Por
Miquel Alberola
Desde Valencia, España
A
pesar de una dilatada vida sobre los escenarios, la máxima actriz
griega, Irene Papas, todavía tiene la sensación de estar
ante un tribunal cada vez que se somete a una entrevista.
Sólo las hace cuando hay algo que quiere defender o le gusta. Ahora
es el caso, con un montaje que hace tiempo gestaba en su interior. Hace
unos años visitó la nave oxidada de Sagunto (Valencia) y
enseguida supo que tenía que hacer Las troyanas en ese escenario
tan bello. A sus 71 años y tras filtrar en su temperamento
toda la tragedia griega, se planteaba la retirada de los escenarios. ¿Qué
nuevo reto se plantea para regresar a Las troyanas? No hago Las
troyanas por propia ambición, sino como un evento para impulsar
las escuelas de la Ciudad de las Artes Escénicas de Sagunto, de
la de Tor Vergata de Roma y de la To Skolion de Atenas. Quiero dejar de
actuar porque me molesta físicamente. Es muy duro, pero como soy
presidenta de las tres escuelas y en Valencia han decidido hacer un evento
para anunciar y apoyar la apertura de las tres escuelas, que mantendrán
una colaboración muy estrecha, pongo mis poderes en este espectáculo.
Ahora lo hacemos en Sagunto, el año que viene en Roma y el siguiente
en Atenas.
¿Esta obra será su última representación
como actriz?
Pienso que sí. Prefiero entrar en la producción de
las obras y estar cerca de las escuelas para enseñar mis conocimientos
sobre el arte. El arte es una fábula que contiene mensajes, como
las fábulas de la abuela, que siempre las decía para que
aprendiéramos algo. Y eso es lo que quiero a partir de ahora, y
no actuar ni estar triste.
La fábula de Las troyanas se ha vuelto muy actual.
Pues no lo habíamos preparado... (se ríe) Las troyanas
es el texto más impresionante escrito contra la guerra, en el que
los protagonistas son los vencidos y no los vencedores. La violencia arbitraria
de la guerra se produce, como siempre, sobre los inocentes. Se vio estos
días.
¿Los ingredientes de la tragedia griega son los mismos del
ataque suicida sobre Nueva York?
Los ingredientes de la tragedia griega son muy modernos. Hay una
frase en el texto de la obra que dice: ¿Oyes qué pasa?
Se derrumban las torres de Troya. La tragedia griega está
al día, está más vigente que nunca.
¿Por qué terminó huyendo de Hollywood?
No huí: no era lo que yo esperaba. Yo había ido primero
a Nueva York porque quería aprender cosas. Tras cuatro años
en la escuela de arte de Grecia, sentía que no lo sabía
todo. En Hollywood, la Metro Goldwyn Mayer me hizo un contrato, pero las
cosas eran muy diferentes a lo que yo quería para mí. Quería
ser una buena actriz, y aún no lo he logrado, porque esta profesión
nunca se aprende del todo. En Hollywood querían vender un tipo
de personaje. Todas la mujeres europeas teníamos que ser mujeres
fogosas, y yo no me sentía así. Me dijeron una vez que por
qué no me hacía una fotografía con una camisa de
ésas que se ven los pechos, y contesté que yo no era una
percha. Allí no podía seguir el camino que yo quería
seguir. En Nueva York era distinto, pero en Hollywood contaba más
el personaje que la actriz.
¿Por qué las protagonistas de la tragedia griega son
mujeres?
No todas, pero la mayoría. Porque eran las personas más
deprimidas. Eurípides tenía muchas tragedias con nombre
de mujer porque protegía a las mujeres, a los esclavos, los viejos.
Sabía que la sociedad, aunque se llamaba democrática, tenía
muchos agujeros.
¿Se ha identificado más en alguno de los papeles que
representó?
En todos por igual. Son pedazos de mí que doy al papel; no
son pedazos que el papel me da a mí. La boca, las manos, la imaginación,
el pasado..., todas las experiencias las ofreces al papel. El personaje
te pone a pensar que sos diferente y que tus elementos tenés que
ponerlos en otrasecuencia, pero tenés el terror en tu memoria porque
lo viviste y lo aplicás sin saberlo. Está en depósito
emocional. No entramos en la carne del papel, sino que el papel entra
en nosotros.
Usted es para muchos la representación del Mediterráneo.
Eso dicen, pero no represento nada.
¿Existe una cultura común en el Mediterráneo?
Parece que somos la cuna del pensamiento porque tenemos un buen
clima, vivimos muy juntos y tenemos el mar al lado. Las calles del agua
llevaban todas las informaciones culturales, comerciales... todo pasaba
por el mar. Por eso el anillo del Mediterráneo se parece en tantas
cosas, por ejemplo en los teatros que hay en Biblos, en Yugoslavia, en
Italia, en Francia, en España, en Marruecos, en Libia, en Alejandría...
El Mediterráneo, aparte de ser un recipiente de cultura,
también es un brasero de conflictos.
Es natural. Pienso que es culpa de las religiones y del dinero.
No hay peor cosa que que el dinero llegue a dirigirnos en vez de ayudarnos.
La sed de dinero no se sacia nunca, aunque puedas vivir con menos, porque
comporta tener mucho poder. Ejercer el poder en nombre de Dios también
es una desviación. Por eso, las artes siempre surgían contra
la guerra, contra el dinero.... Eurípides, en Las troyanas, habla
muy claramente de que la guerra no era por la ideología. ¿Porque
de qué ideología se trataba? ¿De los cuernos de Menelao?
Se trataba de dinero. Los piratas griegos se buscaban un pretexto moral,
igual que ahora, pero la verdad era el oro de Troya, como ahora lo es
el petróleo.
Usted, además de hacer teatro y cine, ha cantado, escribió
poesía...
Porque quizá sea un poco loca. Pero no podés serlo
todo, y por eso no digo que soy cantante ni que soy poeta. Simplemente,
como soy amiga de Vangelis y le gustaba cómo cantaba yo, porque
soy de un pueblito y conocí la interpretación que da el
pueblo a las canciones, es que hicimos dos discos. Pero no por hacer discos,
sino por el placer y el amor de grabar las canciones populares y los himnos
bizantinos, que son muy bellos.
¿Es cierto que su padre, durante los desayunos, le explicaba
a Aristóteles y Platón?
Por eso los odiaba tanto. Mi padre era profesor, un apasionado de
la Grecia antigua, y estaba siempre hablando de ella. Pero todo eso que
odiaba se fue destilando en mí, en mi memoria y en mi cuerpo. Sin
mi padre ni mi madre, que escribía fábulas y era un archivo
de toda la mitología, yo sería otra persona.
¿En qué cree?
Creo en el diálogo, en la esperanza. Creo en que hay maneras
de encontrarse y de amarse, que podemos crear cosas juntos. Esta es mi
esperanza.
¿Es cierto que de joven nunca se pintaba los labios?
Sí, me los pintaba de vez en cuando. He pasado por investigar
la moda, por teñirme el pelo de rubio, por peinarme hacia arriba...
pero no me gustaba. La moda me producía una fatiga enorme, porque
cada vez que cambiaba tenía que cambiar yo también. Al final
la dejé cambiar a ella y me quedé conmigo.
¿Por qué no tiene ninguna fotografía suya en
casa?
Porque es una imagen muerta. Hago un arte que es muy mortal. En
el momento en que decís una palabra sobre la escena, muere. La
fotografía es un momento pasado. ¿Qué hago yo con
una fotografía? No quiero verla, me pone nerviosa.
¿Cree que les da miedo a los hombres?
No doy miedo. Los hombres, como no quieren asumir ninguna responsabilidad,
me dicen que tienen miedo de mí, pero yo les digo que lo que tienen
es un amor pequeño. No tienen miedo de mí, sino de sí
mismos. Yo no hago nada con las uñas.
|