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Los talibanes, ¿y después?

En su discurso del jueves en el Congreso, el presidente norteamericano George Bush dijo que “cualquier régimen que apoye el terrorismo será considerado un enemigo del país”. Detrás de esta retórica, el debate es dónde y cuándo termina la ofensiva norteamericana: empieza en Afganistán, pero quizá se extienda a Irak y a otras regiones.

The Washington Post

La campaña militar del presidente Bush contra el terrorismo comenzará en Asia Central. Pero esta región desolada es únicamente el lugar donde se esconden los asesinos y conspiradores que declararon la guerra a Estados Unidos. En realidad, esta crisis comienza en el Golfo Pérsico, y es allí donde debería terminar, si es alguna vez llegará el fin. Es imposible separar el contexto estratégico del Golfo Pérsico de los peligros que enfrenta Estados Unidos contra el terrorismo. Bush parece haber comprendido esto cuando ordenó una revisión total de la fracasad política hacia Irak que heredó de Clinton. Afganistán puede ser enfrentado de a poco, y se puede medir el tiempo y el alcance de la operación. Pero en Irak se necesita con urgencia una acción valiente y decidida. (Jim Hoagland)

The New York Times

Bush y sus asesores todavía están debatiendo cómo sigue la campaña después del ataque inicial sobre Afganistán. En otras palabras, la escala de esta guerra todavía no está decidida. Quizás la Administración Bush sea incapaz de definir el alcance del ataque bajo la doctrina que el presidente expuso ante el Congreso de que “cualquier nación que apoye el terrorismo será vista como un régimen hostil”. Pero mientras Estados Unidos busca aliados nuevos y fortalece a los viejos, un despliegue militar en el Golfo Pérsico y en el sudeste asiático tendrá un costo altísimo: millones y millones para Pakistán, otro plan de rescate para Turquía, sólo por mencionar algunos. (Patrick Tyler)

The Moscow Times

En Rusia, el temor es que Estados Unidos lance un rápido ataque en Afganistán, se vaya, y deje a Moscú para que libre otra guerra sangrienta e imposible de ganar contra los extremistas musulmanes, como la que tiene lugar en Chechenia. Sin embargo, en este revival de la Guerra Fría en el que están inmersos los generales rusos, también existe el temor de que Estados Unidos se instale en Asia Central y desplace de allí a Rusia. De hecho, Estados Unidos está preparándose para una campaña larga, con operaciones terrestres, donde el blanco principal no es Kabul sino Bagdad. Saddam Hussein ha sido el enemigo número 1 de Estados Unidos por más de una década.
(Pavel Felgenhauer, analista militar)


Aliados se buscan

A medida que las fuerzas norteamericanas se alistan en Asia Central, va quedando claro que Estados Unidos, a pesar de tener el apoyo de la OTAN y del TIAR americano, irá más bien solo a la guerra. A nivel externo, esto puede restringir el apoyo futuro de la ofensiva. A nivel interno, ya se está construyendo un movimiento pacifista como en los tiempos de Vietnam.

El País

Solidaridad y cooperación con Estados Unidos, sí, plena; pero Europa no quiere hablar de “guerra”. Algunos europeos no sólo rehuyen este término, sino que además creen que esa no es la forma más adecuada de enfocar una lucha contra el terrorismo internacional –término que engloba realidades muy diversas– y que promete ser larga y compleja, con múltiples enemigos. La Unión Europea reconoce a Estados Unidos legitimidad para la respuesta, pero pide “objetivos claros”, contra los terroristas que atacaron las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono y los Estados que los apoyaron o cobijaron. No quiere palos de ciego y teme una acción militar en demasiados frentes; pero parece que Bush está midiendo su respuesta militar. (Editorial)

Le Monde

¿Podrá George Bush armar una coalición duradera que incluya a la OTAN, Rusia, China y algunos países musulmanes? ¿Podrá obtener un apoyo sin fisuras a su proyecto de represalias, cuyos límites están mal definidos, si no se da cuenta de que debe cambiar su política de llanero solitario que llevó a cabo desde que asumió? Un buen presidente se reconoce por su capacidad de adaptarse a las circunstancias. A quienes se burlaban de su aspecto gastado, les respondió que estaba determinado a entrar en la Casa Blanca. A quienes esperaban un paso en falso fatal, les mostró que tiene capacidad de supervivencia. Queda por probar que sepa imprimir bien su marca a Estados Unidos, sin lanzarlo a un pantano como el de Vietnam. (Patrice de Beer)

The Nation

Después de que Bush pronunciara su discurso en el Congreso, los líderes de ambas cámaras dijeron que “hoy, no hay oposición”. Pero en las calles de Estados Unidos sí hay oposición. En todas las regiones del país, crece un nuevo movimiento pacifista que está lanzando un mensaje, resumido por David Jenkins, de la Iniciativa de Harvard por la Paz y la Justicia. “Está bien que estemos asustados, incluso enojados”, declaró frente a más de 500 personas en la Universidad. “Pero no está bien que reaccionemos violentamente por estos sentimientos; no está bien apuntar a personas; no está bien que se acepten como ‘daños colaterales’ la pérdida de las vidas de personas inocentes, todo en nombre de una respuesta al terrorismo”. (John Nichols)


El polvorín de Pakistán

El gobierno de Pakistán permitió el uso de su espacio aéreo por parte de Estados Unidos, pero no así el de su territorio. Pakistán es una potencia nuclear, apoyaba a los talibanes y su población es fuertemente islámica. Este cóctel puede desatar una guerra civil de consecuencias incalculables: esta semana, ya hubo cuatro muertos en manifestaciones contra Estados Unidos.

Dawn (Pakistán)

Un problema es que la zona de Pakistán que limita con Afganistán no es demasiado próspera: allí hay muy pocas posibilidades de ganarse la vida y a la mayoría de las familias apenas les alcanza para comer y vestirse. Hoy estas familias se ven forzadas a compartir lo poco que tienen, a menos que lleguen donaciones de organismos internacionales. Una vez más, Pakistán se está convirtiendo en un frente de batalla donde se albergan todos los que no quieren vivir con miedo de ser atacados por terroristas. El mundo debe ayudar a Pakistán a socorrer a los emigrados afganos y en instalar campos de refugiados –con condiciones adecuadas– a lo largo de la frontera Pakistán-Afganistán. (Editorial)

The News (Pakistán)

Estados Unidos puede atacar Afganistán y matar al líder de los talibanes Osama bin Laden y a miles de civiles afganos, pero esto no impedirá que estos ataques vuelvan a producirse en el futuro. Sólo creará más resentimiento hacia Estados Unidos en los corazones de muchos otros musulmanes y promoverá la alianza entre grupos extremistas. Los estrategas norteamericanos necesitan escuchar voces más sensatas dentro de su país que están llamando a que Estados Unidos reevalúe su política exterior y la forma en que ve a los otros países. Mientras tanto, Pakistán debe ser cuidadoso sobre el rol que juega en toda la situación. Es entendible que el gobierno asista a Estados Unidos, pero no debe darle territorio para sus bases militares. (Masooda Bano)

The Independent

La prioridad de la diplomacia norteamericana es unir a Pakistán lo más rápido posible a la alianza internacional contra el terrorismo y avalar las iniciativas que el gobierno pakistaní ha estado implementando con respecto a los talibanes. La tensión está en la necesidad de dar pruebas al régimen talibán y a la población paquistaní de que Osama bin Laden es, sin dudas, el sospechoso número uno. Claro que dar una “prueba” es dificultoso cuando se trata de terrorismo y dado que la “organización” de bin Laden es difusa. Además, lo que sirva de prueba para las autoridades de Occidente y la opinión pública será insuficiente para los talibanes, aun cuando estén dispuestos a ver objetivamente la evidencia. (Editorial)

 

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