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LA AMENAZA CONTRA ESTADOS UNIDOS QUE PUEDE TENER BIN LADEN
DDR, el maletín nuclear más letal

Los �maletines nucleares� fueron objeto de preocupación desde el inicio de la crisis. Esta investigación describe su versión más peligrosa.

Página/12
en EE.UU.

Por Gabriel A. Uriarte
Enviado especial a Nueva York

La escala del atentado del martes 11 de setiembre era casi indistinguible, medido en víctimas y daños, a un ataque nuclear. Sólo faltaba la bomba. Hay muchos indicios de que Osama bin Laden no pecará por omisión por segunda vez. Eso, al menos, es lo que se desprende de los informes cada vez más frecuentes de que tiene en su poder bombas atómicas pequeñas, las cuales podrían ser usadas en sus próximos ataques terroristas. Y, confrontado con la masiva ofensiva de tierra, mar y aire que George W. Bush ordenó para atraparlo “vivo o muerto”, no tendría ningún incentivo para observar los protocolos de la destrucción mutua asegurada de la Guerra Fría. El peligro es tanto más alarmante en la medida en que muy pocos saben exactamente qué son los notorios suitcase- bombs, los “maletines-bomba” de los que tanto se habló desde la desintegración de la URSS. Los medios, en efecto, son extremadamente renuentes en salir de la vaguedad que rodea a estas armas. Es a primera vista una decisión extraña, dado que un análisis exhaustivo permite rebatir muchas de las teorías más sensacionalistas. Pero descartar los escenarios James Bond sólo abre nuevas posibilidades, ocultas hasta ahora por su complejidad técnica, que indicarían que Estados Unidos tiene algo mucho peor que temer.
El término “maletines-bomba” viene de la Unión Soviética, de los pequeños dispositivos nucleares fabricados para su infiltración secreta por la KGB y la inteligencia militar, el GRU. La posibilidad de sabotaje nuclear fue contemplada desde los comienzos de la era atómica en 1945, pero fue sólo en la última parte de la década de los ‘80 que se crearon dispositivos lo suficientemente pequeños como para ser transportados más o menos discretamente por un hombre. Estados Unidos fabricó el llamado “Davy Crockett”, un arma “táctica” para ser usada por un hombre en el campo de batalla. La terminología rusa se desconoce, pero sus propósitos estaban relacionados con la infiltración en territorio enemigo. En los caóticos años que siguieron a la caída del comunismo, hubo insistentes versiones de que se habían robado o vendido varias de estas armas. El general retirado Alexander Lebed aseguró en 1997 que sus fuentes en el gobierno admitieron que más de 100 no estaban contabilizadas. No sería para nada extraño que una o más hayan terminado en la periferia del viejo imperio soviético, en las manos de Osama bin Laden.
Existe gran confusión acerca del potencial destructivo de estas armas. En algunos sitios de la web se pueden conseguir imágenes gráficas, que muestran ciudades como Chicago o Atlanta casi completamente arrasadas. Sin embargo, los “maletines bomba” de esta potencia serían los más complicados de conseguir e infiltrar, ya que su capacidad de destrucción responde a que tienen el suficiente tamaño como para producir una reacción en cadena similar a la de una ojiva normal. Las versiones más pequeñas, las que probablemente adquirió Bin Laden si tuvo alguna opción, tienen un efecto más limitado, relativamente hablando. Según estudios de la Federación Americana de Científicos Atómicos, un “maletín-bomba” compacto produciría una explosión de radio reducido (200 metros) pero una radiación letal al doble de distancia, y una capaz de causar enfermedades terminales en un radio de 600 metros, es decir más de medio kilómetro. Así, gran parte de la eficacia de los maletines-bomba no se cifra en la intensidad de su explosión –los “kilotones”, miles de toneladas de TNT, de la teoría nuclear clásica– sino en los efectos residuales de la radiación. Y esto apunta a que el mayor peligro no sería que Bin Laden haya obtenido una de estas bombas, sino que se haya percatado de que tiene una opción mucho mejor: los Dispositivos de Dispersión de Radiación, o DDR.
El gran problema con los maletines-bomba es hacerlos llegar a destino. Son dispositivos técnicamente complejos, repletos de químicos muy inusuales, y con una estructura especial. Incluso los mal pagos parttimers del aeropuerto de Boston hubieran encontrado algo raro. Todo maletín-bomba tiene una “firma” (potencial de detección) muy alta en comparación con otras armas, y eso es algo que las fuerzas de seguridad norteamericanas se encuentran desde hace años en alerta. Michael O’Hanlon, del centro de estudios Brookings, enfatizó que “hablar de estos ‘maletines bomba’ es muy engañoso: muchos pesan media tonelada y son grandes como lavarropas, y deberían atravesar múltiples agencias de seguridad, inteligencia, aduana, migraciones e incluso la Guardia Costera”. Es la misma argumentación que usaron varios funcionarios ayer al ser interrogados por Página/12 sobre la posibilidad de este terrorismo atómico.
Pero lo que es tan evidente para Estados Unidos también debe serlo para Osama bin Laden, y puede esperarse entonces que haya elegido conseguir los mucho más simples Dispositivos de Dispersión de Radiación. Como su nombre lo indica, los DDR no son realmente bombas ni explosivos, sino simplemente un mecanismo para esparcir radiación por grandes áreas. Muy similar, en concepto, a las armas químico-biológicas. Es mucho más sencillo de utilizar por varios motivos. Primero, los “maletines-bomba” clásicos requieren materiales atómicos clásicos, el Uranio Altamente Enriquecido (UAE) o el igualmente escaso plutonio. Son más difíciles de contrabandear de lo que se piensa, y casi imposibles de fabricar por un grupo terrorista o incluso un Estado poco avanzado, otro argumento usado ayer para negar que exista un peligro. Los DDR, sin embargo, pueden emplear cualquier tipo de material radiactivo. Como admitió un analista de la corporación RAND, “se pueden conseguir en muchos hospitales y laboratorios civiles”. Así, se reducen drásticamente las dificultades para ocultar y, mucho más importante, infiltrar estas armas a suelo norteamericano. No habría ninguna necesidad de infiltrarlo en absoluto, de hecho, ya que todo se puede conseguir dentro de las laxas fronteras internas de la Unión, eludiendo los múltiples perímetros de vigilancia externa que citó el Brookings. Además, su uso, es decir, su dispersión, presenta menos dificultades que las armas químico-biológicas. Estas últimas dependen de sustancias o bacterias inestables que pueden perder fácilmente su letalidad, como lo demostraron los relativamente infructuosos ataques con Antrax y gas sarín lanzados por las secta japonesa Aum Shirinko en 1995. Los DDR, por otra parte, sólo requieren un aerosol o una explosión para cubrir una gran zona con material radiactivo. Y sería escasamente menos dañino que un ataque nuclear clásico. Militarmente no tendría mucha eficacia, es cierto, porque los militares sólo miden la capacidad de sus unidades para operar en territorio contaminado y mantener su eficiencia de combate. Pero un civil no puede pensar de la misma manera sobre el lugar adonde vive y trabaja. En Chernobyl, por ejemplo, no hubo una explosión ni una reacción en cadena, pero sí una nube radiactiva que cubrió gran parte de Europa Central y prácticamente esterilizó partes de Ucrania y Bielorrusia. Los DDR permiten producir ese efecto deliberadamente, contra objetivos definidos. Como Nueva York, sin ir más lejos.
Es por eso que los temores acerca de la capacidad nuclear de Osama bin Laden se centran en el aspecto menos serio de la amenaza. Si el arma está en Afganistán, está en el lugar equivocado: sólo podría usarlo contra la Alianza del Norte afgana o contra fuerzas de tierra norteamericanas, que están equipadas para lidiar con armas atómicas y probablemente preparadas (junto con la opinión pública norteamericana) a sufrir bajas considerables. La prioridad de Bin Laden sería entonces remover sus bombas atómicas tácticas a algún lugar seguro fuera de Afganistán. Sería muy difícil, y es prácticamente imposible, que logre contrabandearlas aEstados Unidos. Por otra parte, si sus células en Estados Unidos ya disponen o están cerca de disponer de DDR, entonces lo peor está por venir. Un estudio cuantitativo del RAND en 1995 concluyó que “un DDR podría hacer que enormes pedazos de terreno en centros neurálgicos de las finanzas mundiales se vuelvan inhabitables por contaminación radiactiva... Es una perspectiva inquietante”. Sin duda lo es, especialmente para aquellos que viven en aquel “centro neurálgico de las finanzas mundiales” que ya recibió las atenciones de Bin Laden.

Claves
- Después de los atentados del martes 11 contra las Torres Gemelas y el Pentágono, los especialistas militares empezaron a prever dos nuevos escenarios de pesadilla y terror: los ataques a ciudades con armas químicas y bacteriológicas y la posibilidad del empleo de dispositivos de guerra nuclear táctica, conocidos como maletines-bomba.
- Mientras la guerra química y bacteriológica es más difícil de librar de lo que parece a simple vista (ver Página/12 del domingo 23), la investigación que se publica aquí revela que el maletín nuclear clásico es casi imposible de usar en Estados Unidos, pero tiene una alternativa más letal y fácil de conseguir en los Dispositivos de Dispersión de Radiación (DDR).

 

 

 

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