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Changuitos vacíos y al shopping sólo para pasear

Estrepitosa caída de ventas en los supermercados y en los centros de compras, del 5,1 por ciento en los primeros y del 16,2 en los shoppings. Retroceden precios y cantidades, síntomas de depresión económica.

La apuesta de Domingo Cavallo de lograr la reactivación mediante la política de Déficit Cero por ahora no ha dado resultados. Más bien todo lo contrario, a juzgar por los datos de ventas de supermercados y shoppings, indicadores por excelencia del consumo masivo. En el primero de los casos las colocaciones cayeron 5,1 por ciento respecto a agosto de 2000, mientras que en los shoppings la baja fue estrepitosa: 16,2 por ciento. De alguna manera esos resultados eran previsibles, dado que en agosto la crisis financiera alcanzó un pico máximo de tensión y las versiones sobre devaluación y default arreciaban a diario. El acuerdo con el FMI frenó la huida de depósitos y devolvió cierta tranquilidad, pero aun así la situación en la economía real no habrían cambiado demasiado este mes. De acuerdo con las previsiones de distintas cadenas de supermercados encuestadas por el Indec, las ventas retrocederían 7,6 por ciento respecto a setiembre de 2000.
La baja de la facturación de los supermercados era explicada el año pasado –por el equipo económico de José Luis Machinea– como una consecuencia de la deflación de precios, pero se sostenía que el consumo continuaba estable o incluso en alza. Ese argumento ya no puede ser utilizado. En agosto, las ventas en cantidades físicas disminuyeron 4,3 por ciento, y acumula un descenso del 1,7 en ocho meses. Esto indica que la guerra de ofertas en la que están enfrascados los supermercados resulta insuficiente para evitar la pérdida de consumidores. Por otra parte, en el último tiempo se observó un ligero aumento en las ventas de almacenes, que lograron recuperar clientes gracias a la financiación –informal– que otorgan.
En cuanto a la facturación de los supermercados, ascendió a 1096,8 millones de pesos, contra 1156,1 millones de igual mes del año pasado. Para tener una dimensión del deterioro en el consumo, vale comparar contra agosto de 1998 –mes en que estalló la crisis rusa y la economía argentina comenzó a descender por la espiral recesiva–, cuando la facturación llegó a los 1238,9 millones de pesos. En este caso sí puede influir la deflación, pero también hay que considerar que las cadenas multiplicaron sus puntos de venta.
Los productos más afectados por la baja en las ventas fueron los electrónicos y artículos para el hogar, con caídas del 20 por ciento. El ajuste en el consumo siguió con los artículos de limpieza y perfumería (10,1%), indumentaria, calzado y textiles para el hogar (-8,3%) y, por último, alimentos y bebidas (-6,5%). Entre enero y agosto, el declive en las ventas de supermercados fue del 2,6 por ciento, contra una baja del 1,3 por ciento en igual período de 2000.
Pero la situación es aún más grave en los shoppings. En ocho meses la contracción en las ventas fue del 12 por ciento, frente a una baja del 0,6 en el mismo lapso del año pasado. La facturación en agosto se ubicó en 120,8 millones, un 16,2 por ciento menos que en igual mes de 2000. Y hace tres años, los shoppings vendían por 144,1 millones.
No hay rubro que haya logrado esquivar la debacle. El más afectado fue diversión y esparcimiento, con el 37 por ciento de caída. Después le siguieron juguetería (-35,4%), electrónicos, CD, electrodomésticos y computación (22,7%), amoblamientos y textiles para el hogar (-21,6%), ropa y accesorios deportivos (-21,8%), librería y papelería (-21,5%) e indumentaria, calzado y marroquinería (-20,5%).

La producción en caída libre
Las cifras provisorias del Indice de Producción Industrial (IPI) que elabora la consultora Fiel mostraron para agosto una leve baja del 0,3 por ciento respecto de julio de 2001, pero una muy importante caída del 5,6 por ciento en la comparación con igual mes del año anterior. El nivel absoluto de producción industrial de agosto pasado sólo supera los niveles de los meses de agosto de 1993 y 1995. Según consideró la ultraliberal Fiel, la caída del producto industrial en la comparación interanual no responde sólo a la retracción de la demanda interna, sino que la caída se explica en parte por restricciones técnicas y financieras. Respecto de la primera restricción el informe destaca la menor producción de arrabio que habría generado una menor transformación de laminados, o la parada forzada de la única planta de aluminio del país. Sobre la financiera, señalaron “una menor disponibilidad de fondos prestables por parte del sistema financiero” que “genera una reducción del capital de trabajo de las empresas productoras” y “la imposibilidad de acceso a mercados financieros internacionales”. La tasa de variación observada entre los primeros ocho meses de 2001 e igual período de 2000 fue del .2,4 por ciento para el conjunto de la industria. Sólo dos sectores presentaron subas de producción: Insumos Químicos y Plásticos (13,1 por ciento) y Petróleo Procesado (3,6). El IPI ajustado por estacionalidad mostró una caída del 2,7 por ciento entre julio y agosto de 2001, y se encuentra a igual nivel que el observado en diciembre de 1995. Desde el máximo anterior (diciembre de 1999) se llevan 20 meses de proceso recesivo en el sector industrial.

 

 

 

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