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OPINION

Cola de perro

Por Eduardo Fabregat

La película se llama Wag the dog, aunque aquí se llamó Mentiras que matan. Arranca con una frase: “Sabemos que el perro mueve la cola. ¿Puede la cola mover al perro?”. El director Barry Levinson demuestra que sí, y lo hace con una ironía demasiado filosa para este tiempo, en el que todo espíritu crítico es visto como terrorismo. ¿De qué va Wag the dog, por qué resulta tan atractivo darse una vuelta por el videoclub?
Robert De Niro es Conrad Brean, un monje negro del gobierno estadounidense, un cleaner mediático. Y en esta ocasión hay mucho por limpiar: a pocos días de las elecciones en las que el presidente busca un nuevo mandato, hay grandes probabilidades de que trascienda que el Jefe... abusó sexualmente de una girl scout. Brean no contacta a los servicios de inteligencia (que tienen sus propios intereses) ni a fuerzas especiales ni a los militares, sino a los medios. Es decir, a Stanley Motts. Motts es Dustin Hoffman, pero ante todo es el mejor productor de Hollywood: entre los dos encontrarán la solución. La solución es hacer ruido, mucho ruido, un ruido que tape el posible escándalo mientras se intenta convencer a la girl scout de que no son tiempos para la crítica. Motts y Brean, entonces, inventan una guerra. Una guerra con Albania genialmente producida en estudios, tan bien empaquetada como para que el público la vea en TV y la crea real, y ni se fije en los deslices gubernamentales ni en el control de la información.
Cuando los opositores (nunca se aclara si demócratas o republicanos) hacen su propia movida de medios y dan por “terminada” la “guerra”, el dúo da otro golpe maestro: inventa un soldado perdido tras las líneas albanesas de batalla, y le encarga al músico Johnny Dean que componga una canción que utilice el apellido del héroe y oficie de himno patriótico, para inflamar los corazones con barras y estrellas. Dean es Willie Nelson, legendario músico folk de mirada triste y larga cabellera, que se luce con “Old brown shoe”.
El viernes pasado, en un maratón histórico para los Estados Unidos, un abultadísimo conglomerado de estrellas unió todas las señales televisivas para homenajear a las víctimas de los atentados, recaudar fondos y seguir sosteniendo el ánimo frente a los tiempos que vienen. El final, We are the world we are the children style, tuvo en el centro de la escena a un músico de mirada triste y larga cabellera. Sí, ese. Willie Nelson. En medio de la desgracia, con el mundo amenazando una explosión real y dolorosa, el cantante de “Old brown shoe” lideró una versión multiestelar de “America the beautiful”.
Cuidado. La cola está moviendo al perro.

 

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