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Yo no dije que dije lo que dije

Libertad duradera es el nuevo nombre de la ex Operación Justicia infinita, en medio de una tempestad de desmentidas de EE.UU.

Bush con el premier
japonés Junichiro Koizumi ayer.
El Pentágono dijo ayer que no habrá “Día D” ni ataques masivos.

George W. Bush se sigue desdiciendo. Primero tuvo que pedir perdón por usar la palabra “cruzada”, que hirió la sensibilidad religiosa de muchos; ahora, por la misma razón, debió rebautizar el nombre de la misión. Ya no será “Justicia infinita”, sino “Libertad duradera”. El encargado de decirlo fue el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, quien aprovechó para advertir que esta vez no habrá show: “ni un ataque o una invasión masiva” ni ningún “Día D”. A la vez, Bush informó oficialmente al Congreso que desplegará tropas “en una serie de naciones extranjeras”.
De lo que será la ofensiva se conoce sus indefiniciones: “Por su naturaleza misma, es una cosa que no podemos llevar adelante con una suerte de invasión masiva. Se trata de un conjunto de problemas mucho más sutiles, con matices, difíciles, vagos. No es algo que vaya a debutar con un hecho decisivo o terminarse con otro hecho decisivo. Es algo que demandará un esfuerzo prolongado en un largo período”, agregó Rumsfeld. Pero anunció, sin agregar ninguna novedad, que la campaña en marcha consiste en la movilización de tropas, aviones y buques de guerra en la que es “probable que se perderán otras vidas”. Como parte de los preparativos, Rumsfeld firmó una orden que autoriza a las fuerzas armadas a mantener a sus miembros en guardia aunque estén a punto de jubilarse y convocó a 10.000 miembros de la reserva militar y de la Guardia Nacional.
Bush, mientras tanto, comenzó el día reuniéndose con líderes del Congreso para discutir los pasos siguientes de la ofensiva militar a la vez que los esfuerzos internacionales para reducir el impacto económico de los ataques terroristas contra Nueva York y Washington; después visitó el FBI. En las verborrágicas declaraciones que hizo durante la jornada, dijo estar dispuesto a cooperar con la oposición afgana para derrocar al régimen talibán y distinguió entre los civiles y el gobierno. Estas palabras se suman al cerco diplomático, financiero y militar sobre el gobierno afgano que ayer se intensificó con la decisión saudita de romper relaciones con el país y la internacionalización de un embargo financiero contra Osama bin Laden y otras organizaciones terroristas.
Bush agradeció –nuevamente– la colaboración de Japón y Rusia: el primer ministro japonés, Junichiro Koizumi, le prometió ayer a Bush su apoyo en la lucha contra el terrorismo internacional, durante un encuentro en la Casa Blanca. Los contactos diplomáticos seguirán esta semana: el jueves llegará a Washington el jefe de gobierno belga y actual presidente del Consejo de la Unión Europea, Guy Verhofstadt, y al día siguiente será el turno del rey jordano Abdullah II. Bush abusó del mismo tono de estas semanas: “No se confundan, esto es el bien contra el mal. Estos son malhechores. No tienen justificación para sus acciones. La coalición de gobiernos legítimos y personas que aman la libertad es fuerte”. En una carta al Congreso, Bush informó oficialmente de su decisión de desplegar fuerzas de combate “en una serie de naciones extranjeras” y agregó que se están considerando nuevas movilizaciones. Además, pidió al Congreso que apruebe un paquete de leyes presentado por el secretario de Justicia, John Ashcroft, para endurecer la normativa migratoria en el caso de sospechosos de terrorismo y agregó una solicitud más: que se le permita suspender durante cinco años cualquier prohibición de venta de armas, incluyendo las impuestas sobre Estados que figuran en la lista que Washington considera “patrocinadores del terrorismo”.

 

¿Nobel a Bush?

No se sabe si se trata de un chiste o de ridiculizar la ya vapuleada imagen presidencial. Un grupo de universitarios noruegos propuso a George W. Bush como candidato para el Premio Nobel de la Paz 2002. Eso sí, con una condición: que evite la guerra. A pesar de que la lista de postulantes cerró en febrero de este año, Bush parece ameritar una excepción. “Toda candidatura de una persona que tiene el poder y la voluntad de evitar la guerra debe ser considerada con atención. Al hacer pública su candidatura, nosotros enviamos a Bush un mensaje para que renuncie al uso de ciertas palabras que hacen referencia a las guerras de religión”, precisó Inge M. Nilsen, director de la Universidad de las islas Lofoten y uno de los impulsores de la propuesta. Pero el director del Instituto Nobel no confió demasiado en la iniciativa: “Es interesante pero no nos parece realista”.

 

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