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“Ya he convocado a las Fuerzas
Armadas para que se preparen”

De la Rúa hizo el anuncio ayer. En la avanzada oficial para que los militares vuelvan a hacer inteligencia, Jaunarena dijo que reglamentará la Ley de Defensa y reestructurará las FF.AA.

De la Rúa y Jaunarena. El ministro de Defensa abrió un debate que estaba cerrado en la Argentina.

El Gobierno parece cada vez más decidido a avalar la intención de los militares de replantear su rol en las tareas de inteligencia interna. “Como comandante de las Fuerzas Armadas las he convocado para que se preparen a prestar colaboración” en la lucha contra el terrorismo, aseguró ayer Fernando de la Rúa, que el día anterior había instruido al ministro de Defensa, Horacio Jaunarena, para que asista al Congreso y evalúe si es necesario adecuar la legislación para que los militares ayuden a combatir el terrorismo. Entusiasmado, ayer Jaunarena sostuvo que el año que viene se concretará una “reestructuración” de las Fuerzas Armadas. Y agregó: “Vamos a avanzar en la reglamentación de la ley de Defensa y luego veremos si hay algunos otros mecanismos legales que se puedan también estudiar”.
La ofensiva militar por ampliar sus funciones comenzó tres días después de los atentados en los Estados Unidos. Con el argumento de que el terrorismo borra la fronteras entre seguridad interior y exterior, los militares presionan, cada vez más abiertamente, para participar de lucha contra la nueva amenaza mundial.
Fiel a su estilo, De la Rúa optó por no definirse del todo, aunque cada día parece inclinarse un poco más a favor de la voluntad de las Fuerzas Armadas. El lunes dijo que los militares deberían ocuparse de combatir el terrorismo, aunque aseguró que esto no implicaría habilitarlos para realizar inteligencia interna. Al día siguiente, en la reunión de gabinete, dio instrucciones a Jaunarena para que se reúna con las comisiones de Defensa y Seguridad y comience a analizar si es necesario cambiar o no las leyes que –hasta ahora– prohíben expresamente a los militares participar en seguridad interior.
Ayer, el Presidente fue aún más explícito. “Estamos frente a ataques exteriores y como comandante de las Fuerzas Armadas he convocado para que se preparen a prestar colaboración”, aseguró. Sin embargo, agregó “no es seguridad interior sino exterior, considerando que el terrorismo es ataque exterior”. De la Rúa formuló estas declaraciones antes de partir a Corrientes, donde se reunió con los jefes de la Policía Federal, Rubén Santos, de la Gendarmería, Hugo Miranda, y la Prefectura, Juan Beltriti.
Por su parte, Jaunarena sostuvo que el Gobierno va a avanzar en “la reglamentación de la ley de Defensa” y que también podrían estudiarse otros mecanismos legales. También dijo que se reestructurarán las Fuerzas Armadas, aunque no aclaró cómo. El argumento es siempre el mismo: “una amenaza como el terrorismo, que tiene vinculaciones internas y externas, debe ser respondida con servicios de inteligencia articulada. Las nuevas necesidades de estos tiempos que estamos viviendo requieren una acción integral”, explicó. Cuando le preguntaron si esto implicaría que los militares recuperen sus antiguas funciones de inteligencia interna, Jaunarena se limitó a afirmar que “en este momento no se viabilizó” y que “de lo que se trata es de articular todo el sistema”.
La decisión está reservada al Congreso, que en última instancia debe decidir si modifica o no las leyes. En principio, en las comisiones la opinión mayoritaria sería contraria a la voluntad de Jaunarena: los representantes del ARI, del Frepaso y la mayoría de los radicales se oponen, al igual que algunos sectores del PJ. El jefe de la Comisión de Defensa, el radical Fernando Montoya, sostuvo ante Página/12 que el rol militar “es defender la integridad del territorio desde las fronteras del país hacia fuera y no hacia adentro” y que se opone a cambiar las leyes.
En el Senado el panorama es similar. “La intención de los senadores es no modificar nada”, sostuvo Carlos Corach, presidente de la Comisión de Defensa del Senado. La presidenta de la comisión bicameral de Fiscalización de los Organos y Actividades de Seguridad Interior e Inteligencia, Beatriz Raijer, aclaró que tampoco está a favor de incorporar al debate sobre el rol de militares y fuerzas de seguridad.
Más allá de las declaraciones, el Gobierno viene haciendo todo lo posible por demostrar que no se queda de brazos cruzados ante el nuevoescenario internacional, a tal punto de reabrir un debate que parecía definitivamente cerrado.

 

OPINION
Por Ciro Annicchiarico*

Duhalde y la seguridad

Duhalde habla otra vez de seguridad (Página/12, 26/9/01). “Hay que convocar a los militares, quienes deben garantizar la seguridad interna, modificar las leyes de Seguridad y de Defensa Nacional”, aun a sabiendas, según insólitamente admite, de lo que hicieron en los años ‘60 y ‘70. Gendarmería Nacional no está en condiciones, dice, porque “está metida en temas internos”.
Los vaivenes conceptuales de Duhalde son desconcertantes. Cercano al final de su gobernación propuso que Gendarmería se hiciera cargo de la seguridad provincial frente a la ineficiencia de su policía. En 1996 la Bonaerense era la mejor policía del mundo, y después, ante la dura realidad, en 1997 impulsó “una profunda reforma del sistema policial y procesal bonaerense”, pero mantuvo al discutidísimo Alberto Piotti como secretario de Seguridad. En setiembre de ese año los golpes de la realidad “Bonaerense” lo llevaron a “una reforma a fondo de la estructura policial” y echó a su mejor jefe, Pedro Klodzyck. Puso a Vitelli y a Domingo Lugos como subjefe. Echó después a Piotti y quiso nombrar en ese cargo al comisario Marcelo Ferreyra, que parece era “el mejor”. Pero no pudo siquiera designarlo porque trascendió que los “méritos” de Ferreyra habían sido como promotor de persecuciones ideológicas. Y a Lugos más tarde se le descubrió su afán por construirse un bunker en plena jefatura, con costosísimos decorados, baño en suite con yacuzzi, etc. En noviembre del mismo año Duhalde firmó, con quien era presidente de la Corte, Dr. Pisani, y el entonces subprocurador general Dr. Nolfi, un convenio creando una Comisión (Brown, Pettigiani, de Lázzari, Nolfi) para “coordinar acciones para afrontar las deficiencias investigativas que ofrecía la Bonaerense”. Nadie supo jamás qué hizo esa Comisión.
Para diciembre se había olvidado de la Comisión y pidió apoyo para intervenir la Bonaerense y reformular toda la seguridad provincial. Dijo “es necesaria una verdadera política de Estado”. La oposición le creyó y con su apoyo creó el Instituto de Política Criminal y Seguridad. En 1998 creó la Unidad Ejecutora de Reequipamiento de Seguridad, y dijo “es para transparentar y racionalizar la adquisición del equipamiento necesario”. Pero siguió efectuando adquisiciones en forma directa. En julio se olvidó de la “política de Estado” cediendo ante otros intereses, poniendo en evidencia que su convicción al respecto era tan firme como otros eslóganes de sus discursos. Después propuso que “pensemos en la pena de muerte”, incurriendo en una contradicción flagrante con el espíritu central de la reforma que él mismo había encabezado. Más tarde en vez de cumplir las leyes que él mismo impulsó de organización de una policía profesional y científicas, acordó con Menem en que tenían que venir a la provincia los gendarmes... ¡Que ahora dice que no están en condiciones, y se pone de acuerdo con Jaunarena en reclamar la vuelta de los militares! Duhalde, en verdad, ¿qué demonios es lo que usted propone?
Creo que una de las más importantes causas de la inseguridad que sufrimos los bonaerenses y los argentinos, derivada de la criminalidad interna y del terrorismo externo, son los gobiernos que tenemos, signados por la ineptitud y por el carácter errático y puramente especulativo de las decisiones que se toman, cuyo único objetivo no es lo que necesita la gente, sino perpetuarse en los cargos, de lo cual Duhalde es un ejemplo palmario.

* Abogado penalista. Ex miembro del Instituto de Política Criminal y Seguridad de la Provincia de Buenos Aires –1998– y de la intervención a la ex Policía Bonaerense.

 

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