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EL MERCOSUR INTENTA EVITAR SU AUTOLIQUIDACION
Un paso antes del precipicio

Uruguay convocó a una reunión urgente del Consejo Mercado Común y reclamó �no dar la imagen de que el Mercosur entró en etapa de liquidación�. Las diferencias internas de Argentina
siguen sin saldarse.

Domingo Cavallo y Pedro Malan, titulares de Hacienda de Argentina y Brasil.

La súplica del canciller de Uruguay, Didier Opertti, es una vara del grado de deterioro alcanzado por el Mercosur como bloque regional. “No demos la imagen de que el Mercosur entró en una etapa de liquidación”, reclamó, ante los cruces que se formulan a través de la prensa funcionarios de Argentina y Brasil. Lo declaró ayer desde Montevideo, al anunciar una convocatoria de urgencia a una reunión extraordinaria del Consejo Mercado Común, máximo órgano de decisión del bloque, para definir el futuro de la unión aduanera y la continuidad, o no, del acuerdo regional, según anunció. El gobierno argentino buscó ayer la forma de unificar el discurso entre el canciller y el ministro de Economía, pero por ahora no pudo avanzar más allá de una impasse. Sobre el pedido de la Unión Industrial Argentina de suspender temporariamente la vigencia del Mercosur prefirió no pronunciarse.
Las tensiones generadas en la relación entre Argentina y Brasil tendrán un primer escenario de medición en el encuentro de ministros de Economía, cancilleres y presidentes de bancos centrales previsto para el 8 de octubre en San Pablo. Sin embargo, frente a las amenazas de ruptura del bloque lanzadas desde Buenos Aires, el gobierno uruguayo, en ejercicio de la presidencia pro-témpore, decidió iniciar consultas para una reunión extraordinaria del cuerpo máximo regional, que aún no tiene fecha. Según se especulaba en Montevideo, este encuentro será posterior al de San Pablo.
En una reunión que inicialmente se preveía más prolongada, el jefe de Gabinete recibió ayer al canciller, Adalberto Rodríguez Giavarini, y al ministro de Economía, Domingo Cavallo. El propósito era terminar con los cortocircuitos entre distintas posturas del gobierno en relación al Mercosur y, en particular, en referencia al Brasil. Lo corto del encuentro y la escasa información que se brindó –apenas la formalidad de señalar que se ratificó la decisión política de no romper el bloque regional– dan muestra de que las diferencias persisten. Hoy volverán a tratarse pero, al menos por unos días, tratarán de evitar mostrarlas en público.
Las constantes acusaciones de Domingo Cavallo al gobierno brasileño por la falta de medidas de contención a la suba del dólar (en reales), que a juicio del ministro son el origen de una crisis comercial entre ambos países y de la falta de competitividad de las exportaciones argentinas, están en la raíz del conflicto. Brasil ha respondido, en forma no tan elíptica, que el gobierno argentino debería revisar su propia política económica y, en particular, la convertibilidad y la paridad fija para hallar el origen de sus problemas. Cavallo redobló la apuesta y directamente amenazó con eliminar el arancel externo común, lo que equivale a pulverizar la unión aduanera.
La Cancillería, con una actitud más contemplativa, prácticamente ha ignorado el conflicto, que sin embargo siguió avanzando alimentado por el Palacio de Hacienda. En una nueva vuelta de tuerca, ayer el gobierno dispuso una nueva baja de aranceles de importación a las partes de calzado provenientes de países ajenos al Mercosur. Frente al arancel externo común del 28 por ciento del bloque, Argentina le fijó ayer un nivel del 20,5 por ciento a las importaciones de partes superiores de calzado, suelas y tacos de caucho, plástico o madera; suelas y tacos de cuero natural o regenerado, y plantillas y punteras. La medida de Economía es una respuesta directa a una petición de la Cámara de la Industria del Calzado para atenuar el impacto de la depreciación del real. Carlos Bueno, presidente de dicha cámara, se pronunció ayer en favor de la propuesta de la UIA de suspender temporariamente el acuerdo comercial con el Mercosur.
Opertti no descartó totalmente la alternativa de suspender transitoriamente la vigencia del arancel externo común. “Si debemos tomar un atajo, hagámoslo; pero institucionalmente, no a través de declaraciones de prensa”, señaló al anunciar la convocatoria al Consejo. En forma más dramática, planteó que el encuentro presidencial deberá adoptar una definición de fondo: “Mercosur sí o Mercosur no”.

 

DOS ECONOMISTAS A FAVOR DEL MERCOSUR

Beatriz Nofal*.
Un relanzamiento

Suspender el Mercosur significa perder el acceso diferencial al mercado brasileño y una profundización de la caída de las exportaciones industriales. En este momento de crisis se necesita asumir una actitud responsable y recordar la importancia que la Unión Aduanera ha tenido tanto en el crecimiento económico como en el aumento del flujo de inversiones a la región y a la Argentina. Además representa una plataforma para incorporarse a la globalización. Por todo ello, una actitud responsable y superadora supone dejar de lado las actitudes meramente defensivas y poner sobre la mesa un programa de relanzamiento que incluya cuatro puntos básicos:
1. Una convergencia macroeconómica que incluya necesariamente mecanismos de coordinación monetaria
2. La construcción de un verdadero mercado único con lealtad competitiva
3. El fortalecimiento institucional con la creación de espacios para la resolución de controversias, por ejemplo una pequeña secretaría ejecutiva
4. La definición de una estrategia clara de negociación internacional, tanto hacia la OMC como hacia la UE y Estados Unidos.

*Diputada de la Alianza

Daniel Carbonetto*.
Problema argentino

El problema del Mercosur se veía venir, pues desde que se puso en marcha el actual modelo económico se desordenó estructuralmente la región. Es imposible que coexista un sistema de convertibilidad con sistema de cambio flotante. Esta convivencia ha dañado seriamente a la Argentina y por eso los industriales, que no pueden salir a hablar públicamente de las causas que dieron origen a esta situación, hablan de suspender el Mercosur. Pero esto es un remedio paliativo. Si se quiere ser eficaz hay que eliminar el cáncer que no es ni más ni menos que el modelo económico argentino. Salir de esta realidad significa proyectar el Mercosur en toda su potencialidad y en este nuevo esquema tendríamos que pensar en una convergencia cambiaria con Brasil. Los pasos a seguir serían los siguientes. En primer lugar, convergencia cambiaria. Tipo de cambio único para todos. Luego, establecer un arancel extra Mercosur verdaderamente protectivo. En tercer lugar, moneda única, paso decisivo para estructurar económicamente la región. También se necesita propiciar grandes proyectos, por ejemplo en el área de la biotecnología. Y por último lograr unidad política a partir de organismos regionales intra Mercosur que ayuden a resolver las controversias.

*Candidato a diputado por el Polo Social

 

OPINION
Por Julio Nudler

Lo peor son las simetrías

Más que las obvias asimetrías macroeconómicas, lo que está complicando la relación entre Brasil y la Argentina son las simetrías: los dos países, con niveles de riesgo catapultados, tienen cortado el acceso a los mercados de crédito, reciben (si es que lo reciben) un flujo debilitado de inversión externa directa, sufren presiones sobre sus reservas y sobrellevan tasas de interés que, a la larga, no podrían soportar ni el fisco ni las empresas, y por ende tampoco los bancos. Por supuesto que hay diferencias considerables entre los dos, como la dolarización que entrampa a la Argentina y no a Brasil, pero los caminos entre estas dos economías se han vuelto tan paralelos, en algún sentido, diríase que el peor, que les resulta imposible eludir la confrontación. Cada una por su lado recibe durísimas presiones a través del balance de pagos –sea por la cuenta capital, por la cuenta corriente o por ambas– y procura reexportar el impacto, reacción cuya primera víctima es necesariamente el vecino y mayor socio (¿socio?) comercial.
Con un sistema de flotación cambiaria, parecido al que rige en casi todo el mundo, Brasil ve devaluarse su moneda como resultado del shock que sufre (y en el que juegan su papel la crisis eléctrica y el enrarecimiento político). Por ende, atempera el impacto sobre su nivel de actividad, aunque sin evitar la desaceleración. Los argentinos pagan un precio mucho mayor en términos de sus ingresos por sostener el tipo de cambio fijo a pesar de la desconfianza generalizada en la convertibilidad. Como la dolarización de activos y pasivos, y hasta de las mentes, vuelve tan peligroso devaluar, se comenzó por ir abriendo una paridad comercial separada de la financiera a través del factor de empalme, que se suma a los reintegros de exportación. La medida sólo atenúa el desnivel competitivo provocado por la depreciación del real. Haría falta que también los brasileños crearan un tipo de comercial despegado del financiero, arrastrado por el movimiento de capitales.
Por ahora el gobierno de De la Rúa está buscando ponerse mínimamente de acuerdo en una estrategia comercial, o al menos en un discurso que no desentone, mientras en los hechos se va desarticulando el Mercosur, no sólo como unión aduanera sino también como área de libre comercio. Pero en su lugar no hay nada concreto: sólo propósitos por ahora ilusorios de acuerdos con Estados Unidos y la Unión Europea. Lo concreto es que mientras la Argentina ha podido negociar de igual a igual con Brasil, no podría suceder nada parecido en un regateo con el Norte, que por algo es el cuartel central del capitalismo.

 

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