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“Bush quiere quemar nuestro país,
así que le quemamos su embajada”

Tropas talibanas y de la opositora Alianza del Norte sostuvieron ayer fuertes combates en esa parte del
país, en medio de signos de creciente autoconfianza del gobierno, que permitió la quema de lo que fue la sede de la embajada norteamericana en Kabul.

La Alianza del Norte defiende sus posiciones de montaña cerca de
las alturas de Salang.

Por Luke Harding
Desde Islamabad

Miles de jubilosos manifestantes talibanes atacaron ayer la difunta embajada norteamericana en el centro de Kabul, incendiando varios automóviles y un edificio anexo antes de rasgar simbólicamente el gigante sello de Estados Unidos del complejo. En la mayor manifestación desde que Afganistán fuera amenazado de ataques hace dos semanas, la multitud lanzó piedras contra la entrada de la embajada antes de tirar abajo una pared. Mientras el humo salía de la Cancillería, las fuerzas de seguridad talibanas hicieron un semiintento de dispersar a la multitud. Antes, los manifestantes, algunos armados con ametralladoras viejas, habían marchado por las calles de Kabul gritando cánticos antinorteamericanos, incluyendo “Larga vida a Osama” y “Abajo Estados Unidos”. Los últimos diplomáticos norteamericanos salieron de la embajada en 1989. “Hicimos un buen trabajo –dijo Hafiz Ullah de 30 años, dueño de un negocio–. Estados Unidos quiere quemar nuestro país, así que nosotros quemamos su embajada”.
La ruidosa manifestación de ayer, que fue oficialmente aprobada, se produjo en medio de señales de creciente confianza entre los seguidores talibanes, mientras la esperada ofensiva norteamericana no se materializaba. Habiendo huido muchos afganos, gran parte de Kabul está desierta. Pero algunos negocios y oficinas están reabriendo. “Somos la gente de Kabul. Estamos listos para la Jihad”, gritaban los manifestantes, antes de quemar una bandera norteamericana y una gran efigie del presidente George W. Bush. En el norte de Afganistán, donde la lucha se encarnizó en los últimos días, los talibanes afirmaron haber recapturado un distrito clave en las escarpadas montañas de la provincia de Balkh. “La hemos recuperado,” dijo Mullah Abdul Salam Zaeef, el embajador talibán a Pakistán, refiriéndose a Zari, un área perdida a la oposición durante el fin de semana.
Mohammed Ashraf Nadeem, un vocero de la oposición, confirmó que ambos lados habían estado trabados en una dura lucha, usando artillería, lanzadores de cohetes, tanques y ametralladoras. Los talibanes movilizaron 3.000 tropas desde Kandahar, los cuarteles sureños de sus milicias, para defender sus territorio existentes, dijo. Antes, el jefe militar de la oposición, general Rashid Dostum, confirmó que los talibanes habían lanzado una contraofensiva, evitando que los combatientes opositores marcharan sobre Mazar-i-Sharif. La ciudad, la más grande en el norte de Afganistán, está a solo 40 millas de la frontera con Uzbekistán, donde las fuerzas de Estados Unidos están listas para actuar.
“La lucha es muy violenta –dijo el general Dostum–. Los talibanes reunieron un gran número de tropas para detener nuestras victorias. Hasta ahora no ha tenido éxito.” El general, de origen uzbeko, controló Mazar-iSharif hasta 1998, cuando los talibanes lo expulsaron. Si la oposición logra retomarla, los norteamericanos podrían usar el enorme aeropuerto de la ciudad, construido por los soviéticos, como base para una ofensiva. La Alianza del Norte lanzó una serie de ofensivas en las últimas dos semanas en un intento de aprovechar el aparente desorden talibán. Pero las fuerzas talibanas, que controlan el 95 por ciento de Afganistán, han ofrecido una feroz resistencia. Parece improbable que los ataques aéreos norteamericanos contra las posiciones talibanas sean suficientes para permitirle a la oposición atacar desde su angosta base en el valle de Panjshir y avance sobre Kabul, 50 millas al sur. Según la agencia islámica de prensa afgana, los combatientes talibanos también recapturaron Qadis, un distrito en la remota provincia occidental de Badghis, después de cuatro horas de lucha violenta el martes. El distrito había caído brevemente a manos de tropas leales a Ismail Khan, el ex gobernador de Herat. Khan, que escapó de una cárcel talibana a comienzos del año pasado, entró nuevamente a Afganistán en junio. Ahora está tratando de retomar Herat, que los talibanes tomaron en 1995. Pero en otras partes de Afganistán había crecientes señales que el dominio de los talibanes está debilitándose lentamente. Varios ex comandantes mujaidines, que previamente estaban del lado de los talibanes, ahora se dice que están al borde de cambiar de lado. En Paktia, la pequeña provincia del sudeste que limita con Pakistán, se dice que la población local está muy cerca de una revuelta abierta. Después de un largo intervalo, los locales en Paktia parecen haber comenzado a celebrar casamientos y otros eventos al son de tambores nuevamente. También están escuchando música en cassettes y radios, una flagrante brecha de uno de los primeros edictos del talibán que prohibía todo canto no religioso. “La población se siente un poco más relajada”, dijo una fuente. Atribuyó el cambio de ánimo a la perspectiva de un regreso del exilio del anciano rey de Afganistán, Zahir Shah.

 


 

MUSHARRAF EMPIEZA A ALEJARSE DE EE.UU.
Con aliados como Pakistán...

Por Rory McCarthy
Desde Islamabad

Anoche comenzaron a aparecen grietas en el apoyo de Pakistán a Estados Unidos, a medida que crecían las dudas sobre los planes norteamericanos para usar las fuerzas de la oposición de Afganistán para derrocar al régimen talibán. La preocupación clave de Islamabad radica en los planes de Washington para reemplazar a los talibanes con líderes extraídos de las minorías étnicas en la opositora Alianza del Norte. Pakistán ve a la alianza como un enemigo y un aliado de la India, su rival de larga data en el subcontinente. En cambio, Pakistán quiere moderados del régimen talibán, que provienen de la mayoritaria tribu Pashtun, para formar el núcleo de cualquier gobierno afgano, una proposición que Washington puede hallar inaceptable.
“Creo que Pakistán estaría muy molesto si el régimen talibán cae y luego el gobierno que llega al poder está dominado por la Alianza del Norte,” dijo Talat Masood, un general retirado y amigo cercano del general Pervez Musharraf, el gobernante de facto de Pakistán. El martes, el canciller pakistaní Abdul Sattar advirtió a los norteamericanos que “no trataran de imponer un gobierno” en Afganistán. Los analistas militares occidentales están convencidos de que la poderosa agencia de inteligencia militar de Pakistán ha provisto dinero y asesoría militar a los talibanes en los últimos siete años. Al mismo tiempo, la Alianza del Norte fue apoyada por India, Rusia e Irán. “Los paquistaníes han apoyado a líderes terribles en el pasado y no hay razón para que sea distinto ahora”, dijo un diplomático occidental en Islamabad.
Islamabad está preocupada porque Washington no está buscando la aprobación de la ONU para una operación militar y tiene sólo un apoyo limitado del mundo musulmán, lo que incluye a Arabia Saudita. “Si quieren el apoyo del general Nusharraf y el apoyo de esta región, es importante conseguir el respaldo de la ONU –dijo el general Masood–. Pero si es sólo Estados Unidos entonces se hace muy difícil”.
Fuentes militares en Islamabad dicen que Pakistán acordó abrir su espacio aéreo a los aviones de combate de EE.UU., pero es mucho más renuente a permitir que sus tropas se estacionen allí. También existe preocupación de que las futuras operaciones norteamericanas contra los grupos terroristas pueda tomar como blancos alas muchas organizaciones militantes en Pakistán que luchan contra el ejército indio en Kashmir. Uno de los grupos militantes más importantes, Markat ul-Mojahedin, fue puesto esta semana por Estados Unidos en la lista de los grupos terroristas.
Como retribución por el ofrecimiento de apoyo militar a cualquier ataque sobre los talibanes, el ministro de finanzas de Pakistán espera grandes recompensas económicas. Ahora hasta estas esperanzas son menores. El mayor incentivo fue que un gran préstamo del Fondo Monetario Internacional, que ha estado en espera durante varias semanas, sería aumentado y firmado rápidamente. Pero Anne Krueger, la primera vicedirectora gerenta del FMI, aparentemente desestimó aumentar la cantidad del préstamo. Dijo que la cifra sería considerablemente menor que los 2500 millones de dólares, una cifra que se manejó antes del ataque al World Trade Center.
Mientras tanto, por lo menos 15 personas resultaron heridas en Karachi ayer, cuando hombres armados abrieron fuego y tiraron una granada contra la única manifestación política antiterrorista hasta ahora.

 

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