Seguime,
chango, seguime, grita Jorge Gestoso, corriendo hacia las torres
gemelas. La cámara enfoca una mano, sangrante y solitaria,
desmembrada, tirada sobre el sucio pavimento. Aaron Brown, el conductor,
la toma, saca el anillo de casado y lee Jeannie and Carter
y mirando a cámara pregunta ¿Dónde estará
Jeannie ahora? (la mano, obviamente, es Carter). Paula Zahn
la encuentra. Está internada en el hospital y desde su cama,
vendada y quemada, murmura un I Love You Forever (te quiero para siempre).
Minutos después, Paula muestra cómo la llevan tapada
por una sucia sábana, rumbo a la morgue. Patricia Janiot no
transmite desde Washington desde que un bombero la toqueteó
al aire, cual Silvia Fernández Barrios del desarrollo, con
la excusa de sacar un sobreviviente de los escombros sobre los que
estaba parada. El corresponsal en el Pentágono aparece, de
tanto en tanto, levantando papeles y restos de avión y mostrándolos
a cámara. Igualito al accidente de Lapa pero en Washington.
Estas son solo algunas de las escenas que CNN no emitió durante
la cobertura del atentado.
¿Es necesario mostrar imágenes de sangre? ¿Es
censura no entrar cámara al hombro a los hospitales a entrevistar
moribundos? ¿Es reprobable evitar escenas innecesarias que
solo agregan morbo a la terrible realidad? De acuerdo al alcalde de
Nueva York Rudolh Giuliani, de los más de 6000 desaparecidos
menos de 200 son cuerpos completos identificados. Miles de pedazos
de restos humanos han sido guardados en prolijas bolsas y esperan
identificación. La sola visión de los aviones estrellándose,
las desgarradoras historias de los llamados de las víctimas
(desde el avión y las torres) para despedirse de sus seres
queridos... ¿no alcanzan a trasmitir el horror? Lo reconozco,
soy parcial. Trabajo para la CNN. Estaba allí cuando ocurrió.
Vi, azorado, el segundo avión estrellarse en vivo. Vi trabajar
a Donna Mastrangelo y otros productores buscando las notas, eligiendo
las imágenes, aturdidos y sin lograr comprender la irracionalidad
y la locura de estrellar aviones contra edificios donde trabajan más
de 20.000 personas.
Vi la cobertura de las otras cadenas. Ninguna mostraba imágenes
de los muertos tirados y ensangrentados. Ninguna trasmitía
desde la zona (porque, mal que les pese a los periodistas, el acceso
estaba limitado a socorristas y médicos). Ninguna tenía
avión o helicóptero sobrevolando la zona porque todos
los aeropuertos estaban cerrados, sin excepción. Estaba también
allí, y me daba vergüenza ajena que los periodistas argentinos
llamaran preguntando, una y otra vez, por qué no se mostraban
imágenes con más sangre. Quizás acostumbrados
a nuestra dieta alta en periodismo amarillo y mal gusto, no podamos
digerir coberturas menos dignas de Mauro Viale. A la cobertura de
CNN y las otras cadenas norteamericanas les faltaron cosas, sin duda.
En las primeras 36 horas no hubo una sola lista de las empresas que
tenían oficinas en el WTC ni un informe sobre atentados similares
sucedidos en los últimos años (como la AMIA, tan igual
que daba escalofríos). Faltaron más datos acerca de
los talibanes y Bin Laden que comenzaron a aparecer tarde. Mientras
CNN transmitía desde Afganistán, el resto repetía
las imágenes del choque. Pero los productores y periodistas
también son humanos y conocen a muchos de los muertos. Estaban
tan en shock como nosotros. No bien sucedió la tragedia, Jorge
Gestoso y Patricia Janiot salieron en auto rumbo a Nueva York y Washington
para cumplir con su tarea. Son viajes largos (más de 12 horas)
e incómodos. Pero era su deber periodístico. No pretendo
hacer santos a los periodistas o a la CNN. Pero pensar en una versión
conspirativa de los medios mostrando imágenes censuradas y
manipuladas es una maravillosa película de ficción (Wag
The Dog) y no una realidad posible. Al menos no en los Estados Unidos.
Quizá los argentinos, acostumbrados a la cobertura de la Guerra
de las Malvinas con el inolvidable José Corso Gómez
o la no-investigación de la voladura de la Embajada de Israel
piensen otra cosa. Pero poco puedo haceren este sentido más
que tratar de defender otro estilo de hacer periodismo.
*
Presidente de Ketchum Argentina, la agencia de Relaciones públicas
de CNN y CNN en español. La presente columna fue escrita
a título personal y no representa en modo alguno la opinión
de las cadenas del grupo Turner ni las de la consultora.
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