La súplica del canciller
de Uruguay, Didier Opertti, es una vara del grado de deterioro alcanzado
por el Mercosur como bloque regional. No demos la imagen de que
el Mercosur entró en una etapa de liquidación, reclamó,
ante los cruces que se formulan a través de la prensa funcionarios
de Argentina y Brasil. Lo declaró ayer desde Montevideo, al anunciar
una convocatoria de urgencia a una reunión extraordinaria del Consejo
Mercado Común, máximo órgano de decisión del
bloque, para definir el futuro de la unión aduanera y la continuidad,
o no, del acuerdo regional, según anunció. El gobierno argentino
buscó ayer la forma de unificar el discurso entre el canciller
y el ministro de Economía, pero por ahora no pudo avanzar más
allá de una impasse. Sobre el pedido de la Unión Industrial
Argentina de suspender temporariamente la vigencia del Mercosur prefirió
no pronunciarse.
Las tensiones generadas en la relación entre Argentina y Brasil
tendrán un primer escenario de medición en el encuentro
de ministros de Economía, cancilleres y presidentes de bancos centrales
previsto para el 8 de octubre en San Pablo. Sin embargo, frente a las
amenazas de ruptura del bloque lanzadas desde Buenos Aires, el gobierno
uruguayo, en ejercicio de la presidencia pro-témpore, decidió
iniciar consultas para una reunión extraordinaria del cuerpo máximo
regional, que aún no tiene fecha. Según se especulaba en
Montevideo, este encuentro será posterior al de San Pablo.
En una reunión que inicialmente se preveía más prolongada,
el jefe de Gabinete recibió ayer al canciller, Adalberto Rodríguez
Giavarini, y al ministro de Economía, Domingo Cavallo. El propósito
era terminar con los cortocircuitos entre distintas posturas del gobierno
en relación al Mercosur y, en particular, en referencia al Brasil.
Lo corto del encuentro y la escasa información que se brindó
apenas la formalidad de señalar que se ratificó la
decisión política de no romper el bloque regional
dan muestra de que las diferencias persisten. Hoy volverán a tratarse
pero, al menos por unos días, tratarán de evitar mostrarlas
en público.
Las constantes acusaciones de Domingo Cavallo al gobierno brasileño
por la falta de medidas de contención a la suba del dólar
(en reales), que a juicio del ministro son el origen de una crisis comercial
entre ambos países y de la falta de competitividad de las exportaciones
argentinas, están en la raíz del conflicto. Brasil ha respondido,
en forma no tan elíptica, que el gobierno argentino debería
revisar su propia política económica y, en particular, la
convertibilidad y la paridad fija para hallar el origen de sus problemas.
Cavallo redobló la apuesta y directamente amenazó con eliminar
el arancel externo común, lo que equivale a pulverizar la unión
aduanera.
La Cancillería, con una actitud más contemplativa, prácticamente
ha ignorado el conflicto, que sin embargo siguió avanzando alimentado
por el Palacio de Hacienda. En una nueva vuelta de tuerca, ayer el gobierno
dispuso una nueva baja de aranceles de importación a las partes
de calzado provenientes de países ajenos al Mercosur. Frente al
arancel externo común del 28 por ciento del bloque, Argentina le
fijó ayer un nivel del 20,5 por ciento a las importaciones de partes
superiores de calzado, suelas y tacos de caucho, plástico o madera;
suelas y tacos de cuero natural o regenerado, y plantillas y punteras.
La medida de Economía es una respuesta directa a una petición
de la Cámara de la Industria del Calzado para atenuar el impacto
de la depreciación del real. Carlos Bueno, presidente de dicha
cámara, se pronunció ayer en favor de la propuesta de la
UIA de suspender temporariamente el acuerdo comercial con el Mercosur.
Opertti no descartó totalmente la alternativa de suspender transitoriamente
la vigencia del arancel externo común. Si debemos tomar un
atajo, hagámoslo; pero institucionalmente, no a través de
declaraciones de prensa, señaló al anunciar la convocatoria
al Consejo. En forma más dramática, planteó que el
encuentro presidencial deberá adoptar una definición de
fondo: Mercosur sí o Mercosur no.
DOS
ECONOMISTAS A FAVOR DEL MERCOSUR
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Beatriz Nofal*.
Un relanzamiento
Suspender el Mercosur significa perder el acceso diferencial al
mercado brasileño y una profundización de la caída
de las exportaciones industriales. En este momento de crisis se
necesita asumir una actitud responsable y recordar la importancia
que la Unión Aduanera ha tenido tanto en el crecimiento económico
como en el aumento del flujo de inversiones a la región y
a la Argentina. Además representa una plataforma para incorporarse
a la globalización. Por todo ello, una actitud responsable
y superadora supone dejar de lado las actitudes meramente defensivas
y poner sobre la mesa un programa de relanzamiento que incluya cuatro
puntos básicos:
1. Una convergencia macroeconómica que incluya necesariamente
mecanismos de coordinación monetaria
2. La construcción de un verdadero mercado único con
lealtad competitiva
3. El fortalecimiento institucional con la creación de espacios
para la resolución de controversias, por ejemplo una pequeña
secretaría ejecutiva
4. La definición de una estrategia clara de negociación
internacional, tanto hacia la OMC como hacia la UE y Estados Unidos.
*Diputada de la Alianza
Daniel Carbonetto*.
Problema argentino
El problema del Mercosur se veía venir, pues desde que
se puso en marcha el actual modelo económico se desordenó
estructuralmente la región. Es imposible que coexista un
sistema de convertibilidad con sistema de cambio flotante. Esta
convivencia ha dañado seriamente a la Argentina y por eso
los industriales, que no pueden salir a hablar públicamente
de las causas que dieron origen a esta situación, hablan
de suspender el Mercosur. Pero esto es un remedio paliativo. Si
se quiere ser eficaz hay que eliminar el cáncer que no es
ni más ni menos que el modelo económico argentino.
Salir de esta realidad significa proyectar el Mercosur en toda su
potencialidad y en este nuevo esquema tendríamos que pensar
en una convergencia cambiaria con Brasil. Los pasos a seguir serían
los siguientes. En primer lugar, convergencia cambiaria. Tipo de
cambio único para todos. Luego, establecer un arancel extra
Mercosur verdaderamente protectivo. En tercer lugar, moneda única,
paso decisivo para estructurar económicamente la región.
También se necesita propiciar grandes proyectos, por ejemplo
en el área de la biotecnología. Y por último
lograr unidad política a partir de organismos regionales
intra Mercosur que ayuden a resolver las controversias.
*Candidato a diputado por el Polo Social
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OPINION
Por Julio Nudler
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Lo peor son las simetrías
Más que las obvias asimetrías macroeconómicas,
lo que está complicando la relación entre Brasil y
la Argentina son las simetrías: los dos países, con
niveles de riesgo catapultados, tienen cortado el acceso a los mercados
de crédito, reciben (si es que lo reciben) un flujo debilitado
de inversión externa directa, sufren presiones sobre sus
reservas y sobrellevan tasas de interés que, a la larga,
no podrían soportar ni el fisco ni las empresas, y por ende
tampoco los bancos. Por supuesto que hay diferencias considerables
entre los dos, como la dolarización que entrampa a la Argentina
y no a Brasil, pero los caminos entre estas dos economías
se han vuelto tan paralelos, en algún sentido, diríase
que el peor, que les resulta imposible eludir la confrontación.
Cada una por su lado recibe durísimas presiones a través
del balance de pagos sea por la cuenta capital, por la cuenta
corriente o por ambas y procura reexportar el impacto, reacción
cuya primera víctima es necesariamente el vecino y mayor
socio (¿socio?) comercial.
Con un sistema de flotación cambiaria, parecido al que rige
en casi todo el mundo, Brasil ve devaluarse su moneda como resultado
del shock que sufre (y en el que juegan su papel la crisis eléctrica
y el enrarecimiento político). Por ende, atempera el impacto
sobre su nivel de actividad, aunque sin evitar la desaceleración.
Los argentinos pagan un precio mucho mayor en términos de
sus ingresos por sostener el tipo de cambio fijo a pesar de la desconfianza
generalizada en la convertibilidad. Como la dolarización
de activos y pasivos, y hasta de las mentes, vuelve tan peligroso
devaluar, se comenzó por ir abriendo una paridad comercial
separada de la financiera a través del factor de empalme,
que se suma a los reintegros de exportación. La medida sólo
atenúa el desnivel competitivo provocado por la depreciación
del real. Haría falta que también los brasileños
crearan un tipo de comercial despegado del financiero, arrastrado
por el movimiento de capitales.
Por ahora el gobierno de De la Rúa está buscando ponerse
mínimamente de acuerdo en una estrategia comercial, o al
menos en un discurso que no desentone, mientras en los hechos se
va desarticulando el Mercosur, no sólo como unión
aduanera sino también como área de libre comercio.
Pero en su lugar no hay nada concreto: sólo propósitos
por ahora ilusorios de acuerdos con Estados Unidos y la Unión
Europea. Lo concreto es que mientras la Argentina ha podido negociar
de igual a igual con Brasil, no podría suceder nada parecido
en un regateo con el Norte, que por algo es el cuartel central del
capitalismo.
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