Página/12
en Pakistán
Por
Eduardo Febbro
Desde Rawalpindi, Pakistán
De casi todo lo que se puede comprar en el gran bazar a cielo abierto
de Rawalpindi, prácticamente nada es legal. En ese
enjambre de callejuelas abarrotadas de mercaderías de todo tipo,
telas, anteojos, lapiceras, aparatos electrónicos, alfombras persas,
juguetes, zapatos y cuanto objeto se pueda imaginar, existen pocos productos
que no hayan entrado de contrabando. Acá dice un vendedor
de falsos perfumes franceses, hay un 1 por ciento de mercaderías
legales. El resto es todo de contrabando. El olor a especias y a
aguas estancadas se confunde con el de las tinturas de las telas y la
fruta colocada en cestas expuestas en medio de la vereda. En este inmenso
suburbio situado a unos 15 kilómetros de Islamabad todo lo que
es Pakistán se da cita, sobre todos las opiniones acerca lo que
muchos llaman la venganza sin justicia, entiéndase,
las represalias norteamericanas contra el régimen afgano acusado
de proteger a Osama bin Laden. ¿Usted es americano?,
pregunta un vendedor de juguetes. Americano... sí, pero latino,
Argentina... tango. ¿Tango?, vuelve a interrogar con ojos
astutos. Sí, tango, Pampa... y fútbol. Maradona, en
suma. Piensa un momento y luego exclama haciendo una mímica
con el pie derecho: ¡Ah!... Maratchona, no chaunqui (yanqui),
Maratchona sí, Chaunqui y América no. Chaunqui no es bueno,
quiere golpear a Afganistán, sin pruebas. Eso es justicia de uno
solo. No respeta al musulmán.
Los paquistaníes hablan con amabilidad, pausadamente y con profundidad.
Lejos de los retratos fácilmente despachados sobre un pueblo fanatizado
e idolatrando a un régimen como el afgano, los paquistaníes
tienen una idea muy reflexiva de la situación en la que su país
y Afganistán se encuentran inmersos luego de los atentados en EE.UU.
Si bien todos comparten el mismo encono hacia Estados Unidos, no son muchos
los que pierden la razón y confunden ese encono con la defensa
a ultranza de Osama bin Laden. Un vendedor de libros en lengua urdú
(la oficial junto con el inglés) y obras técnicas en inglés
comenta a Página/12 que la gente que murió en los
atentados era inocente. A ninguna religión le gusta que la gente
inocente sea asesinada. Sin embargo, Estados Unidos tiene que esperar
con paciencia los resultados de la investigación. En pocos
minutos, en torno al solitario vendedor de libros se juntaron decenas
de curiosos dispuestos a dar su opinión. Shari, un joven estudiante
en informática, asegura que si Estados Unidos ataca Afganistán
y mata a gente inocente que no hizo nada malo, eso no es la justicia.
Hay que detener y castigar los terroristas. En eso estamos de acuerdo,
pero no con castigar a los inocentes. Parvezu, un vendedor de telas
y alfombras iraníes, afirma que si existen pruebas concretas
de la responsabilidad de Bin Laden hay que castigarlo. Eso es justo. Pero
hasta hora, Norteamérica no aportó ninguna prueba.
¿Osama bin Laden es un héroe, como lo proclaman las pancartas
islamistas, o un terrorista, como lo dice une buena parte del mundo? Parvezu
sostiene que Osama Bin Laden no es un héroe para nosotros.
Es un musulmán que si actuó mal no puede escapar a la justicia.
Pero nadie sabe cuánto es el mal que hizo. Entre los paquistaníes
más radicales la opinión es totalmente distinta. Para ellos,
los actos que se reprochan a Bin Laden constituyen una forma de justicia.
Nasir comercia con máquinas de tejer a la antigua a pedal
y está comprometido con la lucha de los talibanes y de Bin Laden:
Los musulmanes deben seguir el camino indicado en el Corán.
Si no seguimos el camino de Dios no somos musulmanes. Y en el Corán
está dicho que no hay que hacerse de amigos entre los no creyentes.
Para Nasir, esos no creyentes son los norteamericanos y un musulmán
no debe contarlos entre sus amigos. Según él, Osama bin
Laden es un héroe que hace la guerra santa, es un buen musulmán
y me gustaría ser un héroecomo él. Bin Laden sigue
estrictamente lo que indica el Corán. Pero estoy seguro de que
no fue él quien cometió los atentados porque el Corán
nos exige verificar antes que no haya musulmanes atacados, de lo contrario
ya no puede haber guerra santa. Yo pienso que no fue él, creo que
es solamente la propaganda contra él.
Para muchos paquistaníes con ideas religiosas fuertes, el mundo
está asistiendo hoy a una guerra entre confesiones propagada por
Washington. Tamid posee un comercio de zapatos y, agitando enfurecido
los brazos en el aire, dice que los norteamericanos quieren que
los musulmanes abandonen el camino del Islam, todo esto no es más
que pura propaganda. Son los norteamericanos quienes buscan la guerra
para matar inocentes. Eso está prohibido en el Islam. Incluso si
la guerra santa está autorizada, esa guerra no apunta a matar inocentes.
No hay que matar nunca sin buscar antes la justicia. Nasir se acerca
otra vez a Página/12 y afirma que la guerra santa proclamada por
Bin Laden contra EE.UU. es valedera porque cuando un país
impone sanciones contra los musulmanes, en ese caso la guerra santa se
vuelve una obligación para los musulmanes. Si Bin Laden declaró
la guerra santa fue porque los musulmanes sufrían a raíz
de las sanciones. Era una guerra para atenuar el sufrimiento de los musulmanes.
A mitad de camino entre Rawalpindi e Islamabad, lejos del tumulto del
bazar, el empleado de una estación de servicio sostiene convencido
que estamos en un nuevo capítulo de la guerra contra los
musulmanes por el control del petróleo. Una vez que terminó
de llenar de gas el sistema del auto y trae el vuelto pide con insistencia
que se lo acompañe hasta el fondo. Junto al rodillo de lavar autos,
al lado de un montón de publicidades escritas en el idioma local,
los colores de la bandera argentina y una frase en español recuerdan
que el mundo es de verdad pequeño en su inmensa imprevisibilidad.
Una enorme publicidad celeste y blanca pintada en círculo contra
el muro dice en español: INDUSTRIA ARGENTINA. CILINDROS GHC.
INFLEX.
Claves
- En la coalición
internacional que formó contra el terrorismo, Estados Unidos
busca que los países árabes e islámicos ocupen
un lugar central.
- Por la extensa frontera que su país comparte con Afganistán,
el gobierno paquistaní fue clave para los norteamericanos
a la hora de diseñar su estrategia ofensiva regional.
- El presidente de Pakistán, el general (y dictador) Pervez
Musharraf, busca legitimarse y aumentar su apoyo popular gracias
a la ayuda que los norteamericanos le prometen a cambio de su colaboración
militar.
- El gobierno de Islamabad también contabiliza a su favor
el reciente levantamiento de las sanciones que les habían
sido impuestas por las exitosas pruebas nucleares de 1998.
- Los partidos fundamentalistas islámicos aumentaron la violencia
de su oposición a que Pakistán colabore con Estados
Unidos e hicieron público su apoyo a Osama bin Laden. El
peor escenario sería una guerra civil.
- Parejo temor a la oposición interna hizo que Arabia Saudita,
el más tradicional y firme aliado árabe de EE.UU.,
le revocara la autorización a usar las bases aéreas
en su territorio.
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