Por Silvina Friera

La avenida Corrientes, esa musa de tangueros y trasnochados inmortalizada como la calle que “nunca duerme”, perdió en los últimos años ese brillo que la identificaba. Para contrarrestar la postal de la “decadencia”, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires lanzó el programa de revitalización Corrientes despierta, aprovechando la movida que está generando el III Festival Internacional de Teatro, Danza y Artes Visuales. Además de las obras de remodelación del patrimonio edilicio de la calle (desde Callao hasta Cerrito), los sábados y domingos –a las 12 y a las 13.30–, el público podrá realizar gratuitamente visitas guiadas al cine Los Angeles y varios teatros arquetípicos de la zona: El Picadero, Metropolitan, Lola Membrives, Gran Rex, Opera y Maipo. Ariel Schettini, asesor de la Subsecretaría de Patrimonio Cultural, comenta a Página/12 que el objetivo es “mostrar los espacios teatrales desde la perspectiva de la producción”. El periplo comienza en el hall del teatro San Martín (Corrientes 1530) cuando los jóvenes guías, Laura Alvarez, Martín De Grazia, Matías Miño y Gustavo García, invitan a la gente a conocer el submundo de los camarines, las instalaciones técnicas y los detalles arquitectónicos de los teatros.
Una de las sorpresas de los recorridos es la sala del Maipo, donde Enrique Santos Discépolo escribió “Cambalache”. “Los que hacen las visitas sienten la magia de entrar a un teatro, participan y preguntan mucho”, explica García. Para De Grazia, el secreto de ese encanto reside en que cada sector del teatro tiene su historicidad y su mitología. “Lo interesante es que a través del recorrido surge la historia de la Argentina”, señala De Grazia. “Es como si brotase de cada uno de los sectores y objetos de la sala.” El origen del Maipo, un emblema del teatro de revistas, es un buen ejemplo de cómo se crean y transmiten los mitos. “Aunque no está comprobado, se dice que ya en la Colonia ese espacio se utilizaba para hacer representaciones”, subraya De Grazia. Los monólogos punzantes de Pepe Arias (“El rotoso de Villa Desocupación”, que dio origen a su célebre personaje del film Puerto Nuevo), la frescura de Libertad Lamarque, el decir canyengue de Sofía Bozán y figuras de la estirpe de Tania, el Polaco Goyeneche, Juan Verdaguer, Tato Bores, José Marrone, Pepe Iglesias “El Zorro”, entre otros, le dieron esplendor y alegría al público que pasó por el Maipo.
“Nos sobran pretextos para contar anécdotas y casi siempre queda alguna en el tintero. El Opera fue el primer teatro que tuvo luz eléctrica”, revela De Grazia. “Inclusive había salas de Europa que todavía no contaban con luz.” Según García, la gente impone el ritmo de los recorridos, que generalmente duran más de una hora. “En los recorridos se pueden trabajar los contrastes arquitectónicos de los edificios”, dice García. “El Gran Rex y el Opera tienen una filiación modernista. En cambio, el Maipo es más neoclasicista”, apunta. Laura Alvarez, la única mujer entre los guías, recuerda la impresión que causa en las personas un dato: en Corrientes y Callao, cerca del teatro El Picadero, se hacían riñas de gallo y corridas de toros a caballo. “Los que trabajan en los teatros nos suministran mucha de la información, las anécdotas y el material histórico necesario para darles color a las visitas”, señala. Con ese color y con la historia como arma, ya son varios los que apuestan a despertar a la calle Corrientes de su extenso letargo.

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