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Los argentinos que comprobaron
cómo EE.UU. levanta sus murallas

La pareja partió el domingo. Al llegar a Atlanta, a la chica la acusaron de trabajar ilegalmente en una breve estadía previa. Los interrogaron duramente, los encerraron y los deportaron.

La pareja �sus iniciales son L.G.
y P.A.M� tenía esperanzas de probar suerte en Florida.

Por Mariana Carbajal

Ingresar a los Estados Unidos ya no es igual. Desde los atentados del 11 de setiembre los aeropuertos se han convertido en verdaderas murallas difíciles de sortear para toda persona que no sea norteamericana. La menor duda sobre el pasaporte transforma al viajero en sospechoso. Acto seguido, es sometido a un tortuoso interrogatorio y termina deportado a su país de origen. Como le ocurrió a L.G., de 22 años, y P.A.M., de 24, una pareja de novios que el domingo a la noche partieron con destino final a Miami y el martes a la mañana estuvieron de regreso en Ezeiza, tras permanecer detenidos en el aeropuerto de Atlanta durante 15 horas, prácticamente incomunicados. “Me dejaron encerrada en una habitación que parecía una celda porque me dijeron que yo era peligrosa. Me sentía una delincuente”, contó a Página/12 L.G. La nueva política de “tolerancia cero” con los extranjeros, principalmente latinos, podría afectar la situación de miles de argentinos que en los últimos meses se instalaron en Miami en busca de una esperanza económica y que viven ilegalmente, sin sus papeles migratorios en regla.
L.G. vive en la localidad bonaerense de Banfield. Hasta hace poco era alumna del profesorado de hipoacúsicos en el Instituto de Educación Especial de Palermo. P.M.A., del barrio porteño de Almagro, era estudiante de Bellas Artes. El noviazgo nació en Miami, donde ambos estuvieron por un par de meses durante el verano. Sin trabajo por estos pagos, decidieron largar sus estudios y volver a la Florida para probar suerte. Viajaron, como miles de argentinos que han ido en el último año, sin un visa de trabajo. Pero nunca pensaron que el viaje sería tan corto y tan traumático a la vez. “El trato de los oficiales de migraciones fue muy duro. En dos oportunidades que pedí ir al baño me dejaron encerrado, sin decirme nada, durante casi una hora. Golpeaba la puerta desesperado y nadie me venía a buscar”, relató P.M.A.
El domingo a la noche se embarcaron en un avión de la compañía Delta rumbo a Miami. El vuelo tenía una escala en Atlanta, adonde aterrizaron a las 7.30 del lunes. L.G. tiene pasaporte israelí –porque nació en Israel–. Al iniciar el trámite migratorio, comenzó la odisea. Los separaron y en oficinas distintas comenzaron a interrogarlos, traductor de por medio. Ella entiende inglés pero él no. “Me acusaron de haber trabajado ilegalmente durante mi estadía en Miami. En realidad, me decían que había recibido efectivo sin pagar impuestos, que ellos lo sabían y que no podía mentir. Fue horrible. Después de negarlo una y otra vez, al final me sentí tan presionada, que terminé confesando que había estado trabajando. De los dos meses que estuve ahí, uno fui ayudante de moza en un restaurante”, contó L.G.
El oficial de migraciones le sacó su agenda de la mochila, donde ella tenía anotaciones personales a modo de diario íntimo y una carta de su novio y se la dio a la traductora para que la leyera. “Me sentí humillada. No tenía nada que ver que leyeran en voz alta mi agenda. En la oficina había otras personas y me dio mucha bronca. Me levanté de la silla enojada y les dije que lo que estaban haciendo estaba mal. Entonces, me encerraron en una habitación que parecía una celda, con un inodoro, un lavatorio y un asiento de metal, sin darme ninguna explicación. Me sentía una delincuente. Golpeaba la puerta y nadie me contestaba. Yo no sabía si a mi novio lo habían dejado entrar o no, ni dónde estaba. Me mataba la incertidumbre. Al final vino un policía y a los gritos me dijo que yo era peligrosa, que no gritara ni hiciera nada porque me estaban filmando todo el tiempo”, agregó.
Seis horas después, alrededor de las 14, se reencontró con su novio, a quien también habían presionado para que reconociera que había trabajado en Miami a pesar de tener visa de turista. A esa altura, ya les habían comunicado que tenían vedado el ingreso a los Estados Unidos. Les dieron a optar entre deportarlos sin poder volver a ese país por cinco años ovolver por decisión propia pero con la visa cancelada. Eligieron la última alternativa.
“Después nos dimos cuenta de que ellos no tenían ninguna información. Que se tiran el lance y te presionan tanto que terminas admitiendo lo que ellos te dicen. Ese día vimos a un montón de latinos que pasaban por lo mismo y eran obligados a volver a su país. Incluso, había otra chica argentina que iba a estudiar a Estados Unidos y no tenía visa de estudiante y también la detuvieron. No sé si finalmente tuvo que volver o la dejaron entrar”, señaló P.M.A. Desde la mañana L.G. pidió que le permitieran hablar por teléfono a su casa y recién la dejaron a las 8 de la noche. “Cuando declaré me advirtieron que en el papel de migraciones que habitualmente te dan en el avión, firmas que cualquier decisión que ellos tomen no se puede apelar con un abogado ni a través del consulado”, contó P.M.A.
A las 22.30 del mismo lunes los embarcaron en un vuelo de regreso a Buenos Aires y recién les entregaron los pasaportes cuando el avión estaba por aterrizar en Ezeiza. “En un momento –recordó L.G.– le pregunté a la traductora si siempre eran tan puntillosos y trataban así a los extranjeros y me dijo que desde el atentado se habían vuelto terribles.”

 


 

UN ESTADOUNIDENSE ESTUVO PRESO CUATRO DIAS EN EZEIZA
Con un arma en el bolso de mano

Por Carlos Rodríguez

Un joven norteamericano, luego de permanecer tres meses en Buenos Aires, donde estuvo disfrutando de su romance con una chica argentina, tuvo un pésimo final de fiesta ante el endurecimiento de las normas luego del atentado en Nueva York: pasó cuatro días detenido, en el aeropuerto de Ezeiza, porque intentó subir al avión con un arma de puño que no había declarado al ingresar. El episodio, que ocurrió el viernes de la semana pasada pero recién se conoció ayer, motivó la intervención del juez federal de Lomas de Zamora, Patricio Santa Marina, quien el lunes, después de interrogar al viajero demorado, autorizó su partida, aunque el arma quedó retenida en el juzgado. Scott Ray Horton, un estudiante de 22 años, pasó cuatro días bajo custodia de la Policía Aeronáutica porque ni siquiera llevaba consigo la documentación que lo acreditara como legítimo tenedor del arma que llevaba en el interior de un maletín.
Horton, cabeza de novio, llegó al país en junio y a pesar de las mieles que condujeron sus pasos, pensó en su seguridad personal, teniendo en cuenta que llegaba a un país extraño, y se trajo una pistola que nunca declaró ante las autoridades aduaneras. El viernes pasado, cuando se aprestaba a regresar a su país, trató de repetir el mismo procedimiento, pero esta vez quedó fuera de juego. “El arma, que estaba dentro de un maletín de mano, fue descubierta cuando pasó por el detector de metales y fue detenido de inmediato”, confirmó a Página/12 el comodoro Jorge Reta, jefe de prensa de la Fuerza Aérea.
Como Horton no llevaba consigo la documentación legal en materia de tenencia y portación de armas, se dispuso su detención y pasó todo el fin de semana en una dependencia de la Policía Aeronáutica, en Ezeiza. El lunes fue interrogado por el juez Santa Marina, mientras se ordenaron consultas a la Embajada de los Estados Unidos y a organismos de seguridad, para reunir todos los antecedentes del joven. Cuando se constató que era el legítimo poseedor del arma y que estaba “totalmente limpio”, se lo dejó en libertad de regresar a su país, aunque el arma quedó retenida porque él carecía de los papeles requeridos para llevarla consigo. El arma sería de un calibre similar a la 9 milímetros.
De acuerdo con las normas vigentes en junio, que hoy se han endurecido notablemente, para poder ingresar el arma tendría que haber solicitado permiso en la embajada o en alguno de los consulados argentinos, antes de partir desde su país. Horton llegó procedente de Los Angeles y nunca cumplió ese trámite. “Si un argentino quiere viajar con su arma a Estados Unidos tendría que hacer lo mismo en la embajada norteamericana en Buenos Aires”, señaló el comodoro Reta. Todo hace suponer que la autorización sería ahora denegada, luego de los sucesos del 11 de setiembre.
“Cuando se la declara legalmente, el arma habilitada tampoco puede viajar con el equipaje de mano y tiene que ir en la bodega del avión, dentro de un cofre precintado que no debe ser abierto durante el viaje”, aclaró el vocero de la Fuerza Aérea. El comodoro Reta recordó que “el ingreso con armas a la Argentina es común durante la temporada de caza deportiva en algunas zonas del interior”.
La semana pasada, un pasajero argentino procedente de Atlanta, Alex Zunca, había denunciado fallas en los controles de Ezeiza y aseguró que había logrado atravesar el control de seguridad con un arma descargada. Fuentes de la Fuerza Aérea volvieron a rechazar tal posibilidad y recordaron, de todos modos, que la responsabilidad del control, en ese hipotético caso, “es de los que tienen que custodiar la seguridad en el aeropuerto de partida”, en Estados Unidos.

 

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