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COMO ES VOLAR EN EE.UU. DESPUES DE LOS ATENTADOS DEL 11
Ríndanse, están rodeados de inútiles

Los poderes represivos que busca el FBI son temibles, pero la seguridad en los aeropuertos sigue siendo tan mala como antes, como comprobó un enviado de Página/12 en un vuelo Nueva York-Washington.

Los nuevos �Air Narshalls� en un ejercicio de tiro con fuego real en una base en Nueva Jersey.

Por Gabriel A. Uriarte
Desde Washington

El debate acerca de si Estados Unidos se transformó en una sociedad de vigilancia total cobra un aspecto fantasmal, o de pantomima, cuando se realiza el viaje desde el aeropuerto La Guardia de Nueva York al Dulles International en Washington D.C. Este vuelo deja la duda acerca de exactamente qué se está debatiendo, a qué se refería el secretario de Transporte Norman Mineta cuando decía que “los norteamericanos tendrán que habituarse a mayores limitaciones sobre su libertad de movimiento”, o cuáles eran los planes que la coalición de derechos civiles norteamericana, la ACLU, advertía que el FBI puso en marcha para convertirse en el gran panóptico de Estados Unidos. Claro, esos planes todavía no se aprobaron, pero sorprende comprobar que, entretanto, todo sigue más o menos igual. Por ejemplo, hay más “personal de seguridad” que lo que se veía antes del 11 de setiembre, pero son de la misma categoría de empleados que, según se reveló tras el atentado, cobran menos que en McDonald’s. En un par de controles internacionales hay un agente del servicio de aduanas, pero eso es todo: no hay ni soldados, ni policías estatales, ni agentes con siglas del FBI vigilando y castigando a los pasajeros del shuttle Nueva York-Washington. En verdad, no hay mucho que vigilar o castigar. La cantidad de pasajeros disminuyó drásticamente tras el atentado, por lo que los aviones vuelan prácticamente vacíos.
El personal de los aeropuertos puede temer a Osama bin Laden, pero es obvio que le temen mucho más a la posibilidad de despidos por redundancia o recortes. Hasta ayer más de 134.000 asalariados de las compañías de aviones y aeropuertos habían perdido su empleo, la mayoría sin indemnización, y esta masacre isabelina pesaba mucho más sobre los sobrevivientes que la posibilidad de que Osama bin Laden apareciera para registrar sus valijas. “Está todo muy mal... Ya despidieron a mucha gente y no sé cuándo me va a tocar a mí”, contó deprimido un guardia en Nueva York. Los planes que maneja el gobierno de George W. Bush prevén la federalización de los aeropuertos, con la creación de una policía aeronáutica especializada o su traspaso a las Fuerzas Armadas. En cualquier caso, quienes trabajan hoy en los aeropuertos están bajo sentencia suspendida.
Pero no tienen descanso. Al contrario, se les ordenó trabajar más horas para aumentar la cantidad de guardias visiblemente de servicio y crear así una impresión de mayor seguridad. También se implementaron una serie de reformas apresuradas que incrementan exponencialmente el trabajo que deben realizar. Todas las valijas en el espigón de toda una línea aérea, por ejemplo, deben ser revisadas por rayos X en un sólo cuarto central armado con paneles, obligando a los guardias a hacer constantes viajes de ida y vuelta cargados con valijas. “Se me están cayendo los brazos, estuve todo el día así”, cuenta un reciente inmigrante de la República Dominicana. Registradas las valijas, hay que atravesar el puesto de control para las personas, pero aquí las cosas tampoco son muy distintas a como eran antes. Ahora hay que vaciar completamente los bolsillos, y artículos tales como cortauñas o sacacorchos serán confiscados. Pero los medios para comprobar la presencia de armas siguen siendo los detectores de metales tradicionales, y éstos constituyen la primera y última barrera antes de entrar al avión.
Una vez dentro, uno se emancipó del Gran Hermano norteamericano. Puede que alguno de los pasajeros sea uno de los muy pocos policías que viajan de incógnito (los “Air Marshalls”), pero si había alguno en el vuelo de ayer a Washington, éste adoptó disfraces tan ingeniosos como el de unaanciana con el pelo teñido o un hombre más bien bajo de cincuenta años intentando sin éxito operar el teléfono del avión. Sea quien haya sido, habría representado un 10 por ciento del total de pasajeros, por lo que no tenía demasiado que vigilar. En común con sus colegas en tierra, el personal de a bordo no temía tanto un nuevo atentado como el despido. No había miradas suspicaces, ni tensión en las voces, ni señales en código a través del avión. “Oí que están despidiendo gente sin indemnización por una cláusula de emergencia”, explicó una de las azafatas: “Yo trabajé aquí por 20 años, y no sé qué haría si me echan a la calle sin nada”.
Quizá el cambio más interesante que se puede notar, como indicador de la transformación que Osama bin Laden surtió sobre la sociedad norteamericana, es que ahora ya no desea a los pasajeros “un buen día” luego de aterrizar, sino “un día seguro”. Estos buenos deseos sólo podían ser eso, buenos deseos. Hay poco que los respalde visiblemente. Al llegar a destino, sólo se ven los mismos guardias part-time, asesorados aquí y allá por un agente de aduana. No hay puestos de control militar, ni barreras de cemento, ni retenes en las carreteras, ni siquiera unidades de perros K-9. Lo único que se ha interpuesto entre los dos lugares donde ocurrieron los peores ataques del 11 de setiembre es un sólo retén de agentes mal pagos, cansados y desmoralizados. En total, penetrar la capital del imperio y el centro de la nueva guerra total contra el terrorismo insume menos de una hora.

 


 

UNA POPULARIDAD QUE CRECIO CON LA CATASTROFE
Rudy Giuliani va por la re-re

Por Michael Ellison,
Desde Nueva York

Rudy Giuliani dio ayer por la noche la señal más clara de que hará todo lo que pueda para cambiar la ley y así presentarse nuevamente a las elecciones por la alcaldía de Nueva York. El Sr. Giuliani dijo que “estoy abierto a la idea aunque no sé todavía cuál es el camino o el modo correcto de llevarla a cabo”. La ley electoral restringe a dos períodos las posibilidades para ocupar el puesto de alcalde. Giuliani cumplirá el segundo al finalizar este año, pero su manejo de la crisis en el World Trade Center persuadió a muchos de la idea de que continúe en sus funciones.
Los primeros cómputos de las elecciones primarias mostraron lo esperado: Mark Green, va a disputarse la postulación demócrata en una segunda vuelta con Fernando Ferrer, que quiere ser el primer hispano en ocupar el cargo; mientras que el multimillonario Michael Bloomberg pasó a ser la esperanza de los republicanos para las elecciones del 6 de noviembre. Un sondeo mostró que el Sr. Giuliani, un republicano, podría derrotar a cualquiera de los candidatos.

 

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