Por David Cufré
Cuando el Mercosur atraviesa
una crisis que amenaza con hacerlo desaparecer, la Unión Industrial
Argentina lanzó ayer una propuesta tan audaz como controvertida:
suspender la integración regional hasta nuevo aviso. A través
de un comunicado, la central fabril planteó la necesidad de que
Argentina tenga las manos libres para defenderse de la devaluación
del real, aplicando aranceles, salvaguardias y demás medidas de
política comercial a las importaciones desde Brasil. La sugerencia
es que durante un tiempo indefinido el acuerdo de libre comercio
quede cancelado. Una recomendación semejante de la principal gremial
empresaria de los sectores de la producción parece, en una primera
lectura, un empujón en la espalda a un Mercosur que mira al precipicio.
Sin embargo, en la UIA juran que la intención es totalmente la
opuesta. Suspender el Mercosur para asegurar su futuro, se
titula de hecho el comunicado, que llama a preservar y fortalecer la integración
regional.
Suspender el Mercosur no es renunciar a él. Por el contrario,
la realidad mundial confirma el destino común de Argentina y Brasil,
sostiene el documento desde el arranque. Y en cada párrafo vuelve
a ratificar la voluntad integradora (ver recuadro aparte). Tanta insistencia,
casi redundante, es porque en la UIA conocían perfectamente los
riesgos de la jugada. El primero: que se entienda como un ataque contra
el Mercosur, cuando afirman- el objetivo es sacarlo del pantano.
El presidente de la central fabril, José Ignacio de Mendiguren,
enfatizó en diálogo con Página/12 que buscamos
salvar al bloque, no romperlo. No estamos ni con quienes quieren
desarmar al Mercosur para ir al ALCA ni con quienes miran para otro lado
y hacen como que no pasara nada, agregó, aludiendo a lo que
en la UIA se identifica como las posturas de Domingo Cavallo rupturista
y de Adalberto Rodríguez Giavarini negadora.
¿En qué consiste puntualmente la propuesta? preguntó
este diario a De Mendiguren.
Queremos que se suspendan las preferencias arancelarias, pero seguir
negociando juntos con Estados Unidos y la Unión Europea. Ignorar
el perjuicio que nos ocasiona la devaluación del real no tiene
sentido.
¿La suspensión tendría algún plazo?
No está definido. Es un tema para conversar. Podrían
ser seis meses o el tiempo que haga falta para coordinar políticas
macroeconómicas. Queremos que se tenga en cuenta la experiencia
de la Unión Europea, donde desde un principio se determinó
que ante devaluaciones descontroladas de alguno de los miembros, los demás
podían aplicar medidas compensatorias.
De Mendiguren partió ayer a la tarde hacia Lima, adonde se realizará
un encuentro de las Organizaciones Empresarias Latinoamericanas. Allí
le explicará la propuesta de la UIA a los dirigentes de la poderosa
Confederación Nacional de la Industria brasileña, buscando
consensuar una posición. Aunque ya hubo algunos contactos entre
las entidades, no será fácil que los industriales brasileños
acepten la suspensión del Mercosur. Una de las formas en que ellos
amortiguan los problemas económicos internos expresados en
la devaluación del real es aumentando sus exportaciones a
la Argentina.
Durante las últimas semanas, los sectores fabriles más castigados
por la suba de las compras a Brasil expresaron su desesperación
a las autoridades de la UIA. La presión fue creciendo al mismo
ritmo que la devaluación del real. Empresarios de los rubros textil,
indumentaria, calzado, maderero, gráfico, metalmecánico,
siderúrgico y algunos de la alimentación, entre otros, exigieron
tomar acciones urgentes. Y en la masiva reunión de Junta Directiva
de anteayer, se resolvió proponer la suspensión del Mercosur.
Además del reclamo de las bases, fue determinante como ocurre
habitualmente la postura del Grupo Techint. Una de sus empresas
insignia, Siderar, viene perdiendo terreno en la competencia con sus competidoras
brasileñas y corre riesgos de perder clientes tanto aquícomo
allí. Siderar ex Somisa es productora de chapas para
autos y para la construcción.
Más allá de las cuestiones internas en la UIA, sus dirigentes
están convencidos de que si no se hace algo para frenar la crisis
del Mercosur, su destino de fractura está cantado. Y entienden
que lo único que se puede hacer es poner la integración
en el freezer hasta que los socios resuelvan sus respectivas crisis. Está
visto que la Argentina y Brasil no han podido coordinar sus política
macroeconómicas. Mientras ello no ocurra, la inviabilidad de la
integración será un hecho que provocará la ruptura
definitiva, más allá de los deseos u opiniones, sacrificando
un destino común, sostiene el comunicado.
La lectura política que hicieron en la central fabril es que Cavallo
está propiciando la desaparición del Mercosur, para avanzar
hacia un acuerdo de integración con Estados Unidos. De hecho, la
UIA defiende la continuidad del Arancel Externo Común (AEC) del
Mercosur, mientras que el ministro ya confesó que quiere acabar
con la Unión Aduanera. Esto es porque busca bajar los aranceles
para las importaciones de extrazona, todo lo contrario a lo que reclama
la UIA. Aunque estén en veredas opuestas, la idea de la central
fabril de suspender el Mercosur puede convertirse en un apoyo involuntario
a Cavallo para que termine con el bloque.
De Mendiguren explicó la visión de la entidad empresaria
a sindicalistas de las dos próximamente una CGT y a
hombres cercanos a Raúl Alfonsín y Eduardo Duhalde. También
se lo anticipó al jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, quien le
dio un guiño para que avanzara. Y ayer, antes de partir hacia Perú,
se habría comunicado con Cavallo y con el vicecanciller Horacio
Chighizola. Todo ello para salvar al Mercosur, objetivo para el que la
UIA hizo una apuesta arriesgada, con final incierto.
Paños fríos
de Giorgi y Martínez
La secretaria de Comercio, Débora Giorgi, dijo ayer estar
plenamente convencida de que el Mercosur superará sus
asimetrías macroeconómicas y afirmó que
ve voluntad en todos los Estados-parte para superarlas.
En diálogo con la prensa, Giorgi evitó extenderse
sobre los conflictos que atraviesa el bloque, motivados principalmente
por el arancel externo común (AEC) y la desigualdad cambiaria
entre Brasil y Argentina. Menos optimista se mostró el secretario
de Empleo y Pymes, Enrique Martínez, quien afirmó
por su parte que la disparidad cambiaria genera dificultades
enormes en la relación y agregó que, para ser
resueltas, las negociaciones no deben tratarse como una puja
pública entre funcionarios de los dos países.
Al Mercosur hay que tomarlo como un proyecto estratégico,
afirmó Martínez, y añadió que para eso
hay que calmarse en las negociaciones, porque el gobierno
brasileño no está devaluando para sacar ventajas
comerciales, sino por la presión del sistema financiero.
Esto es lo opuesto a lo que piensa Domingo Cavallo, quien había
afirmando que el gobierno brasileño alienta la devaluación.
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EE.UU.
SE ACERCA A LATINOAMERICA
Vía más rápida que nunca
Legisladores demócratas
y republicanos se pusieron de acuerdo para otorgar al Poder Ejecutivo
estadounidense la reclamada Autoridad de Promoción Comercial (TPA
por sus siglas en inglés), conocida anteriormente como vía
rápida (fast track). Este mecanismo permitirá al gobierno
de George W. Bush establecer acuerdos de libre comercio con terceros países
sin que puedan ser modificados posteriormente por el Poder Legislativo.
Los representantes estadounidenses parecen haber sido sensibles al reciente
reclamo del secretario de Comercio, Robert Zoellick, quien consideró
que tras los recientes atentados suicidas era el momento de impulsar
los valores que nos definen contra nuestro adversario, y el
libre comercio es uno de ellos. Así, la demanda de una rápida
sanción de la TPA fue invocada como un instrumento para la lucha
contra el terrorismo.
El acuerdo entre legisladores de ambos partidos en la Cámara baja
podría despejar el camino para devolverle a la Casa Blanca por
primera vez en siete años la autorización para negociar
tratados comerciales de manera expedita, entre ellos el Area de Libre
Comercio de las Américas (ALCA). Tenemos un acuerdo bipartidista
sólido y razonable sobre la Autorización de Promoción
Comercial, expresó un portavoz del Congreso.
La resolución se produce en momentos de máximo debilitamiento
del Mercosur y mientras Chile busca mantener activa la negociación
para un Tratado de Libre Comercio en la agenda de Estados Unidos. Las
intensas negociaciones para el acuerdo del vecino país se iniciaron
a fines del 2000 y el presidente George W. Bush les dio un espaldarazo
este año con la intención de concluirlas en diciembre. Pero
los ataques en Washington y Nueva York han hecho tambalear esas expectativas.
Contrariando el ya endémico pesimismo chileno, estoy extraordinariamente
optimista sobre las perspectivas de un acuerdo de libre comercio con Estados
Unidos, sostuvo el director de Relaciones Económicas Internacionales
de Chile, Osvaldo Rosales. El nuevo escenario que se ha gestado
a partir del atentado terrorista del 11 de septiembre refuerza la opción
política de un acuerdo de libre comercio con Chile, añadió.
Los equipos negociadores de ambos países se encontraban reunidos
en Washington cuando ocurrieron los atentados.
TEXTUAL
DEL POLEMICO COMUNICADO DE LA UIA
Suspender no es renunciar
Suspender
el Mercosur no es renunciar a él. Por el contrario, la realidad
mundial confirma el destino común de Argentina y Brasil.
El Mercosur es la herramienta que necesitamos para el desarrollo nacional
y nuestra integración con el mundo. Las negociaciones con el ALCA,
la Comunidad Económica Europea y la OMC deben llevarse a cabo desde
y a través del Mercosur, para fortalecer la posición estratégica
de los cuatro países miembros.
Ambos países, gobierno y sociedad, con sus propias herramientas,
están realizando enormes esfuerzos para procurar los equilibrios
macroeconómicos básicos en un contexto internacional adverso.
Sin embargo, nuestros trabajadores y productores enfrentan hoy una coyuntura
ineludible. La realidad de las últimas semanas muestra, agudizadamente,
una economía argentina sumergida en la recesión y un mercado
brasileño donde su moneda se desvaloriza aceleradamente frente
al dólar. La Argentina soporta 38 meses de recesión mientras
que Brasil ha devaluado su moneda en términos reales un 45 por
ciento de enero de 1999 a la actualidad.
Está visto que la Argentina y Brasil no han podido coordinar sus
políticas macroeconómicas. Mientras ello no ocurra, la inviabilidad
de la integración será un hecho que provocará la
ruptura definitiva, más allá de los deseos u opiniones,
sacrificando un destino común.
Sabemos que la imprescindible coordinación macroeconómica,
entre países que optaron por muy distintos modelos, requiere tiempos
mínimos para negociar acuerdos técnicos y políticos.
También estamos convencidos que estos tiempos mínimos van
más allá de lo tolerable para el aparato productivo argentino
y su empleo.
Por ello, creemos necesario que se pacte una suspensión en el Mercosur
que le permita a la Argentina recuperar los instrumentos de comercio exterior,
durante esta transición. Nos referimos a las medidas de protección
de mercados previstas por la OMC para situaciones extraordinarias como
las que vive nuestro país. En esta circunstancia donde se combinan
la caída de demanda interna con una fuerte competencia de la importación,
exacerbada por las diferencias políticas cambiarias, el daño
al empleo nacional y a nuestras fábricas está siendo irreparable.
La suspensión propuesta es a favor del Mercosur, para crear las
condiciones que permitan alcanzar las soluciones de fondo.
Negar la realidad no ha demostrado ser la mejor alternativa para nuestro
país.
Ganadores
y perdedores del bloque en el freezer
Por
Claudio Scaletta
La Unión
Industrial Argentina se sumó con decisión a las crecientes
fricciones comerciales que enfrentan a Brasil con la Argentina y llamó
a una suspensión temporal del Mercosur. En concreto, demandó
la eliminación del arancel externo común y la introducción
de barreras arancelarias con Brasil. Si bien el motivo de las controversias
intra Mercosur es bien conocido la persistente devaluación
del real que vuelve ilusoria la competencia internacional vía mejoras
en la productividad, la nueva actitud pública de los industriales
argentinos es reveladora también de otras disputas.
Desde su creación el Mercosur tuvo, en términos generales,
efectos benéficos para los países miembros. Existen datos
que avalan el crecimiento del comercio y de la Inversión Extranjera
Directa, así como su imposición mundial como marca
regional de un mercado ampliado.
Los datos de comercio exterior elaborados por el Indec muestran que desde
los inicios de la Unión Aduanera hasta 1998, Brasil y Argentina
experimentaron un aumento constante de sus flujos comerciales. La exportaciones
e importaciones alcanzaron su máximo en 1998 cuando sumaron 15
mil millones de dólares. En tanto, el superávit de balanza
comercial, siempre favorable a la Argentina, registró una sensible
reducción desde los más de 1300 millones alcanzados en 1995
hasta los magros 93 registrados en 1999, precisamente el año en
que Brasil dejó flotar su moneda iniciando la devaluación.
Aunque 2000 marcó una recuperación hasta los 485 millones,
se trata de un saldo por debajo del 50 por ciento de la media de la década.
En los primeros 7 meses de 2001, a pesar de la persistencia del proceso
devaluatorio brasileño, los datos mostraron un saldo comercial
favorable en 417 millones de dólares, 80 millones más que
los registrados en igual período de 2000. Sin embargo, esto no
se debió a una mejora en la dinámica exportadora local el
nivel de ventas permaneció constante: 3904 millones en 2001 frente
a 3903 en 2000, sino a la caída de las importaciones argentinas
por la fuerte recesión local, la que no pudo ser compensada siquiera
por el abaratamiento de precios de los productos brasileños.
Así, los números indican que el fuerte desajuste entre los
tipos de cambio de ambos países no significó, al menos hasta
agosto pasado, una reducción de ingresos para los sectores exportadores.
Sí se produjo un cambio en la composición de los rubros
exportados, con un leve aumento en las ventas de automotores e hidrocarburos
y una fuerte reducción en los productos de la industria alimenticia,
fundamentalmente lácteos.
A pesar de estas previsibles variaciones, algunos datos permanecen invariables.
Casi el 50 por ciento de las exportaciones a Brasil están concentradas
en trigo, hidrocarburos y automotores. El Mercosur sigue siendo además
el principal destino de las ventas argentinas con valor agregado industrial.
En este contexto, la demanda de la UIA por medidas de protección
de mercados previstas por la OMC para situaciones extraordinarias como
las que vive la Argentina que recuperen los instrumentos de
comercio exterior, parecen no contemplar que del otro lado de la
frontera no se encuentran sólo quienes venden, sino también
quienes compran. Así, la utilización de mecanismos de defensa
sobre el ingreso de manufacturas brasileñas significará
de manera inmediata la imposición de medidas defensivas al otro
lado de la frontera. En paralelo, la eliminación del AEC, implícito
en suspender el Mercosur, se traducirá en la pérdida
del acceso preferencial de los productos argentinos al mercado brasileño.
En conjunto, ambas medidas aumento del proteccionismo intra regional
y suspensión del AEC pueden tener efectos devastadores entre
los pocos nichos industriales que aún subsisten en el país,
en especial en los sectores automotor y en los lácteos. También,
en menor medida, puedenverse afectadas las exportaciones trigo (7 millones
de toneladas anuales) y harinas.
La desaparición del AEC implicará que Brasil podrá
importar de terceros países, sin pagar el arancel del 35 por ciento
establecido en el Acuerdo Automotor regional, los vehículos que
hoy importa desde la Argentina. Esto afectará en mayor medida a
los trabajadores de las automotrices locales que a las propias terminales,
pues las mismas firmas se encuentran a ambos lados de las fronteras.
Si se observa en cambio qué exportaciones serán las menos
afectadas por la sumatoria de los efectos descriptos se encuentran las
de la industria siderúrgica sobrerrepresentada en la UIA
frente a otros sectores como el automotor cuya distribución
mundial la vuelve menos brasildependiente que otras exportaciones
locales. Es más, la industria argentina del acero es incluso competitiva
con la brasileña, que abastece a muchas terminales automotrices
locales.
La opinión coincidente de los analistas consultados por este diario
es que en el actual contexto de debilitamiento del Mercosur una suspensión
de la Unión Aduanera significaría un paso irreversible que
sólo beneficiaría a quienes ven en el ALCA el modelo de
alianzas internacionales para la Argentina. Las miradas más suspicaces,
en tanto, la consideran como parte de la estrategia pro devaluacionista
que uniría a la CGT y la UIA en su enfrentamiento con el establishment
financiero.
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