Por Mariana Carbajal
Les preguntaron a chicos de
la Villa 21 qué actividades de esparcimiento realizan las mujeres:
el casillero quedó vacío. En cambio, cuando la misma pregunta
se refirió a los hombres, el listado fue extenso: incluyó
22 opciones, desde ir a bañarse tranquilo y salir con
otras mujeres, hasta tomar birra, molestar, tomar
mate, mirar tele, vagar por la calle y ordenar a las mujeres.
A la inversa, a la hora de distribuir las tareas domésticas por
género, el casillero que quedó vacío fue el de los
varones y las mujeres acumularon todos los ítem: limpiar la casa,
ordenar los muebles, doblar la ropa, hacer las compras, planchar, cocinar.
Es muy llamativo cómo el mundo privado está cargado
sobre las mujeres y el mundo público, del esparcimiento y la diversión,
pertenece a los hombres, señaló a Página/12
la psicopedagoga Marcela Altschul. Con este diagnóstico, el gobierno
porteño impulsó un Programa de Democratización Familiar,
que apunta a eliminar los estereotipos de roles tradicionales en los hogares.
La iniciativa, apoyada por Unicef, también busca legitimar las
nuevas estructuras familiares, monoparentales o con mujeres como principal
sostén económico. Las respuestas infantiles fueron tomadas
durante una serie de talleres con chicos y chicas de 10 a 12 años,
realizados en la Casa del Niño y del Adolescente de la Villa 21,
de Barracas, dependiente de la Dirección de Niñez y Familia
del gobierno porteño.
Queremos darle a la gente instrumentos para hacer más igualitarias
las relaciones en la familia. Buscamos que las mujeres, los niños
y las niñas tengan un lugar de legitimidad dentro del hogar, donde
puedan expresar sus deseos. Y que los conflictos puedan resolverse a través
de la negociación y no con formas estereotipadas, explicó
a Página/12 Graciela Di Marco, de la secretaría de Promoción
Social, a cargo del Programa de Democratización Familiar. El proyecto
consistió en el desarrollo de una serie de microproyectos
en diversos barrios de la zona sur de la Ciudad.
Ahora que mi marido está sin trabajar, compartimos más
las tareas. De lo malo, rescato algo positivo: él ahora vive más
de cerca la crianza de los chicos. Yo llego a la noche y él está
reventado. La casa no es fácil. Está aprendiendo. Pero debo
reconocer que mucho no le gusta: es una participación obligada,
contó una de las mujeres que participó del microproyecto
que un equipo interdisciplinario llevó adelante en la sala de espera
del Centro de Salud y Acción Comunitaria (CESAC) Nº 10, del
barrio de Barracas. A los adultos que concurrían a la sala, les
entregaban folletos que sirvieron de disparadores para reflexionar sobre
la distribución asimétrica de responsabilidades y derechos
en las casas.
Lo importante es que estas experiencias permitan que tanto hombres
como mujeres reconozcan sus derechos y no hagan un intercambio de roles
forzado por las circunstancias, mientras que la matriz siga siendo la
subordinación de la mujer. Puede ser que la democratización
se introduzca en las casas a partir de la falta de trabajo de los hombres,
pero apuntamos a que haya un cambio de roles epidérmico,
señaló Di Marco.
El Programa de Democratización Familiar se completa con la edición
de un material de capacitación dirigido a funcionarios de gobiernos
locales y a profesionales y técnicos de ONGs, en el que está
trabajando la psicopedagoga Altschul. Si la familia está
cambiando y ya no hay un único modelo de padre, madre e hijos,
se debe incluir esta perspectiva en los programas y políticas públicas.
Queremos que se legitimen estructuras y dinámicas familiares diferentes
a las tradicionales y que se muestre que cada integrante de la familia
tiene derechos, precisó a este diario Eleonor Faur, coordinadora
del área Mujer y Equidad de Unicef Argentina, organismo que se
encargará de la publicación del manual.
El microproyecto del CESAC Nº 10 no fue el único. Otros se
llevaron a cabo en los barrios de Lugano y Soldati. En todos surgió
un denominador común: las mujeres comentaron estar sobrepasadas
por realizar tareas fuera de su hogar además de las domésticas
y por tener a su cargo a varioshijos. Pero al hablar con ellas, los profesionales
encontraron gruesas contradicciones marcadas por los estereotipos tradicionales.
Algunas mujeres se quejaban porque sus maridos no las ayudaban en la casa,
pero a la vez decían que a los hijos varones no les pedían
ayuda porque ésa era tarea de chicas.
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