Por
Luis Bruschtein
y Eduardo Tagliaferro
¿Qué
impacto tuvo la marcha de marzo de este año cuando los zapatistas
salieron de la selva Lacandona y viajaron por los pueblos de México
hasta llegar a la capital?
El primer punto es que la marcha representa una apuesta gigantesca
por combatir la guerra con la paz, la guerra con la política. Es
una apuesta dificilísima para el zapatismo. Pienso que sólo
había esa coyuntura para hacerlo, porque era el momento en que
asumía el nuevo gobierno, en que la situación política
no estaba clara todavía, las fuerzas estaban reacomodándose.
Efectivamente se abría un espacio que permitía un avance
de las fuerzas democráticas. El presidente Vicente Fox asumió
cuando la marcha estaba anunciada. No alcanzó a tomar la iniciativa
política porque ésta quedó en manos de los zapatistas.
De hecho se dio una lucha mediática entre el presidente y el zapatismo
por tomar la iniciativa. Y además de lo que hicieron los zapatistas
en sí mismo hay que pesar lo que hizo la sociedad alrededor de
la marcha. Era el momento para todos. Todos decían: Es ahora
cuando debemos pelear la defensa de la educación pública,
es ahora cuando debemos pelear contra la privatización de
recursos estratégicos, es el momento de abrir la posibilidad
de tener un Legislativo distinto, un Congreso diferente, porque
además la coyuntura permitía pensar que la izquierda podría
jugar un papel importante en el Congreso. Todo eso moviliza la marcha.
Claro, el protagonista principal es el ejército zapatista, los
que la conducen políticamente son ellos, la sociedad se suma de
manera creativa.
¿De qué manera se suma?
A la marcha no la prepararon los zapatistas, la preparamos nosotros
sin línea de nadie, tuvimos que empezar a plantearnos qué
hacemos, cómo nos organizamos, qué logística necesitan,
quién los va a cuidar, cómo hacemos la comida, dónde
van a dormir, la propaganda, la difusión, los debates...
¿Cómo discutía la gente lo que se iba a hacer?,
¿seguían algunos lineamientos?
Tenemos claro lo que están proponiendo ellos en un sentido
general. Esos principios básicos de no queremos tomar el
poder, lo que queremos es que el que esté ahí mande obedeciendo,
lo que tenemos que garantizar es un gobierno para la sociedad y que esté
mandatado por la sociedad. Eso va indicando pistas y se trabaja
sobre esos principios generales.
¿Se mantiene una relación por Internet, o por otra
vía? Está la página del subcomandante Marcos.
Bueno, no es la página de Marcos, es de los zapatistas. Digamos
que yo, o un colectivo de apoyo al zapatismo, hace su página, sube
todos los comunicados, toda la información que tiene que ver con
el zapatismo, mete sus propios comentarios, su propia visión sobre
el zapatismo. Así van a tener muchas páginas y en cada una
encontrarán novedades porque se hacen desde sectores distintos
de la sociedad. Entonces no hay una línea que se baja.
¿No es como los partidos históricos de izquierda,
que bajan los documentos y se discuten, por ejemplo?
Hay documentos, pero no te están diciendo vayan por allí,
o por allá. Están diciendo: Nosotros estamos pensando
que con la marcha vamos a poder llevar al Congreso nuestros argumentos,
la sociedad sabrá si participa o no con nosotros, si está
de acuerdo, nuestra causa es ésta. Lo primero que te dicen
es cada quien a su estilo en su modo de llegar a la libertad, la democracia
y la justicia, que son los principios básicos.
¿Cómo articulan las reivindicaciones con los distintos
sectores, por ejemplo la educación o un sector gremial? ¿Cómo
capitalizaron esos sectores el resultado de la marcha o queda librado
a la forma en que cada grupo sintetiza experiencias?
Digamos que las dos cosas. Hay una parte muy libre que queda suelta
como para que cada quien desarrolle dentro de sus posibilidades y hay
una parte que se ha ido articulando a lo largo de estos siete años
y que sí le da una cierta organicidad a este espacio. La primera
vez que los zapatistas hicieron una consulta a la sociedad nacional, la
gente que estaba en los grupos de apoyo tuvo que ver cómo organizaba
la famosa consulta. Hubo un millón de votos. Fue una participación
importante porque era la primera vez, pero un millón de votos es
poquito. La segunda consulta fueron tres millones y en la marcha fueron
muchos más. En la última marcha se vio que había
ya una cierta estructura que surge en los momentos en que hay una convocatoria
importante del zapatismo. No hay otro actor social que pueda tener acceso
a este sistema de organización.
¿No está organizado en frentes o en áreas gremial,
estudiantil o barrial?
Hay sindicatos fuertes como el de electricistas, el de maestros,
que tiene una parte interesante, por otro lado están los estudiantes
más o menos organizados a pesar de los problemas del movimiento
pasado que causó ciertas fragmentaciones. Hay también colonos,
en la ciudad de México el problema de la vivienda y servicios es
tremendo, hay organizaciones de colonos o villeros. Los zapatistas son
el actor político más importante en este momento, entonces
cualquier lucha está siempre referenciada de alguna manera con
ellos por un lado y, por el otro lado, con el gobierno.
¿Y cómo se relaciona el zapatismo con esos sectores
por un lado, y con el poder, por el otro?
A veces a través de los medios, otras con movilizaciones
como fueron las caravanas y los encuentros. Los zapatistas han promovido
muchísimos encuentros a lo largo de estos siete años. Por
ejemplo, los estudiantes organizan un encuentro en defensa de la educación
u otro tema y se convoca en la selva y se dan debates importantes con
ellos. Ellos tienen una manera de actuar muy especial. En el encuentro
intergaláctico famoso convocaron a todo el mundo a la selva, se
hacen las mesas de discusión, hay tres comandantes en cada mesa,
pero están callados, solamente auspician y dicen que quieren escuchar
lo que está pensando la sociedad y lo que está pensando
la sociedad es lo que hay que hacer, lo que nosotros acordemos, los que
estamos ahí, se asume como acuerdo de ellos. Esta es la manera
tan especial de trabajar, donde en vez de tirar línea, es ausencia
de línea, como esperando que la sociedad realmente se manifieste,
para ver hasta dónde realmente se puede caminar, yo creo. Para
ver cuánta disposición hay, en qué sentido se están
planteando los problemas, qué compromisos asume la gente entre
sí. En la marcha sí vinieron a hablar. Hablaron en el acto,
pero la organización, la hizo la gente, ellos no se metieron.
¿Usted participó desde la Universidad cuando se produjo
la marcha?
Yo les puedo contar la experiencia que tuvimos en la UNAM (Universidad
Nacional Autónoma de México). Tuvimos que empezar por reconstruir
ese mosaico tan difícil que quedó después del movimiento
de huelga. La convocatoria zapatista facilitaba un poco las cosas. Convocamos
a los estudiantes de los diferentes grupos, a los académicos, por
aquí, por allá. Teníamos que ver si estábamos
en condiciones de invitar a los zapatistas a la universidad, porque era
un riesgo, tenían amenazas
de muerte, era muy difícil. Hubo un acto muy importante en el que
hablaron todas las corrientes, como para convencerlos de que teníamos
condiciones para que vinieran. Por supuesto querían venir a la
Universidad, pero no lo harían si no veían que no lográbamos
traerlos como colectivo universitario, no invitados por un grupo u otro.
Por más que ese grupo fuera más cercano a ellos que otro,
este grupo no era suficiente como para que pudieran venir. Eso pasó
en todos lados. Si es la sociedad en su conjunto la que invita, podían
venir, si es sólo un sector no, porque esto provoca más
división. En el momento en que se logra salvar las diferencias,
se los invitó y cuando lo sintieron oportuno dijeron vamos
pasado mañana. En 24 horas teníamos que organizar
todo, desde el sonido, hasta el lugar, y cuando llegaron, la Universidad
estaba como nunca areventar. El zapatismo es la única fuerza que
en este momento político logra esa unidad.
¿El zapatismo discute con las izquierdas?, ¿en esa
discusión se plantea como la síntesis?
Discute de esa manera: dicen está bien, venimos si son todos,
si representan a la comunidad universitaria. Si la representan, piensen
lo que piensen, ellos van, porque es la comunidad. No se olviden que ellos
dicen que lo que necesitan es un mundo donde quepan muchos mundos. Para
que quepan todos los mundos debemos encontrar el modo en que la sociedad
hable entre sí y se ponga de acuerdo. Lo mismo el trotskista que
el empresario, todos van a tratar de ver qué hacemos con este mundo.
Si no nos ponemos de acuerdo, por lo menos en condiciones de gobernabilidad
que sean aceptables para todos, habrá guerra. ¿Cómo
combates la guerra si no es proponiendo un espacio que permita que las
cosas se arreglen en el debate, a través del diálogo? Cada
quien puede argumentar allí. Ese es el propósito de un mundo
donde quepan todos los mundos, de estar contra la guerra construyendo
la paz, y la única posibilidad de construirla es este espacio democrático.
¿Con un sistema tan abierto no se incorporan oportunistas,
fugitivos de otros partidos que desfiguran el sentido de la idea zapatista?
Sí pasa, pero este hombre que en su partido perdió
fuerza, será muy difícil que la consiga acá, por
mucho que diga que es zapatista. Todos somos zapatistas, no es novedad,
no te hace líder de los otros. Es más, el zapatismo es muy
claro en el sentido de decir que no es la vanguardia y que eso quiere
decir que no hay vanguardia. Entonces las relaciones internas de esta
gran fuerza que está promoviendo el zapatismo no se establecen
a través de liderazgos. Insisten muchísimo en las relaciones
horizontales, en los consensos. En sus comunidades trabajan así.
¿Y la figura de Marcos cómo juega entonces en esa
concepción?
Marcos está y no está. Hay una presión muy
fuerte de las fuerzas políticas para hacer de Marcos el líder.
Hay una actitud de ellos, lo más fuerte que pueden, para que siempre
que hable Marcos, quede claro que es portavoz de la comandancia. En la
marcha hubo en ese sentido dos momentos. Uno, cuando salen en condiciones
muy difíciles y en el que Marcos hace en cada lugar los discursos
principales, como vocero, y también hablan los comandantes. Pero
cuando llegan al Congreso, que era el lugar decisorio, Marcos ni siquiera
está en la reunión y son los comandantes los que toman la
palabra. Ellos juegan siempre estas cosas. Efectivamente, Marcos tiene
un papel que difícilmente los otros puedan cumplir, que es este
papel del traductor, del mediador. Como que es el espacio de la interculturalidad
que nos permite comunicarnos entre estos dos mundos tan distintos.
¿Y los comandantes tienen esa misma aceptación ante
la sociedad?
A lo largo de la marcha se fue creando esa relación con cada
uno de los comandantes que hablaba. Por ejemplo, la comandante Esther
fue impresionante porque la primera vez habló con mucha timidez.
Pero cuando llegaron al Congreso, ya había construido una legitimidad,
una relación con la sociedad que le permitió llegar con
una fuerza tremenda. Cuando hizo su discurso fue impresionante. Hasta
los noticieros de la radio, que tradicionalmente son derecha, lo reconocieron.
Los comandantes escuchan y dejan que se elabora una síntesis,
¿pero cómo elaboran ellos sus posiciones políticas?
Ellos parten de una combinación entre sus propias costumbres
que vienen de la cultura maya, ellos son los mayas modernos. Al mismo
tiempo, son mayas que se han interrelacionado, de una manera muy violenta
la mayor parte del tiempo, con la cultura occidental. Ellos hacen un análisis
de todas las corrientes políticas que hay en la sociedad, conocen
la historia política del mundo, de los movimientos de liberación,
las revoluciones mundiales y demás, pero incorporan mucho su práctica
cotidiana. Son un sujeto colectivo, porque las mismas condiciones los
obligaron a mantener el colectivo como modo de preservación, individualmente
no hubieran podidosobrevivir en condiciones tan violentas. Si el capitalismo
es salvaje, en Chiapas es doblemente salvaje. Por eso tienen la convicción
de que sólo así pueden avanzar.
¿Ellos plantean formas de gobierno de ese tipo?
Ahora están echando a andar la autonomía a través
de los municipios autónomos. No tienen un presidente municipal
como en el resto del país sino un colectivo, un consejo que se
concibe a sí mismo como servidores de la comunidad, los que
mandan obedeciendo. Ellos dicen que en su cultura no existe la figura
del gobierno por encima de la comunidad, ni siquiera existen las palabras
para designar al que manda, sino dicen el que sirve.
Tuvieron que inventar una palabra que es el mandaranu, para
designar al gobernante según la cultura occidental. Tomaron la
palabra del español para adaptarla. Esta concepción de la
comunidad, de algún modo es uno de los orígenes de su planteamiento
político. El otro es un análisis muy cuidadoso, crítico
y diría paciente de lo que es por un lado el neoliberalismo y por
el otro las diferentes posiciones políticas que proponen la confrontación
con el capitalismo. Hay gente que dice que el discurso zapatista parece
provenir del anarquismo, y tiene un poco de todo porque se ha ido armando
de toda la experiencia histórica de lucha, y que hizo un balance
de lo que es la dominación en el mundo actual y de cómo
se puede repensar una sociedad distinta, distinta al capitalismo.
Usted dice que el zapatismo es el actor político mexicano
con más autoridad moral, ¿por qué piensa que sucede
eso?
Porque en primer lugar siempre dicen la verdad, hacen lo que dicen,
son muy consecuentes. Eso permite que la gente vuelva a pensar en ellos.
La gente ha perdido toda la confianza en los políticos.
Y los grupos guerrilleros como el EPR, ¿qué tipo de
conflicto les generan a los zapatistas?
Es una situación muy difícil. La relación entre
el EPR y el zapatismo es complicada. A pesar de que hacen algunas críticas
al zapatismo porque dicen que la vía del diálogo no sirve
y hay que luchar con las armas, sin embargo dicen que respetan las situaciones
electorales. Además el EPR ha tenido varias fracciones que han
formado otros grupos guerrilleros, uno incluso en la ciudad de México,
que no sé qué tan auténtico sea. En el estado de
Guerrero hay una pobreza muy grande, siempre ha habido guerrillas y la
represión ha sido y es espantosa. Esa guerrilla surge de ahí,
pero me parece que la sociedad está pensando en otra cosa y es
muy difícil regresar a estos planteos que han sido superados por
la historia.
¿Qué peso tiene el zapatismo en los centros urbanos?
Las tres ciudades más importantes del país, Monterrey,
Guadalajara y México, son muy diferentes entre sí y el impacto
del zapatismo es distinto, pero en todo el país hay una corriente
formada por comités de diálogo zapatista. Hay otro zapatismo
que está cercano y cuando hacen un llamado participa, hace caravana
y va a los encuentros. Son los no organizados. Porque hay una resistencia
fuerte a esta vieja manera de organizarse en la que muchas veces proponen
primero la estructura antes de tener el movimiento. Y muchísima
gente plantea que antes hay que tener al movimiento y después veremos.
El impacto es muy difícil de medir, pero se vio muy bien en la
marcha. Hubo amas de casa, estudiantes, maestros, que aparecen como sueltos,
pero yo creo que no están sueltos, ya hay allí una organización
que no tiene nombre, que no tiene estructura fija, pero que está
funcionando muy bien.
¿Y todo ese movimiento no ha tenido problemas con la represión?
Me preocupa que el poder ha hecho la misma lectura y está
empezando a actuar en la misma forma. Se dio cuenta de que para derrotar
al movimiento zapatista ya no basta con ir a la selva, sino que además
tiene que destruir esta red que no puede controlar desde las instituciones
políticas existentes. Hace pocos días apareció uno
de estos grupos guerrilleros más tradicionales, una escisión
del EPR, que puso unos explosivos en sucursales bancarias. Eran bombas
de estruendo más que nada. A los dos días tenían
ya a los responsables, algo inusitado. Tres de ellos eran estudiantes
de la universidad. Entonces el militar que es ahora procurador general
de la República declaró que la UNAM se ha convertido en
un semillero de guerrilleros y que investigarán a todos los estudiantes
de la UNAM. Creo que desde el presidente Gustavo Díaz Ordaz, en
la masacre del 68, no escuchaba hablar así.
¿POR
QUE ANA ESTHER CECEÑAS?
Por L.B.
Los
mayas del nuevo mundo
La
irrupción del zapatismo se dio en un momento en que los movimientos
populares estaban en retroceso en casi todo el mundo. De alguna
manera fue la primera experiencia importante que se produjo luego
de la caída de la URSS y en un panorama donde el neoliberalismo
era la bandera de la globalización y se había instalado
prácticamente sin resistencia en la mayoría del planeta.
Al principio, muchos creyeron ver en el movimiento insurgente de
Chiapas la marca de las guerrillas de los años 70,
pero a poco de andar se reveló como una experiencia original
que obedecía más a las nuevas condiciones que a las
del pasado: una especie de guerrilla étnica que proyectaba
su prestigio hacia el resto de una sociedad tan compleja como la
mexicana, con grandes centros urbanos y al mismo tiempo muy campesina.
Ana Esther Ceceñas es profesora en la Universidad Autónoma
de México y directora de la revista Chiapas, que suele expresar
el pensamiento del movimiento zapatista. Las propuestas de los zapatistas
han movilizado la sociedad mexicana como pocas veces en los últimos
cincuenta años y sin embargo generan polémicas en
los sectores de izquierda porque no plantean una organización
cerrada para sus simpatizantes, no aceptan caudillismos o liderazgos
unipersonales y tampoco bajan línea.
Según la directora de Chiapas, el planteo de los comandantes
es generar ámbitos de síntesis, donde se pueda expresar
lo que piensa la sociedad y, lo que ésta piensa, es lo que
se hace. No se trata de copar una asamblea ni de denunciar como
traidor al grupo que piensa distinto o de creer que ellos son los
únicos dueños de la verdad. Ciertamente parece un
método más difícil, pero al mismo tiempo más
civilizado, aunque también polémico.
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