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Otra mancha para la Argentina por
negarse a colaborar con Alemania

Familiares de las víctimas de
la dictadura, de origen alemán, presentaron sus reclamos ante
la Comisión Interamericana de Derechos Humanos porque Argentina le negó colaboración
a la Justicia de ese país.

El ex oficial del Ejército Carlos Antonio Españadero se hacía llamar �mayor Peyrano�.

Por Victoria Ginzberg

El Estado argentino deberá afrontar una nueva denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) por su actitud frente a los militares que secuestraron, torturaron e hicieron desaparecer personas durante la última dictadura militar. Los familiares de las víctimas de origen alemán se quejaron ante el organismo internacional porque el Gobierno se negó a cooperar con el juicio que lleva adelante la fiscalía de Nuremberg. El escrito que recibió la CIDH intenta impedir que se rechace una nueva rogatoria en la que se pide la declaración de un militar que durante la dictadura entrevistó a madres de desaparecidos en la Embajada alemana.
“En concordancia con el espíritu de las normas de impunidad dictadas por las administraciones anteriores, el gobierno argentino pretende, una vez más, cerrar toda posibilidad jurídica de continuar con los juicios para identificar a los responsables e imponer las sanciones penales correspondientes”, se afirma en el escrito presentado por el abogado Rodolfo Yanzón.
La Coalición contra la Impunidad presentó en Nuremberg una docena de denuncias sobre alemanes secuestrados y desaparecidos en Argentina, entre ellas la de Betina Erenhaus, sobreviviente de la Escuela de Mecánica de la Armada, y su pareja, Pablo Armando Lepiscopo, que continúa desaparecido. A principio del año pasado la fiscalía que investiga estos hechos envió un escrito a Buenos Aires en el que solicitaba la colaboración de la Justicia argentina para recibir la declaración de testigos relacionados con los casos Erenhaus y Lepiscopo. El Ministerio de Relaciones Exteriores recibió el pedido en febrero de 2000 y contestó el 27 de marzo de este año. La Cancillería expresó en el dictamen que existía cosa juzgada sobre Erenhaus y Lepiscopo porque fueron hechos que se tuvieron en cuenta en el juicio a las Juntas y que el tema podría ser abordado a través de los juicios por la Verdad. “Se hace necesario reiterar que el principio de territorialidad ha sido adoptado en el ordenamiento interno. Por lo tanto, no cabe desconocer los actos emanados de la Justicia argentina, toda vez que ésta debe dar cumplimiento a su sistema legal, el cual surge como expresión de su soberanía”, afirmó el Gobierno.
Yanzón expresó en la denuncia que el principio de “cosa juzgada” sólo podría ser invocado en relación a los ex comandantes pero no para el resto de los militares que resulten responsables de los crímenes. El abogado citó también la ley de cooperación internacional en materia penal que establece que “no constituirá obstáculo para brindar ayuda, la circunstancia que el delito cayere también bajo la jurisdicción argentina”. De hecho, durante la gestión de Ricardo Gil Lavedra en el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos se aceptó una solicitud de colaboración del juez español Baltasar Garzón, aunque se estaba en contra de los pedidos de detención o extradición de militares argentinos.
La presentación realizada ante la CIDH –firmada, entre otros, por Erenhaus, Ellen Marx y Elsa Oesterheld– incluye un pedido para que el organismo internacional adopte medidas cautelares que eviten el rechazo de otro escrito de la fiscalía de Nuremberg que actualmente se encuentra en la Cancillería. Se trata de una solicitud para interrogar a un militar que se entrevistaba con familiares de desaparecidos en la embajada alemana con el nombre de “mayor Peyrano” con la excusa de ayudarlos, pero con la intención de recabar información para su provecho. Página/12 reveló que se trataba de un agente del Batallón 601 de nombre Carlos Antonio Españadero.

 


 

CAVALLO SUMA DETENCIONES A PEDIDO DE SU PAR GARZON
Brusa y Ramos siguen escondidos

Los cuatro ex policías santafesinos acusados de “genocidio, terrorismo y torturas” en España que se entregaron a la Justicia el martes pasaron la noche en la Guardia de Infantería Reforzada (GIR), donde durante la dictadura funcionó un centro clandestino de detención. Víctor Brusa, ex juez federal de Santa Fe, y el ex policía Eduardo Ramos siguen prófugos.
Héctor Romeo Colombini, Mario José Fasino, Juan Calixto Perizzotti y María Eva Aevis fueron trasladados ayer a Buenos Aires. Los hombres habían sido alojados en la GIR, uno de los símbolos de la represión ilegal de la provincia de Santa Fe. Ahora quedarán a disposición del juez federal Gabriel Cavallo, quien ordenó sus detenciones a pedido de su par español Baltasar Garzón.
En Santa Fe, el juez subrogante Federico Tadeo Gómez reclamó el martes –de acuerdo con la solicitud de Cavallo– los pedidos de captura a las policía provincial, a la federal, a la prefectura y a la policía aeronáutica. También hizo una solicitud de informes para saber si los buscados habían tomado un avión a Buenos Aires. Cuatro policías fueron encontrados, pero Brusa y el “Curro” Ramos aún están siendo buscados.
El ex juez santafesino, destituido por el Jurado de Enjuiciamiento, presentó en Buenos Aires un pedido de eximición de prisión que fue rechazado por Cavallo, que había permitido la excarcelación de siete marinos que figuraban en el mismo pedido de captura. El magistrado consideró que los delitos por los que está acusado Brusa no son excarcelables y a diferencia del resto de los acusados, el hombre no puede alegar el beneficio de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final porque es civil.

 

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