Por Silvina Szperling
Ojos claros muy abiertos, alto,
rubio (pero sin un zapato negro) el belga Alain Platel habla suave y pausado.
Platel combina el biotipo propio de los habitantes del norte europeo con
la actitud de un pedagogo de infantes. Exactamente esa es su identidad,
y la carrera que estudió durante cinco años y ejerció
otros siete, hasta que se impuso en su vida la afición por la danzateatro.
Platel practicaba esa disciplina con amigos y parientes, en forma paralela
a su actividad como terapista de niños (específicamente
orthopedagogo, la persona encargada de diagnosticar el núcleo
de dificultad de un niño con problemas). Algo de eso aún
existe en su trabajo, en el que se plantea como material fundamental a
la gente. Poco a poco comencé a tirar las notas preparatorias
del ensayo. Ahora simplemente observo lo que los miembros del grupo proponen
y la pieza se va armando en base a eso, define.
En Iets op Bach (Un poquito de Bach), la pieza que se presenta en estos
días en el III Festival Internacional de Buenos Aires, actúan
once bailarines (entre ellos un adolescente y una niña) y dieciocho
músicos (incluyendo tres cantantes), quienes, dirigidos por Roel
Dieltiens, interpretarán su particular versión de 21 cantatas
y arias de Johann Sebastian Bach. La música está usada
en todo el espectro que va de música de fondo, como en el supermercado,
pasando por el uso analítico hasta el trabajo con las emociones.
La consigna es que la música de Bach se interpreta tal cual es.
De todos modos, el tratamiento musical se ve algo irrespetuoso, porque
en el escenario pasan muchas cosas simultáneamente, incluso ruidos
que no tienen nada que ver con Bach. A los músicos les cuesta bastante
concentrarse en ese caos, se divierte el coreógrafo.
El eclecticismo de Platel se evidencia en algunas otras actitudes irreverentes,
como el hecho de nombrar a su compañía en idioma francés
(Les Ballets C. de la B.), en los 80, un período de violento
nacionalismo belga. Fue en ese momento en que, llevado por puro interés
y sin ninguna escuela previa, juntó a amigos y parientes (incluyendo
su hermana Pascale, quien luego se independizó y fundó su
propia compañía) para hacer un teatro diferente, y formar
parte de la escena independiente de Gent, su ciudad natal en la que aún
vive y trabaja, y desde la cual fue nombrado hace cuatro años Embajador
Cultural de Flandes. Gent es muy particular, tiene mucha carga histórica
y un fuerte movimiento cultural. En ese momento se abrieron muchas salas
under. Era muy excitante, con una fuerte impronta caótica y mucho
uso de la cultura popular occidental. En principio formé el grupo
con no profesionales por las dificultades económicas. Ningún
bailarín profesional hubiera aceptado trabajar sin cobrar. Luego
eso mismo se convirtió en un principio artístico: mezclar
gente de diversas procedencias. A los profesionales a veces les cuesta
enfrentarse a un niño, a un médico, un plomero o un fabricante
de quesos. Tienen miedo de perder en la comparación, concluye.
Si bien Platel aclara que hay algunos miembros del grupo que están
desde hace diez años, el compromiso individual se renueva obra
a obra, ya que el material de trabajo es absolutamente personal. En
el caso de Iets op Bach los disparadores fueron dos: la música
que escuchamos por toneladas hasta elegir la definitiva, y un solo que
cada uno debía traer. También jugamos a que cada uno sería
líder por un día y haría su propuesta al grupo. Así,
uno propuso ir a ver espectáculos porno, otro hacer una salida
al campo, comenta Platel. Otra muestra de su eclecticismo y su pertenencia
a la generación del 80 es la incorporación de elementos
pop: en Iets op Bach también suena Prince. Me gusta desafiar
las convenciones, como que uno no debería usar a Madonna en danza
contemporánea. Pero si encontrás algo que se siente muy
bien, ¿por qué no usarlo? En el período de improvisación
todo es válido, sonidos, objetos, movimientos. Luego todo entra
en un mecanismo de relojería y sería muy peligroso físicamente
que la gente semoviera de esos patrones. Pero cada uno tiene un solo en
el que puede improvisar, aclara el artista, al que no le gusta ser
llamado coreógrafo sino compositor escénico, y que cede
el crédito de coreografía a los bailarines. Nunca
tuve ambiciones de ser coreógrafo, siempre lo hice por diversión,
pero las cosas se desarrollaron en otra dirección, se ríe.
Caratulado como un barroco que gusta de yuxtaponer más elementos
de los que la percepción del público puede captar, Platel
aclara: La gente piensa que puede ver menos de lo que en realidad
es capaz. Es asombroso lo que la percepción humana abarca. Es verdad
que pasan muchas cosas al mismo tiempo, pero nunca tuve quejas. Nadie
pidió que le devuelvan el dinero.
Ultima parte de la trilogía sobre música barroca que inició
con Cómplice, sobre piezas de Purcell por una orquesta de 10 acordeones,
y Bonjour Madame, comment allezvous, il fait beau, iva sans doute
pleuvoir, sobre una ópera de Haendel, Un poquito de Bach cierra
un período luego del cual Platel planea tomarse un descanso. A
la pregunta de cuáles son sus referentes coreográficos,
Platel contesta con un diplomático: Respeto a todos mis colegas
de Flandes, pero en realidad no voy mucho al teatro en este momento, me
gusta más ir a museos y galerías de arte.
LAS
TENTACIONES DE LO ATIPICO, POR LA COMPAÑIA ILOTOPIE
Unos franceses raros en la Recoleta
Por Cecilia Hopkins
Fundada hace veintiún
años, la compañía francesa Ilotopie se ha especializado
en lo que ellos definen como intervenciones artísticas del
espacio público, esto es, el diseño de actividades
afines al teatro en lugares no convencionales, en forma de espectáculos
ambulatorios. Para esto cuentan con un equipo formado por artistas provenientes
de diversas disciplinas. Inventamos números a escalas de
las ciudades, puestas en escena sin un hilo narrativo porque, de historias,
el público está cargado, escribieron los directores.
No obstante, la compañía ya había adelantado que
uno de los temas a desarrollar serían algunos de los clichés
de la cultura francesa. Con el objetivo adicional de invitar al
público a vivir utopías, secundados por 18 actores
argentinos, los franceses concretaron un espectáculo muy poco creativo,
con tentaciones que lucieron muy poco tentadoras.
En realidad, el solo hecho de permanecer las dos horas que duró
el recorrido ambulatorio por la terraza del C. C. Recoleta,
salas y pasillos adyacentes hubiese debido habilitar un premio, tal era
la falta de interés que generaban los núcleos donde se producía
este teatro de la proximidad. De hecho, fueron muchos los
que abandonaron el lugar tras una rápida ojeada (la entrada libre
colaboró en su decisión). Por un exceso de confianza en
la propuesta, no se permitió a la gente seguir ingresando para
que se renovara en número. De este modo, llegó un momento
en que el grupo de espectadores era muy pequeño en relación
con la amplitud del lugar, con lo cual fue imposible crear el menor clima
de celebración. Lo que más nucleó a la gente fue
la sopa de cebollas (otro clásico de la cultura gala) que se cocinaba
en un caldero. Aunque fueron contadas las personas que aceptaron colaborar
en su preparación, todos los que se quedaron hasta el final tomaron
su platito, mirando un desabrido sketch en el que tres franceses entraban
y salían de sendas puertas de utilería, en un pobrísimo
remedo de teatro de Boulevard.
Otros personajes que intentaron amenizar la velada fueron un conferencista
que, según se dijo, parodiaba a Lacan mientras lo cubrían
con espuma de poliuretano; un campesino que roturaba la tierra como si
estuviese fornicando y un náufrago semidesnudo que tomó
una ducha de purpurina en la terraza. Una pareja también casi sin
ropas se paseaba por el lugar después de que la gente pegara fideos
con forma de letras en sus cuerpos. Inexplicablemente, el número
de la bailarina que hacía sus evoluciones adhiriendo su anatomía
a una tela elástica no logró un horario central, ya que
coincidió con el momento en que se repartió la sopa. De
todas formas, ahí estaban los muchachos de seguridad del Recoleta,
que no se perdieron detalle.
Actividades para hoy
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15.00: Por favor, sangra (Danza). Idea y dirección
de Gustavo Lesgart. Un monstruo. Coreografía de Gerardo Litvak.
En el C. C. San Martín, Corrientes 1551. Gratis.
17.00: Hermosura. Por El Descueve. Dirección Carlos
Casella y Ana Frenkel. En La Trastienda, Balcarce 460. Gratis.
18.00: Entrega del Premio Germán Rozenmacher de Nueva
Dramaturgia. En el C. C. Ricardo Rojas, Corrientes 2038. Entrada libre.
19.00: La escala humana (foto). Dirección de Javier
Daulte, Rafael Spregelburd y Alejandro Tantanian. En Teatro Callejón,
Humahuaca 3759. Gratis.
20.00: Körper. Por la Compañía Schaubühne
am Lehniner Platz. (Alemania). Coreografía y dirección
de Sasha Waltz. En la Sala Martín Coronado del Teatro San Martín,
Corrientes 1530.
20.30: : Roger Hanschel y Auryn Quartett. (Alemania). En el
Centro Experimental del Teatro Colón, Pje. Toscanini 1180.
21.00: Noches brasileñas. Programación con músicos
brasileños y argentinos. En el Teatro Regio, Av. Córdoba
6056.
22.00: Extra Dry. Por Emio Greco & PC (Holanda). Coreografía
de Emio Greco y dirección de Pieter C. Scholten. En el Teatro
Nacional Cervantes, Libertad 815. |
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