se sustanciaba en Lomas de Zamora. Sin embargo, esa célula
se les fue de las manos y habría cometido el atentado,
según sostienen quienes imputan a la SIDE. Para ocultar su fracaso,
los hombres de la calle 25 de Mayo habrían destruido pruebas y
plantaron pistas falsas. Aunque será difícil demostrar ésta
hipótesis, hay evidencias de maniobras graves y de pruebas que
-asombrosamente se borraron. Esto podría salir en el juicio.
Todo indica que el proceso oral evaluará lo hecho por el juez Juan
José Galeano. Tal como adelantó en exclusiva Página/12
el magistrado reconoció en un escrito que ordenó destruir
videos de entrevistas que mantuvo conlos imputados y con testigos. En
el texto, el magistrado dice que también mandó a quemar
otros elementos técnicos no exigidos por la legislación,
algo que podría terminar con una acusación por destrucción
de pruebas. Además, es casi seguro que se compruebe en el juicio
de que Galeano le pagó 400.000 pesos a Carlos Telleldín
para que declare tal vez diciendo la verdad que le entregó
la camioneta a los policías.
En suma, aunque en el banquillo se sienten veinte delincuentes y policías
bonaerenses, tácitamente allí también estarán
los que llevaron adelante la investigación, empezando por el gobierno
de Carlos Menem, así como los que la respaldaron y quienes cerraron
los ojos ante tanta falta de voluntad política para encontrar a
los asesinos.
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