Por
Pedro Lipcovich
No contiene colesterol,
dice el envase de la golosina o la galletita, y miente. Miente con la
verdad porque, aunque su composición no incluya colesterol, sí
contiene una sustancia que induce al organismo a generarlo: se trata del
aceite vegetal hidrogenado, presente en la casi totalidad
de las galletitas, margarinas, panes envasados, snacks y muchas de las
golosinas que se consumen en el país. En Estados Unidos, según
una propuesta de la Food & Drugs Administration (FDA), los alimentos
que contengan sustancias de este tipo deberán rotularse preventivamente,
igual que los que tienen colesterol, lo cual permitiría salvar
5600 vidas por año, sólo en ese país, por enfermedades
cardiovasculares. Las mismas que son primera causa de muerte en la Argentina.
Cuando ya estábamos tranquilos, creyendo saber en qué
alimentos está el colesterol, se empezó a conocer el efecto
de estas sustancias que los norteamericanos llaman grasas fantasmas,
comenta Marcelo Tavella, director del Programa de Prevención del
Infarto en la Argentina (Propia, dependiente de la Universidad de La Plata).
Para conocer a esos fantasmas, no se puede evitar un párrafo, el
siguiente, con varias palabras difíciles.
Ya se sabe que las grasas saturadas (presentes, por ejemplo, en la carne
vacuna y de pollo) hacen elevar los niveles de colesterol y, por lo tanto,
la probabilidad de enfermedades cardiovasculares. También se sabía
que las grasas insaturadas (por ejemplo, los aceites vegetales) tienden
a bajar los niveles de colesterol y a subir los del llamado colesterol
bueno (HDL). Pero resulta que esto vale sólo para una
clase de grasas insaturadas, las llamadas cis: otra clase
de estas grasas, las trans, son tan peligrosas como las saturadas.
Y en esta clase militan los aceites vegetales hidrogenados o parcialmente
hidrogenados.
Estos aceites son elaborados por la industria a partir de los aceites
naturales, que así adquieren más consistencia y capacidad
para conservar el alimento del que formen parte. El problema es que provocan
modificaciones en las membranas de las células del organismo, a
raíz de lo cual el colesterol no se metaboliza bien y, entonces,
su cantidad en la sangre aumenta, explica Tavella.
En Estados Unidos, la FDA propuso explicitar, en las etiquetas de los
productos alimenticios, la cantidad de ácidos grasos trans.
Consultadas las principales entidades médicas, la respuesta fue
absolutamente favorable, y no hubo graves objeciones desde las empresas.
Hace varias semanas, la organización no gubernamental de científicos
Center for Science in the Public Interest (CSPI) urgió a dictar
de una vez por todas la normativa de etiquetado, ya que, según
la propia FDA, ello permitiría prevenir entre 2100 y 5600
muertes anuales por causas cardíacas, y bajaría
costos de salud por entre 3 mil y 8 mil millones de dólares anuales.
Esos beneficios se lograrían porque los consumidores, alertados,
se volcarían a productos libres de aceite vegetal hidrogenado,
ya que éste puede sustituirse, y así viene sucediendo en
Canadá, Holanda, Francia y otros países.
En la Argentina, al revés, muchos alimentos de consumo masivo elaborados
con aceite hidrogenado incluyen en su etiquetado la leyenda No contiene
colesterol, en grandes caracteres. Puede ser verdad, pero
el hecho de contener aceite vegetal hidrogenado hace que el alimento provoque
el mismo efecto causado por los que tienen colesterol, destaca Tavella.
No tienen colesterol, pero lo provocan y por eso conviene leer la
letra chiquita de los envases advierte el director del Propia,
donde suele indicarse si tienen aceite vegetal hidrogenado.
La Universidad Nacional de La Plata acaba de concretar un convenio con
la Cooperativa Obrera de Bahía Blanca, que elaborará panes
libres de aceites hidrogenados mediante tecnología y certificación
de la Universidad. Según las investigaciones de los científicos
platenses,prácticamente la totalidad de las galletitas en venta
en el país tienen cantidades importantes de esos aceites, que también,
en menor cantidad, se encuentran en los panes envasados. En los
panes de las panaderías tradicionales, en principio no debiera
haber estos componentes, pero algunas han empezado a incluirlos,
observa Tavella. Los científicos de la CSPI advirtieron que, en
Estados Unidos, miles de restaurantes usan aceite vegetal hidrogenado
para freír.
El Propia impulsa la sanción de una ley que agrave la carga impositiva
para los fabricantes que no quieran reemplazar las grasas saturadas e
hidrogenadas. Así como la ley que obliga a incluir iodo en
la sal venció al bocio endémico en la Argentina, una legislación
podría ayudar a prevenir enfermedades cardiovasculares: son la
principal causa de muerte en la población adulta de nuestro país,
que está entre los cuatro de América donde su incidencia
es mayor, precisa Tavella.
De
mayonesas y margarinas
Por P.L.
Grata
sorpresa con las mayonesas preparadas: Tienen 0 cantidad de
aceite vegetal hidrogenado (que causa colesterol), y además
tienen poco colesterol dietario señala Marcelo Tavella,
titular del Programa de Prevención del Infarto de la Universidad
de La Plata. Las que tienen más colesterol son las
mayonesas hechas en casa, a las que se les pone más huevo.
Todo indica que la parsimonia de los fabricantes, a la hora de ponerle
huevos a la mayonesa, ha tenido un inesperado efecto beneficioso.
Las mayonesas comerciales resultan ser una buena manera de
incorporar a la dieta aceites vegetales no hidrogenados, beneficiosos.
Las que llevan menos aceite son las mayonesas light, de modo que,
aunque tengan menos calorías, para bajar el colesterol son
preferibles las comunes, precisa Tavella.
En cuanto a las margarinas, hace poco salió al mercado la
Danicol, que asegura estar libre de ácidos grasos trans
(aceite vegetal hidrogenado). Según estudios preliminares
y extraoficiales de un laboratorio universitario, se registró
en este producto la presencia de aceite vegetal hidrogenado, pero
en una proporción 5 al 7 por ciento muy inferior
a la de las demás margarinas alrededor del 35 por ciento.
Según Tavella, sin duda que, de las margarinas, ésta
es la menos dañina y, sobre todo, es muy positivo que una
empresa muestre preocupación por mejorar la salubridad de
su producto.
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