Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


LA AUDIENCIA EMPEZARA POR LA EXPLOSION, EL VOLQUETE MISTERIOSO Y LA TRAFIC
Mañana comienza el juicio por la AMIA

Más de siete años después de aquel
18 de julio de 1994 en que una bomba destruyó el centro de la comunidad judía argentina, matando a 85 personas, comienza el juicio oral a los acusados de haber provisto la camioneta usada para llevar la bomba.

El juicio repasará lo que se sabe sobre la Trafic y el misterio del volquete que llegó ese día.

Por Raúl Kollmann e Irina Hauser

Lo primero es la explosión. Desde mañana y al menos hasta fin de año, el juicio oral y público sobre el caso AMIA se concentrará en ese tema clave, tratando de esclarecer las cosas más elementales que la catastrófica pesquisa del menemismo dejó sin respuestas contundentes: si hubo o no un suicida en el atentado, qué carrocería tenía la camioneta que explotó, si ese vehículo fue lo único que voló la AMIA o si jugó también algún papel un volquete dejado en la puerta cinco minutos antes de la explosión. La extraña trama que une a ese volquete de una empresa de un empresario de origen árabe con un terreno de otro empresario de origen árabe y también con Carlos Telleldín, el delincuente que fue el último propietario de la Trafic. El tema de la explosión es tan importante que el Tribunal Oral número 3 –que no confía demasiado en la pesquisa hecha por el juez Juan José Galeano– ordenó hacer una nueva pericia a expertos militares, un trabajo que recién va a estar listo dentro de dos meses, en pleno juicio oral.

Pocas dudas

En verdad, el debate sobre la explosión debería haber sido breve, porque a siete años no debería existir la menor duda sobre cosas primarias como la explosión. Sin embargo, el juicio empezará mañana con la lectura de la acusación, pero después se invertirán entre tres y cuatro meses para que pasen testigos, heridos, especialistas en explosivos, ingenieros, peritos y mecánicos para aclarar de una vez por toda cómo se cometió el atentado.
Debería haber pocas dudas:
- La Policía Federal sostuvo que explotó una camioneta Trafic que se incrustó, de frente, en la AMIA.
- Un perito de la Gendarmería, contratado por la AMIA, Osvaldo Laborda, llegó a la misma conclusión, aunque discrepó en la cantidad de explosivos y sobre todo expresó dudas sobre el tipo de explosivo que se usó.
- El FBI también dijo que la camioneta cargada de explosivos fue el arma usada en el atentado.
- Los peritos israelíes también coincidieron con ese diagnóstico.
- Los periodistas Néstor Macchiavelli y Raúl García hicieron explotar una Trafic –con supervisión del juzgado– y se verificó que las partes que quedaron después de la voladura eran muy compatibles con las que se encontraron en la AMIA.
Finalmente, el juez Galeano y los fiscales Eamon Mullen, José Barbaccia y Alberto Nisman dieron por buena esa versión del atentado.

Algunas dudas

La incógnita mayor sobre la forma de realizar el atentado surgió a raíz de que prácticamente no se encontraron testigos que hayan visto pasar la Trafic y, menos aún, la maniobra con la cual se incrustó en la AMIA. Los investigadores sostienen que quienes pudieron haberlo visto murieron porque estaban cerca.
- En los primeros días del juicio, deberá contar su versión Nicolasa Romero, una humilde mujer quien dijo haber visto la camioneta cuando giró en la esquina de la AMIA.
- También hay un portero, que estaba ubicado a unos 150 metros, que igualmente dice haber visto la camioneta.
- Sin embargo, también se escuchará a varios testigos que estaban muy cerca, en la línea de vista de la calle Pasteur, y aseguran que no vieron ninguna camioneta.
- Entre los restos de la Trafic apareció una bomba de nafta. Los fabricantes de Renault, CIADEA, dijeron de entrada que por ahí no pasó combustible, o sea que esa bomba de nafta fue “plantada” para desviar lainvestigación. Después, en un segundo informe, CIADEA vuelve a mencionar el tanque de nafta, pero ya no se pronuncia tan categóricamente.
- También están los que sostienen que quedaron muy pocos restos de la Trafic, lo que indicaría que en verdad la camioneta no existió sino que cómplices de los terroristas arrojaron dentro de la AMIA el motor que, por el número, llevaba a su último propietario, Telleldín.
En una palabra, el primer tramo del juicio estará destinado a terminar con la polémica de la explosión. Por las pericias, el uso de la Trafic parece incuestionable. Y también parece indudable desde la lógica: la hipótesis de que alguien quiso plantar una pista falsa requería hacer explotar una Trafic en algún descampado, tomar el motor, llevarlo hasta la AMIA después del atentado y, sin que nadie lo vea –hay que considerar que había un montón de gente, entre ellos servicios de inteligencia de varios países– tirar el motor entre los escombros. Una operación muy amplia, compleja y en la que se necesitan demasiados cómplices, alguno de los cuales, inevitablemente, rompería el secreto.

El volquete

Cinco minutos antes del atentado, fue colocado un volquete frente a la AMIA. Aunque no está totalmente comprobado, parece que llegó a pedido del arquitecto Andrés Malamud, quien murió en la explosión y estaba a cargo de una serie de refacciones en el edificio. La empresa que entregó el volquete es propiedad de Nassib Hadad, un hombre de origen árabe, que además fue comprador justito en esa época de amonal, el explosivo que se habría usado en el atentado.
Por las características del estallido y los daños, todos los peritos coincidieron en que el explosivo no estuvo en el volquete sino en la camioneta. Es más, sostienen que la explosión hubiera tenido otro efecto, mucho más hacia arriba que hacia adentro de la mutual judía. A ello hay que agregar otra evidencia: los periodistas García y Machiavelli hicieron también volar un volquete con 300 kilos de explosivo adentro. Quedó casi como papel picado, mientras que el volquete ubicado frente a la AMIA terminó totalmente deformado, pero bastante entero. Las fotos muestran, además, que no tenía un doble fondo en el que podrían haberse escondido explosivos.

Datos asombrosos

En la hoja de ruta del camión que colocó ese volquete frente a la AMIA había otra dirección extraña: Constitución 2657. Allí había un predio vacío y el conductor del camión dijo que dejó un volquete allí en la mañana del 18 de julio.
- El vecino de ese baldío es Alberto Kanoore Edul, otro hombre de origen árabe, que curiosamente llamó al último titular del motor de la Trafic, Carlos Telleldín, el 10 de julio, ocho días antes de la explosión. Kanoore Edul nunca pudo explicar esa llamada. Se trata del hijo de un amigo de Carlos Menem y ex presidente del Centro Yabrudense, o sea los nacidos en Yabrud, la ciudad de los Yoma y los Al Kassar.
- El baldío estaba adjudicado en ese momento, mediante un expediente increíble, a una señora que tiene una recomendación de un doctor de Presidencia de la Nación. El nombre que figura escrito a mano es “Felix”, o sea que probablemente Alito Tfeli, el médico personal de Carlos Menem. Las contradicciones entre los tenedores del predio son groseras.
- En la agenda de Kanoore Edul se encontraron los teléfonos de todos los que entraron en el marco de las sospechas, tanto iraníes como sirios. Además, asombrosamente, había unos 15 talleres mecánicos, pese a que Kanoore se dedica al comercio de textiles. Debe tenerse en cuenta que falta saber dónde, en qué taller o garage, se armó la camioneta con los explosivos. Para el FBI, el volquete jugó algún papel en la explosión. Los norteamericanos sugieren que pudo haber servido para marcar el lugar por el que debía entrar la camioneta, pero parece poco creíble. En todo caso, en los primeros meses, el volquete también estará en la mira.

Una cuestión elemental

En siete años de investigación, no se pudo determinar si en el atentado contra la AMIA hubo o no un suicida. Es un tema central, por cuanto deja poco margen para la duda sobre los autores: si hubo suicida, se trató de un ataque de una organización islámica, las únicas que consiguen reclutar suicidas. Si no hubo suicida, el espectro se amplía hacia algunos de los rumores que hoy siguen circulando: que el atentado fue un vuelto por alguna traición de Carlos Menem, que tuvo que ver con armas, drogas o lo que sea.
La cuestión del suicida se reduce a contar la cantidad de muertos que hubo en el atentado. En principio se dijo que 86, pero después se encontró a un paraguayo que había simulado su muerte para que su esposa cobrara una indemnización. O sea que las víctimas, con familia conocida, son 85. En concreto, lo que insólitamente no pudo determinar la pesquisa –tal vez a través de exámenes de ADN– si había un muerto número 86, o sea el suicida. En los restos encontrados en la AMIA ¿había ADN de 85 personas o de 86? Esa es la pregunta que no se pudo resolver.

La explosión y los acusados

Todos estos temas son las que estarán en el centro de la escena de los primeros meses del juicio. Algunas tendrán poca relación directa con los acusados. En verdad, la secuencia es la siguiente:
- Telleldín está imputado porque el motor que se encontró entre los escombros estaba a su nombre.
- El otrora poderoso comisario Juan José Ribelli y otros tres policías están acusados porque Telleldín dice que les dio a ellos la camioneta.
O sea que resulta esencial clarificar que el crimen de las 85 víctimas se cometió con una Trafic, en la que estaba el motor que fue de Telleldín. Después –seguramente en el tramo del juicio que se hará el año que viene- habrá que evaluar qué camioneta se usó y si Telleldín y los policías sabían que se iba a usar para un atentado o un hecho similar.
En la imaginación de los investigadores hay fantasmas y esperanzas. Uno de los fantasmas es que los acusados se aparezcan con una Trafic y digan: “ustedes dicen que se usó como coche-bomba, pero no es cierto, acá está”. El temor ya fue revelado a Página/12 por más de un funcionario, pero -bien mirado– es imposible. El sueño es que los acusados se peleen entre ellos y de ese enfrentamiento salga algún dato que sirva para salvar una pesquisa que fue catastrófica en los primeros años y que refleja milimétricamente la inexistente voluntad que hubo por parte del menemismo de encontrar a los culpables.

 


 

Las claves del casoLas claves del caso

La investigación en el banquillo. Menem, la SIDE y las
cortinas de humo. Lo mucho que no se va a juzgar mañana.

Por R.K. e I.H.

Lo que no se va a juzgar 1

En realidad del atentado no se sabe casi nada:
- Quién manejó la camioneta hasta la AMIA.
- Dónde se armó la Trafic con los explosivos.
- Qué terroristas entraron al país y por dónde, para ejecutar la última parte del atentado. No se sabe tampoco dónde se alojaron.
- No están individualizados los que colaboraron con los asesinos en la inteligencia previa al ataque.
- No se sabe qué organización estuvo detrás ni cuáles son las pruebas -salvo informes de inteligencia– que los incriminan.
Todo esto no se va a juzgar a partir de mañana, porque en lo fundamental la investigación fracasó. Los que estarán en el banquillo de los acusados son el delincuente Carlos Telleldín y cuatro policías –Juan José Ribelli, Irineo Leal, Raúl Ibarra y Mario Barreiro– porque supuestamente proveyeron la camioneta y sabían, al menos, que era para que se use en algo muy grave. Al resto de los acusados se los señala como responsables de delitos menores.

Lo que no se va a juzgar 2

En las últimas semanas, aparecieron datos que corroboran que existía una especie de alerta sobre la posibilidad de que se produzca un atentado en la Argentina. Se sabe desde hace años que hubo una advertencia del brasileño Wilson Dos Santos, actualmente preso, quien habría dicho en los consulados de Milán de Argentina, Brasil e Israel que se venía un ataque en Buenos Aires.
Ahora, a pedido de los investigadores, el canciller Adalberto Rodríguez Giavarini ordenó se revisen los archivos del Ministerio de Relaciones Exteriores. Según pudo averiguar Página/12 hubo al menos dos embajadores que enviaron cables de alerta.
El embajador argentino en Egipto, Albino Gómez, le confirmó a este diario que efectivamente envió varios informes en los que mencionaba la posibilidad de acción de grupos terroristas que respondían a Irán y también de Siria. Esta última vertiente nunca quiso ser investigada ni por el juez Galeano ni por la SIDE y mucho menos por el gobierno de Carlos Menem. Según trascendió, el otro embajador que envió advertencias fue Carlos Ortiz de Rosas, desde Estados Unidos.
En una palabra, lo que no se va a juzgar a partir de mañana es el fracaso de todas las defensas argentinas, la falta completa de control en las fronteras, el naufragio del aparato de inteligencia, el desconocimiento de advertencias y –ya es un clásico– que justito los dos policías que debían estar vigilando la AMIA, uno había ido a un baño en un bar de enfrente y otro estaba arreglando la radio de un patrullero.

El gobierno ¿será neutral?

En la Casa Rosada se desesperan para que los acusados sean condenados. Más de un ministro le confirmó esto a Página/12, incluso mencionando que esa es la voluntad del presidente Fernando de la Rúa.
En el Gobierno esto se ve de la siguiente manera: si no hay condenas, la Argentina quedaría como un país en el que la investigación fracasó estruendosamente y que hubo que dejar en libertad a los únicos detenidos en siete años de pesquisa. A los ojos de De la Rúa, significa un descrédito internacional.
Es curioso. En todas las áreas de Gobierno, la Alianza siempre denunció la “pesada herencia” que le dejó el menemismo. Lo hizo respecto de la recesión, la deuda externa, el desempleo, la corrupción, las privatizaciones mal hechas y un larguísimo listado. En cambio, en lapesquisa del caso AMIA no tuvo la misma óptica: casi nunca criticó la escandalosa actuación del menemismo.
Por primera vez, en la semana que pasó, Nilda Garré, hoy a cargo de coordinar la llamada Task Force –el equipo que continúa la investigación-se animó a decir que “el menemismo encubrió”, una declaración muy fuerte y fundada en hechos puntuales que le tocó revisar en los últimos meses.
O sea que el Gobierno quiere condenas, pero aparecen los primeros funcionarios que ven los inmensos agujeros que hay en la causa y le achacan, con cierta razón, los fracasos a la gestión Menem. Por supuesto que no faltan los que dicen que tampoco el gobierno de la Alianza avanzó demasiado, pero también es cierto que la administración De la Rúa asumió cinco años y medio después de la masacre.

Los jueces

Quienes han mantenido contactos con Gerardo Larrambebere, Miguel Pons y Guillermo Gordo están sorprendidos. Los magistrados tienen un dominio asombroso del expediente y han realizados trabajos muy precisos de comparación entre lo que dicen las distintas pericias, lo que sostienen los testigos e incluso las insólitas contradicciones que se verifican en un mismo testigo.
Por lo que se ha podido ver, los jueces no parecen tener demasiado buena opinión sobre gran parte de las cosas realizadas en la instrucción del juez Galeano, que habría dejado sin profundizar y sin concretar numerosas vertientes de la pesquisa, además de admitir contradicciones y maniobras de todo tipo.
Los jueces del Tribunal Oral Federal número 3 son considerados garantistas –Gordo tiene una amplia trayectoria en materia de derechos humanos–, o sea que no admitirán pruebas obtenidas violando los derechos de los imputados. Pero al mismo tiempo tienen historia de condenas durísimas.
Por ejemplo, más allá de que sean condenados o no como cómplices del atentado, el ex comisario de la Bonaerense Ribelli aparece en el expediente protagonizando varias extorsiones y el delincuente Telleldín armando numerosos vehículos con partes robadas. Eso sólo probablemente los lleve a condenas muy altas.

Menem, Galeano y la SIDE en la mira

Todo indica que el juicio pondrá sobre el tapete la actuación del gobierno menemista, la SIDE y el juez Galeano. En el caso del ex presidente y su entonces ministro del Interior, Carlos Ruckauf, se verificará la responsabilidad política en una investigación en la que trabajó muy poca gente y buena parte de ella trabajando en contra. En el atentado de Oklahoma, por ejemplo, participaron unos 5.000 agentes del FBI en la pesquisa. En el de la AMIA, hubo épocas en que investigaban apenas 15 o 20 efectivos policiales, incluyendo algunos que se encargaron de sembrar pistas falsas.
Respecto de la SIDE, la acusación puede ser mucho más grave. Existe la sospecha de que la central de espías venía siguiendo una célula integrista, algo que se estaba reflejando en una causa que se sustanciaba en Lomas de Zamora. Sin embargo, esa célula “se les fue de las manos” y habría cometido el atentado, según sostienen quienes imputan a la SIDE. Para ocultar su fracaso, los hombres de la calle 25 de Mayo habrían destruido pruebas y plantaron pistas falsas. Aunque será difícil demostrar ésta hipótesis, hay evidencias de maniobras graves y de pruebas que -asombrosamente– se borraron. Esto podría salir en el juicio.
Todo indica que el proceso oral evaluará lo hecho por el juez Juan José Galeano. Tal como adelantó en exclusiva Página/12 el magistrado reconoció en un escrito que ordenó destruir videos de entrevistas que mantuvo conlos imputados y con testigos. En el texto, el magistrado dice que también mandó a quemar “otros elementos técnicos no exigidos por la legislación”, algo que podría terminar con una acusación por destrucción de pruebas. Además, es casi seguro que se compruebe en el juicio de que Galeano le pagó 400.000 pesos a Carlos Telleldín para que declare –tal vez diciendo la verdad– que le entregó la camioneta a los policías.
En suma, aunque en el banquillo se sienten veinte delincuentes y policías bonaerenses, tácitamente allí también estarán los que llevaron adelante la investigación, empezando por el gobierno de Carlos Menem, así como los que la respaldaron y quienes cerraron los ojos ante tanta falta de voluntad política para encontrar a los asesinos.

 

PRINCIPAL